EXPERIMENTO NØ 07, LüHan

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Yo, el ciervo está en todos lados,

Todos están asustados,

Corre, di tus plegarias,

Lo estoy dejando claro,

Esto no es para matones como tú.

Lu – LuHan

Shock.

—Tienes que evitar que nuestro científico tome el contenido del vaso, si no lo logras, entonces él morirá.

Fue lo que le dijeron antes de que la puerta se cerrara detrás de él.

El científico que tenía el vaso en la mano estaba temblando, su mano se sacudía violentamente a la par que se iba elevando en dirección a su boca, sus manos y pies estaban atados y él estaba recostado en el suelo.

El hombre ya había llevado el vaso a sus labios y LüHan abrió los ojos en demasía.

—¡Detente!

Su grito fue ignorado y él recibió una pequeña descarga, maldijo al collar que le pusieron y el hombre ya estaba bebiendo del vaso.

—¡No!

—Experimento 07 tienes que detenerlo con tu mente.

¿Qué?

—Si hablas de nuevo, no sólo él morirá sino que tú también.

Muy tarde, la advertencia llego un par de segundos antes de que el científico callera al suelo, convulsionando y sacando espuma por la boca. Nadie hizo nada y él ni siquiera pudo pensar, lo único que estaba en su mente era la escena que se desarrollaba frente a sus ojos y cuando esta paró, la puerta fue abierta.

—Tendrás que actuar más rápido a la próxima o sino nos quedaremos sin científicos.

Ahora una mujer ingresó en la sala, el cuerpo del científico fue sacado y un nuevo vaso fue puesto en la mesa.

—Tienes un minuto.

Le dijeron y la puerta se volvió a cerrar detrás de él.

Agobiado.

Una vez más se repitió el proceso, la mujer tomó el vaso y lo elevó. Para este punto LüHan ya estaba llorando, intentando suplicarle a la mujer que no tomara el vaso sin hablar, en su mente no podía parar de repetir "por favor, para, no lo hagas, morirás", pero como era bien sabido, ella no oyó nada de lo que decía.

El minuto se cumplió y ahora tenía otro cuerpo enfrente de él.

—Que mal desempeño, experimento 07 –, el científico que le había dado la instrucción de lo que debía hacer se dirigió a él con total desapruebo y luego se dirigió a las personas detrás de él—, llévenselo de aquí.

Lü no pudo dejar de ver a la mujer en el suelo mientras que alguien lo levantaba a él, se lo llevaron en contra de su voluntad a otra parte.

—Como no pudiste evitar que los científicos murieran, si quieres seguir viviendo, te sugiero que encuentres la manera de salir de aquí o sino morirás de hambre.

Fue encerrado en un cuarto blanco y totalmente vacío.

Ahí pasó semanas enteras intentando abrir la puerta, primero físicamente, dejándose caer en contra de ella y luego como ellos querían que lo hiciera: con su mente.

Primero se quedó observando la puerta fijamente, esperando que se abriera por si sola; después intentó pensar en la puerta, más que nada repitiendo la orden "ábrete" sin decirla; sin embargo, nada de eso funcionó. Ya estaba comenzando a perder la cabeza para la quinta semana que había pasado ahí dentro, tenía hambre y moría de sed, su cuerpo se sentía más pesado y necesitaba más tiempo al dormir, más no se rindió cuando una nueva idea llegó a su mente. Imaginar la puerta abriéndose.

Él lo intentó con todas sus fuerzas, observó la puerta fijamente, entrecerrando sus ojos y la imaginó abriéndose lentamente, desde cómo giraba la cerradura por dentro hasta como se abría sin soltar ningún rechinido.

Su cabeza empezó a doler fuertemente, pero algo sucedió. Un click logró oírse.

Una sonrisa por su triunfo y la puerta se volvió negra.

Para cuando volvió a despertar, Lü ya sabía que era lo que tenía que hacer, imaginó de nuevo el proceso de la puerta abriéndose y finalmente se encontraba fuera un par de días más tarde.

Casi ocho semanas fue lo que estuvo encerrado, con cuerdas en sus manos y sus pies dejándole heridas profundas y seguramente ya muy infectadas, pero lo había logrado, salió de la habitación arrastrándose y por fortuna Lay fue quien lo encontró antes que los científicos.

Lo dejaron descansar por un mes de sus entrenamientos y la próxima vez que lo llamaron para comenzar de nuevo, fue metido en la habitación en la que lo metieron la primera vez.

Congelado.

Se congeló al momento en que vio el vaso en la mesa blanca del centro y empezó a temblar cuando un científico nuevo se acercó a él.

—Tienes que evitar que tome el contenido del vaso...

Las mismas palabras fueron recitadas en su oído derecho.

Ahora tenía treinta segundos para evitarlo.

Todo él quería huir y no pudo, el científico tomó el vaso y él estaba aterrado.

No.

De nuevo no podía correr, no podía hablar y quedaban 15 segundos para que lo evitara.

—Con tu mente.

Le dijo una voz por medio de un comunicador.

Ah, cierto, él debía hacerlo con su mente.

10 segundos.

Se concentró en el científico delante de él. Lo imaginó parando de beber del vaso, lo hizo incluso cerrando sus ojos, su mente estaba totalmente concentrada en la persona frente de él.

5 segundos.

Su cabeza estaba palpitando y podía sentir un hilillo de sangre correr por su nariz.

El tiempo se acabó.

Y él logró detenerlo.

Sus ojos se abrieron justo al último segundo y la sensación fue extraña, podía de alguna manera saber incluso lo que esa persona estaba pensando, era como ver y sentirse en el cuerpo de otra persona. Su mirada se posó en el vaso y éste fue bajando poco a poco, el científico parecía ido, no tenía la menor idea de lo que estaba haciendo.

El dolor en su cabeza se intensificó tanto que sus manos fueron a la misma, lamentablemente éstas seguían atadas por lo que simplemente pudo posarlas en su frente. Dolía tanto que se sentía desfallecer.

—Felicidades experimento 07, has pasado la primer fase de tu entrenamiento.

El ruido no ayudó, pero al menos abrieron la puerta y los brazos de los científicos lo atraparon cuando su consciencia se perdió.

Después de la primer fase de su entrenamiento, él había avanzado con rapidez, no sólo podía mover objetos con su mente, hacer que las personas hicieran lo que él quisiera o leer sus pensamientos e intercambiarlos por otros. No, él tenía un poder increíblemente aterrador sobre la mente de los demás y de eso podía jactarse la persona que lo encerró en aquel cuarto durante semanas. O tal vez no.

Después de todo, no recordaba ni quién era, ni lo que había hecho con Lü, lo único que sabía ahora era que tenía tres años y se llamaba Peter Pan.

La venganza nunca había sido tan satisfactoria.

Proyecto: EXORDIANSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora