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Miércoles.

Malayka.

Desde el sábado venía ignorando los mensajes de Mateo, no tenía ganas de contestarle, no quería.

Mis pensamientos no estaban en claro, así que no podía serle clara a el. Intentaba de no ver sus historias pero era imposible, cada vez que abría Instagram su foto aparecía al lado de la mía indicando que había subido nuevas historias, tanto para todos con para mejores amigos, que por cierto en la última foto aparecía ropa de mina. Parecía aproposito, nunca subia historias y ahora que yo no quería saber nada con el aparecian mil historias.

Bufé y mire el reloj de mí celular, 19:45 PM. Quince minutos y podía volver al fin a mí casa. Tenía planeado ponerme el pijama y hace maratón de Netflix hasta mañana, ya que mañana y pasado eran feriado.

Mire por la vidriera, pasaba mucha gente. Con hijos, sin hijos, solos, solas, con pareja sin pareja. A veces me gustaría estar en la mente de otras personas.

Mi mirada salió de las personas cuando el típico ruido de la campana de la puerta sonó, rápidamente me pare derecha, esboce una sonrisa y dirigí mí mirada al cliente.

La sonrisa desapareció cuando vi a la persona que menos quería ver en estos momentos. Estaba ahí vestido con sus típicos joggings, su campera de Boca y una gorra.

—Mala— Hablo mientras se acercaba al mostrador.

—No puedo hablar, estoy trabajando— Hablé rápido a lo que el todo los ojos— Hay cámaras Mateo chau.

Obviamente estaba exagerando, pero no quería hablar con el.

—No me voy a ir— Hablo mientras se apoyaba en el mostrador—Si vine es para hablar.

—Que lástima— Dije mientras doblaba unas remeras que anteriormente le había mostrado a un cliente—Estoy trabajando, en otro momento será.

—¿Por que la complicas Malayka?

¿Por que siempre tenía que decir mí nombre? ¿No sé da cuenta que provoca cosas que no tienen que ser provocadas?

—No la complico Mateo, estoy trabajando—Dije largando un bufido.

—¿A qué hora salís?

—No te importa.

Largo una carcajada. ¿De que se reía el imbécil?

—Nose de que te reís, ¿te podes ir?— Pregunté mirándolo. Tenía una sonrisa de oreja a oreja— Dios Mateo,¿ que es lo que te da risa pelotudo?

—Como te haces la difícil.

—No me hago la difícil—Rodé los ojos— Soy así que chau.

—Hasta que no me digas a qué hora salís no me voy a ningún lado.

—Que pesado que sos Mateo.

Volvió a reirse.

—A las ocho chau—Dije haciendole un gesto con la mano.

—Te espero afuera y hablamos mientras te acompaño a tu casa así no te vas sola—Dijo dándose vuelta y caminando hacia la puerta.

—Te odio— Le grite.

—Yo también te amo— Dicho esto cerro la puerta.

Por la vidriera vi que se fue a sentar en unos bancos que estaban en la plazita que estaba enfrente, sacaba un porro y lo prendía. Quería fumar con el.

Los quince minutos pasaron volando mientras que seguía ordenando de un poco y me armaba un mini discursito en mí cabeza.

Cerré la persiana del lugar con el candado y Mateo ya estaba al lado mio con sus manos en los bolsillos del pantalón.

—Sos re denso, pensé que te habías ido—Mentira, si por cada remera que doblaba lo miraba por la vidriera.

—¿Que flasheas? Si te vi mientras me mirabas— Dijo mientras empezábamos a caminar.

Bufe y mire al cielo— Dame paz señor— Pedí.

Mateo largo otra risa.

—¿De qué querés hablar? Hacelo rápido— Hablé mientras sacaba mí celular y le avisaba a mí mama que no me espere en la esquina porque iba con Mateo.

—De porque me venís ignorando hace como cinco días y ahora no querés verme— Me miro.

No lo mires, no lo mires, no lo mires. Repetía mí mente.

—No se que me pinto—Dije levantando los hombros y mirando hacia la oscuridad de la noche.

—Si sabes solo que no me querés decir— Hablo mí acompañante.

—Estas re molesto Mateo, ¿que onda?— Hable— ¿Que onda la wacha en cinco días te cambio?— Pensé.

—¿Que wacha?

Lo dije en voz alta, que boluda.

—No se la del otro día yo que se— Dije restandole.

—¿Yo que te dije un día?— Lo mire y levanté los hombros— Que Trueno no tenía wachas.

—Sos re chamuyero Mateo- Dije pasándome las manos por mí pelo— Me das bronca chau.

Caminé más rápido. De verdad que me daba bronca que se haga el pelotudo.

—Dale Malayka— Agarró mí mano. Una corriente eléctrica recorrió mí cuerpo, me tiró hacia el.

—Basta—Dije intentando soltarme— Me haces mal.

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q onda perros? todo relleno pero bueno igual me gustó el cap

MALAYKA || TruenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora