Capítulo 10

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Me intento levantar de la cama pero el brazo de Kian me agarra por la cintura impidiéndomelo. Me giro y le doy un beso corto haciendo que abra un ojo.

—Me tengo que ir a trabajar —digo acariciándole el pelo.

—No vayas —dice dándome besos y poniéndose encima de mi.

—Tengo que ir.

Él hace un puchero y yo le doy un rápido beso mientras me escapo de sus brazos cuando se distrae. Me tapo con una manta para que no me vea desnuda.

—No te tapes. Al menos déjame disfrutar de las vistas un poco más...

—Sigue durmiendo, voy a ducharme.

—¿Quieres que te lleve al estudio?

—No hace falta —contesto—. Duerme y ya cuando desayunéis los dos si queréis os vais y sino os quedáis.

—Está bien.

Me meto en mi baño y diez minutos después estoy ya duchada. Me peino y dejo que mi pelo se seque al aire mientras me voy maquillando. Cuando estoy lista me pongo la ropa interior y voy de nuevo a mi cuarto donde Kian está tirado en la cama con el móvil. Me visto¹ y preparo todo lo que debo de coger, después voy hasta la cocina y preparo café para Kian. Vuelvo a mi cuarto y me acerco a Kian par dejar un beso en sus labios.

—Me voy, te dejo las llaves y te llamo luego para quedar y que me las devuelvas.

—Está bien, nena.

Salgo de casa y voy hasta el estudio andando mientras decido mandar a Dani un mensaje diciéndole que debo hablar con ella y que la llamo cuando salga de trabajar o que me llame ella esta tarde. Necesito hablar con alguien lo que sea que pasase ayer entre Kian y yo, intentar averiguar en qué punto estamos ahora y qué se supone que debo hacer de ahora en adelante. 

Cuando llego al estudio y veo dentro a Pablo y Natalia, mi otra compañera, me extraño ya que nunca hay tres personas en un mismo turno. Al verme llegar, Pablo sale antes de darme tiempo a entrar:

—El jefe dice que tiene que hablar contigo y no parecía tener buena cara. Me ha dicho que en cuanto llegases fueses a su despacho...

—No me digas eso... —le digo temiéndome lo peor.

Entro al local y me acerco directamente a donde está su despacho, llamo a la puerta y, cuando me lo indica, entro. Su cara es bastante seria lo cual es bastante raro ya que, aunque no suele tener una cara de felicidad, la que trae hoy no me transmite buenas vibras.

—Me han dicho que querías hablar conmigo —susurro y él me hace un gesto para que me siente.

—Verás, Ginger... Lamento mucho tener que decir esto y más a ti pero debo de decirte que no vas a continuar trabajando con nosotros de ahora en adelante. De verdad que me duele mucho tener que hacer esto pero me he visto obligado a tomar estas medidas.

¿Oís eso? Me está rompiendo el corazón.

Sinceramente todo esto me huele a Carla y a que ha ido a llorarle a su papá como si tuviera cinco años...

—¿P-puedo saber p-por qué? —pregunto reteniendo las lágrimas.

Me está doliendo mucho esto. Ahora que todo iba bien, que me volvía a sentir completa por primera vez en mucho tiempo, se desmorona. Después de mucho tiempo había conseguido un trabajo que me gustaba, me había costado dinero y tiempo conseguirlo pero era lo que me llenaba y me hacía sentirme orgullosa porque había conseguido sacarme un curso totalmente por mi cuenta, con esfuerzo dedicándole horas, con mi dinero... Había conseguido un empleo que me gustaba, que me encanta, que me hace desconectar de todo cuando dibujo sobre la piel de alguien y, buf, la satisfacción de un cliente es gloria para mi sistema. Y ahora me dicen que tengo que dejar de trabajar en esto o por lo menos en este lugar dónde he conocido a unas personas geniales como son Natalia y Pablo.

—Me he visto obligado a hacer un recorte de plantilla —dice mirando la pantalla sobre su mesa.

—Perdona, pero no puedo creerte cuando ni si quiera me miras cuando me hablas.

—Mira, Ginger... —comienza pero calla al no saber como continuar su justificación.

Esto me está empezando a tocar las narices.

—¿Sabes qué? Olvídalo, está claro el porqué me estás echando, simplemente quería comprobar si tenías los mismos huevos para decir porque me despides como los que tienes para hacerlo, solo eso, pero ya veo que no —hablo cabreada.

—No hace falta ponerse así.

—¿Qué no hace falta? Estoy perdiendo mis ingresos y el trabajo que me gusta, ahora me veo en un problema para encontrar trabajo porque no está la situación económica de manera que hay trabajo para todas las personas y yo tengo que mantener un alquiler, mi alimentación y todos los gastos que conlleva mi existencia. Pero está bien. Pon ahora a tu hija a trabajar aquí si me echas por su culpa.

Salgo del despacho sin darle tiempo a contestarme y cruzo toda la recepción del local mientras oigo a mis compañeros llamarme. Dejo el estudio atrás mientras las lágrimas se escapan de mis ojos pero paro cuando alguien me coge por  el brazo. Cuando giro la cabeza veo a Pablo quien al verme me abraza fuerte. 

—Ya está, ya pasó, Gin... 

—M-me ha des-despedido, joder. Me ha echado p-por un motivo to-totalmente ajeno a él, a su es-estudio y a m-mi trabajo. Me ha-ha echado por-porque dejé la relación que tenía c-con su hija. Es que n-no me parece justo, ¿y-yo ahora q-que hago? ¿D-de d-dónde cobro?

—Sh, ya está. Te ayudaré a buscar algo, ¿vale? Ahora vete a casa, relájate, tómate algo, no se pero céntrate en otras cosas y no hagas nada de lo que luego te puedas arrepentir, ¿vale?

—N-no puedo i-ir a casa, e-está Kian —susurro.

—Kian, tu ex. Ya me contarás esa historia pero ahora debes ir. Dile lo que ha pasado, pídele trabajo, al fin y al cabo también tiene un estudio, ¿no?

—No voy a hacer eso, voy a pasar por un estanco, comprar tabaco y luego me iré a un bar.

—Gin, no hagas eso, pequeña...

—Sí, es justo lo que voy a hacer, Pablo.

Y sin decir nada más, me suelto de sus brazos y continuo andando sin rumbo alguno más que conseguir una caja de cigarrillos y una buena botella de vodka.

After chaos. [TMC#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora