Capítulo 14: El número 30

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La librería Perkins, ese era el próximo destino de Rowan North tras haber acudido a la celebración conmemorativa que daba el cierre definitivo a la central de los Cazafantasmas. Dicha librería era muy aclamada por los amantes de los libros descatalogados y Rowan estaba entre ellos. Era muy aclamada entre los ciudadanos, a diario cientos de transeúntes tanto habitantes de la ciudad como turistas posaban delante de ella para llevarse una instantáne y es que su fachada había sido calificada como la más hermosa de la ciudad, teniendo esta motivos propios del Art Nouveau en sus dinteles y oscuros cristales a través de los cuales no podía verse el interior, lo cual le otorgaba aún más un aura más misteriosa. 

Sin embargo, desde el interior de la tienda si que podía observarse sin problemas la calle. Encima de la puerta de acceso, rotulado con bellas letras podía leerse: Perkins. Su interior no desentonaba tampoco con su fachada y es que dicho establecimiento era de los más antiguos de la ciudad y se había transmitido de generación en generación en la familia Perkins. Ello lo convertía en el lugar favorito de Rowan, a quien le fascinaba lo vintage. Lo que no esperaba es el acontecimiento que había tenido lugar apenas hacía una hora.

En ese momento la luz vespertina comenzaba a diluirse y el cielo ya reflejaba un colorido preludio a la noche, sin duda uno de esos atardeceres que merecen toda la atención del mundo, tanta como para que Jillian Holtzmann parase a todo el grupo en mitad de la Avenida Madison para inmortalizar el momento en su smartphone. El grupo de jóvenes continuó paseando sin rumbo fijo y con una gran indecisión conjunta sobre el plan a seguir. Kylie que encabezaba el grupo, tenía pensado ir a un restaurante ambientado en el típico diner años 50. Y Sugirió animadamente al grupo ir hasta allí.

-Es un flipe, ¡tienen hasta gramola!

-¡Y las camareras van en patines!¡La leche, auténtico del todo!

-¿La comida es buena? -Preguntó Abby poco convencida.

-Brutal. La mejor. -Respondió Kylie.

-¿Económico? -Pregunto acto seguido Óscar mirando su cartera.

-Venga, Oscar, no te preocupes tanto, si te hace falta, yo te dejo y la próxima me invitas a algo, de todos modos no es tan caro! - Respondió de nuevo Kylie.

-Ya te digo. -Añadió Chris.-Pues guay ¡entonces vamos!. -Dijo Jillian.

-Lo único es que queda un poco lejos de aquí pero con el metro no tardaremos tanto en llegar. Así haremos más hambre también. 

-¿Cómo de lejos? A mi no me importa andar -Dijo Óscar.

-Ni a mí. -Agregó Jillian Holtzmann.

-Pues  id vosotros andando, nosotros vamos en el metro. -No tardó en contestar Abby.

-Está a tres horas andando desde aquí, para cuando llegáseis ya habríamos cenado de sobra.

-¡¿TRES HORAS!? -Exclamó Oscar. -Me gusta andar pero no estoy tan loco. Mejor metro.

Y de esta manera los cinco jóvenes emprendieron su camino al diner 57's All American Grill de Francis Lewis Boulevard adentrándose en la boca de metro más próxima a ellos.

[Museo de Arte de Manhattan 18:50]

Nuevamente se le había hecho tarde, pero había completado de manera excelente la restauración que le habían asignado. Estaba muy satisfecho con el resultado. En la sala, se encontraban también las obras de los demás aspirantes al puesto, un único puesto para el mejor de ellos, el resto debería seguir en formación dos años más o retirarse y probar suerte en otro museo o galería de arte de un caché menor. Sabía que había realizado un trabajo impecable y que sus posibilidades habían aumentado, pero... un turbio pensamiento cruzó por su mente y se acercó a la obra de Camile Poha de la cual retiró el tejido que la protegía. Quedó maravillado ante la belleza de su restauración, que a pesar de que aún le quedaban algunos detalles, ya era perfecta, sus pinceladas eran delicadas y suaves y estaba ejecutado de forma magistral, tanto así que apenas eran notables las partes sometidas a restauración. A juicio de cualquier restaurador que se preciase, el resto de aprendices aspirantes no podían hacerle sombra a tal talento, ni tan siquiera él mismo... sentía rabia e impotencia y en ese preciso instante lentamente alzó el brazo y su temblorosa mano, que aún sujetaba su pincel con restos de pigmento.Fue acercándose al lienzo hasta tocarlo. Miró en todas direcciones, el vigilante de seguridad no solía pasar por esa sala, pero por cautela. Volvió de nuevo su rostro al lienzo y por un momento casi se echaba atrás... pero tenía que hacerlo, de lo contrario no lo conseguiría. Y finalmente sin muchos miramientos, añadió trazos aleatorios a la obra de Camile en las zonas que había restaurado. Una vez acabó, volvió a taparlo. No era muy considerado llegar a su objetivo de esa forma, pero lo conseguiría de cualquier manera, un pequeño remordimiento de conciencia no iba a impedirlo. Acto seguido guardó todo el material en su bandolera y abandonó la sala. Al bajar las escaleras encontró al guarda de seguridad, se despidió con algo de nerviosismo que al parecer el vigilante no percibió y se apresuró en dejar atrás el museo. 

Cazafantasmas 3 - El RegresoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora