Y ahí estaba el, un enviado del cielo, un espía de Dios.
Caminaba como si nada le importara, su arma le acompañaba en el bolsillo de su campera, su melena larga brillaba mientras iba a la casa de los Palacios.
Manuel Vainstein, un chico de 17 años que vivía en una familia de clase media, madre y padre amorosos, él no tanto.
En el barrio era conocido por su rostro angelical, se le veía como un nene, buena educación y una familia agradable.
Simplemente angelical.
Antes de que lo leas, te aviso que será medio LocA y turbina.
😔✌🏻