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Mateo había escuchando bien las palabras de su viejo hacia Manuel, dejó caer el vaso con jugo cuando vio como Manuel salía de la casa, dirigiéndose a su moto.

—Manu, ¡espera!no te enojes boludo—dijo antes de que se suba a aquella moto.

—¡Tu viejo de mierda me amenaza con entregarme y después huir como un cagón de mierda! ¿Y decís que no me enoje?—el rostro de Manuel estaba rojo de furia, su mandíbula estaba apretada, por un momento ese rostro de ángel había desaparecido.

Su mirada mostraba oscuridad y miedo, El Manuel que Mateo conocía se había ido, ese no era Manuel, no era un ángel.

Subió a la moto ajena, arranco pero se detuvo al ver como Mateo se había puesto en el medio.

—¿vos estas loco pibe? ¿Queres que te atropelle?—freno Manuel, mirando a Mateo que se ponía a su lado.

—¿te quedas a cenar?—¿por que le preguntaba eso después de que se enojara con el viejo de él?

—¿me estás jodiendo confite?me enoje con tu viejo y me decís que me quede a cenar, nah, sos un capo.—y arranco, dejando ahí a Mateo, parado, mientras veía como como Manuel se alejaba en esa moto celeste.

—¡vos te lo perdes!—grito para volver a su casa.

Para Manuel  todo era un juego de policías y ladrones, si te atrapan, fin del juego, pero eso dice que no volverá a ver a Mateo en su vida, y eso lo hacía sentir de una manera que nunca había sentido.

𝐒𝐈𝐌𝐏𝐋𝐄𝐌𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐀𝐍𝐆𝐄𝐋𝐈𝐂𝐀𝐋: 𝐭𝐫𝐮𝐞𝐩𝐥𝐢𝐤 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora