Capítulo 20

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Bueno, quería daros una pequeña sorpresa y, aprovechando que quedan tres capítulos (aparte del epílogo), he decidido publicar dos para que al menos os entretengáis un ratito. Espero de todo corazón que os gusten y que estéis todxs bien en estos tiempos que corren. Muchísimas gracias por los votos, los comentarios o simplemente leer cada capítulo, de verdad 🥰🥰

Maratón 1/2

Despierto por los lloros de Jack y veo que Kian hace lo mismo a mi lado.

—Duerme, ya voy yo —le digo mientras me levanto.

—¿Segura? —me pregunta y asiento.

Salgo de la habitación y cruzo el oscuro pasillo, cuando llego a la habitación del pequeño, enciendo la luz y lo veo en la cama. Me acerco a él y lo cargo en mis brazos.

—¿Qué pasa, amor? —le pregunto mientras limpio sus lágrimas.

—Estaba ocuo y tenía mieo —me contesta entre sollozos y lo miro con ternura. 

—Pero, mi amor, no pasa nada porque esté oscuro.

—Había un monstuo —dice y lo abrazo contra mi.

—¿Quieres venir con nosotros a dormir? —le pregunto y él asiente. 

Sonrío y levantándome de su mullido colchón vuelvo a nuestra habitación. Lo meto en la cama y luego me meto yo, Jack queda entre su padre y yo y Kian lo mira.

—¿Qué pasa, cariño? —le pregunta.

—Había un monstuo y tenía mieo —le contesta mientras se acurruca a mi lado.

Yo le miro enternecida y lo abrazo pegándolo contra mi. Su padre nos mira embobado y deja un beso en mis labios. En cuestión de segundos la respiración de nuestro niño se vuelve lenta y pausada y ambos lo miramos sonrientes. Es precioso. Poco después caigo yo rendida y se que mi chico no tarda en hacerlo.

Despierto y sonrío al ver a mis chicos dormidos. Me separo de Jack sin que se despierte y este, al notar el vacío, se gira para abrazarse al musculoso brazo de su padre. Salgo de la habitación con paquete de tabaco y mechero en mano y voy hasta el balcón. Me apoyo en la barandilla y, encendiendo un cigarrillo, contemplo la ciudad que se alza ante mi. Coches de aquí para allá, gente con bolsas, parejas, familias... 

Me sobresalto cuando noto unas manos en mi cintura pero veo que son las tatuadas de Kian. me giro y doy un beso sobre sus labios. Él sonríe y yo lo hago de vuelta.

—¿Qué te apetece desayunar?

—No tengo hambre, me tomaré un vaso de zumo —le digo.

—¿Estás bien? —pregunta preocupado.

—Sí, sí, solo no tengo hambre.

—Está bien, iré a hacer zumo de naranja. 

—Gracias, amor.

Termino mi cigarro y entro de nuevo. Voy hasta la cocina y veo a Kian exprimiendo unas naranjas. Le doy un beso en la mejilla y le pregunto sobre dónde puso mis pastillas cuando ordenó las cosas. Él me contesta señalando el armario pero cuando lo abro y veo la caja pero no llego hasta ella.

—Kian, no llego —digo mientras me estiro.

Él aparta la vista de mi zumo y gira la cabeza para verme, suelta una carcajada y viene para ayudarme. Poniéndose detrás de mi, se estira y coge la caja.

—Toma, enana —me dice.

—Eres idiota —le digo.

Me la tomo, él me mira y se ríe negando con la cabeza.

—¿Qué pasa?

—Me estaba acordando de aquella vez que casi te mueres y me tocó salir corriendo de la discoteca. Fue el primer día juntos.

—Me salvaste de morir en manos de una pastilla de GHB.

—Realmente te salvó Dani, fue ella quien te pinchó.

—Bueno, tú quién supiste qué hacer.

—Eras una inconsciente.

—Papi, mami, hay regalos —nos interrumpe el pequeño.

Me ha llamado mamá, creo que voy a llorar.

—Sí, mi amor. Ha venido Papá Noel.

Salgo a su encuentro y lo cojo en mis brazos con los ojos llenos de lágrimas. Lo abrazo con fuerza y lleno su carita de besos.

—Venga, campeón, abre los tuyos.

Peo, ¿cuaes son míos?

—Ven, yo te los doy —le digo mientras nos siento a los dos en el suelo.

Yo le alcanzo los regalos que le pertenecen y él empieza a desempacar cosas. Unos legos y una granja de Playmobil vienen por parte de su padre, de la mía un peluche de jirafa, una par de películas para niños y un par de zapatillas. Él está emocionado y quiere que abramos los nuestros así que su padre es el que empieza, al romper los papeles que envuelven lo que he comprado encuentra una sudadera que se que quería, un perfume que huele terriblemente sexy y un reloj. Me besa y me susurra que es precioso toso para que Jack no lo escuche. Yo cuando abro mis cosas encuentro unos mom jeans, un jersey beige precioso y un colgante que lleva una K.

—Es genial, Papá Noel ha acertado de pleno —digo sonriente.

—¿Podemos ve una pei de as nuevas?

—Mañana, Jack. Ahora hay que ir a casa del tío Max —le dice Kian.

Los tres desayunamos juntos y luego nos preparamos para ir a casa de mi hermano donde nos reuniremos todos. Kian está nervioso aunque no lo quiera admitir y realmente no debería. Tiene una relación estrecha y buenísima con mi hermano, con Stephen se llevará genial a la mínima que lo vea entrar porque le encantan los tatuajes y con Connor y Ben no va a haber ningún problema. Pero por más que se lo digo, no me hace caso.

Salimos de casa y ponemos rumbo a casa de Max, por el camino, Jack casi se duerme en el pecho de su padre y es que el pequeño tiene una capacidad brutal de quedarse dormido en cualquier lugar. Al llegar, Emily nos abre con su enorme barriga y yo me abalanzo a ella.

—Mi niña, estás tan guapa —me dice.

—Estás guapísima, el embarazo siempre te hace ver tan bonita...

—Bueno, pasad, pasad —dice pero se para a darnos besos a todos, en especial a Jack quien se ríe.

Kian entra con él todavía en brazos y cuando pasamos al salón veo a todos allí.

—Bueno, antes de nada, os presento. Kian, Jack, estos son Ben, Connor, pareja de Connor y Steph —digo señalándolos respectivamente— Familia, ellos son Kian, mi pareja, y Jack, nuestro hijo.

After chaos. [TMC#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora