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Habían amanecido bien, Eran las una de la tarde y los dos chicos aprovechaban para ver a sus chicas; si, tenían novias.

Las dos eran unas gemelas muy apuestas, cabello rubio y brillante, ojos azules como el cielo y guita, mucha guita.

Los dos se miraron antes de tocar el timbre de aquella casa que les pertenecía a las gemelas, esta estaba adornada de flores de color rosa por todo el césped.

Manuel fue el que tocó el timbre.

Nada.

—¿por que tardan tanto?—Dijo el de pelo largo mientras apretaba el timbre varias veces, paró cuando vio que una de ellas había salido.

Manuel no sabía que decir, ¿por que? No sabía si era la novia de Mateo o la suya.

Eran idénticas.

—Manu..—está se apoyó en la puerta, mirando de pies a cabeza a él de pelo largo.

—¿vo' sos mi novia?—y bueno, no hay que culparlo a él, las dos eran idénticas, y si, eran gemelas.

—no..ahora la llamo.—Manuel se exaltó al escuchar el grito de una de las gemelas llamando a Marisol, si, ese era el nombre de la novia de Vainstein.

Y ahí llegó, el pelo le llegaba hasta la cintura, al igual que su otra hermana, su cabello rubio brillaba como siempre solía hacerlo, pero su rostro no era de felicidad.

—Hola—Hablo Manuel, abrió sus ojos al ver que la puerta se había cerrado, los dos se miraron, tratando de descifrar de lo que pasaba.

—¿se habrá enojado?—tristeza invadió a Manuel, no le gustaba que la gente sea así con el, el también tenía su lado sensible aún que no lo demostrara.

—capaz...—Mateo palmeó el hombro de su amigo.—¿vamos?—Manuel asintió.

Los dos caminaban, no sabían de qué hablar, el silencio bastaba.

A Manuel se le cruzó en la mente cuando conoció a Mateo, el primer día de clases.

Los dos estaban en la sala de espera para hablar con el director, los dos chicos habían tenido una fuerte pelea, dejando herido a Manuel.

Mateo miró a aquel chico, su gran melena y su rostro angelical, ¿que se creía?

Mateo bajo su mirada al piso al ver como el aquel joven escupió la sangre que tenía acumulada en su boca debido al golpe que llevaba, muy cerca de los zapatos de él morocho.

—me llegas a manchar el pantalón y te lo hago limpiar con la lengua.—le advirtió.—¿oíste?—

Miró a el muchacho que estaba a su lado, viendo cómo sonreía ¿que le causaba tanta gracia?

—linda ñapi me pusiste, ahora me voy a tener que poner un bife.—la voz de El chico era ronca a pesar de su apariencia angelical.

—¿te gusta que te peguen a vos? ¿O que?—la tensión se notaba desde un principio, una tensión sexual mezclada con bronca.

Vainstein mordió su labio, tocándose delicadamente la zona donde Mateo le había pegado, Mateo estaba ahí, embobado, viendo los labios de el menor.

—me pegaste como una nena.—eso enfureció a Palacios, se sentía incrédulo.—no sentí nada—Manuel agarró su mochila y se fue de ahi.

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𝐒𝐈𝐌𝐏𝐋𝐄𝐌𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐀𝐍𝐆𝐄𝐋𝐈𝐂𝐀𝐋: 𝐭𝐫𝐮𝐞𝐩𝐥𝐢𝐤 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora