1972, Argentina.
Manuel entró como si nada a la pequeña casa de los Palacios, Era como su segunda casa, cuando entró vio como la madre de Mateo se acercaba a él.
—Manu.—La mujer lo recibió con un beso en la mejilla, este solo pudo poner su sonrisa de costado.
—hola..¿Y Mateo?—La castaña guió a el joven a la sala, donde estaba Mateo y su padre sentados en el sillón, delante de ellos estaba aquella pequeña mesa de madera.
Y ahí estaba, el pelinegro, se le notaba sereno, estaba sentado en aquel sillón familiar junto con su padre de lado.
Sonrió y se sentó en la silla donde casi siempre se sentaba cuando venía.
—mira pendejo..—bueno, ya estaba acostumbrado a esos apodos de Pedro.—mañana , vos y Mateo van a la joyería de Pepe, aproximadamente a la noche si es posible, ¿dale?—si, así es, Mateo, Manuel y Pedro formaban el equipo perfecto de delincuentes en la zona.
—bueno dale, no hay problema.—la mirada oscura se hizo presente, la mirada que solo Manuel podía hacer, una mirada que no se podía describir, o algo así.
—¿entonces te quedas a dormir?así no tardas tanto para mañana.—la voz ronca de Mateo se escuchó en la sala, El autoestima de Manuel se fue a la mierda, bueno, siempre, cada vez que veía a ese chico todo se le daba vuelta, aun así, no lo consideraba amor solo eran compañeros de este trabajo, eran un dúo que no se compara con nada.
—obvio.—soltó sin problema, Manuel ya estaba acostumbrado a compartir cama con el morocho, pero de esas cosas no se hablaba, no.
Ok, voy a tratar de narrar bien y no como pelotuda, se viene N O V E L A Z O gente.Ni en pedo la cancelo a esta ah.