CAPITULO 37

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Al abrir los ojos, estaba sobre césped. Se levantó y sintió un ligero dolor en su espalda, miró a todos lados y no reconoció el lugar, pero recordó que no estaba solo.

—¿Thysthy? — la llamó.

Miró a su derecha y vio lo que antes fue una cabaña, ahora derrumbada y calcinada, a un lado vio Thysthy, sentada sobre una banca mirando hacia el bosque. Se acercó en silencio y con cuidado, pues hasta caminar le dolía.

—¿Dónde estamos?

—Aquí vivía, esa era mi casa, estamos al otro lado del reino, el castillo está a tres o cuatro días de aquí. Encontré sus cuerpos, y los enterré — respondió, sin dejar de mirar el bosque.

El príncipe miró hacia la parte de atrás de lo que quedó de la casa, y vio dos montículos de piedras, no se imaginaba lo difícil que había sido para ella hacer eso sola.

—¿Qué fue lo que pasó? — volvió a preguntar.

—Greiton me apuntó con su arco, y tú te interpusiste así que la flecha se incrustó en tu espalda, tenía una especie de veneno y por eso te duele, una vez más me intentaron matar y una vez más no pude hacer nada — dijo entre dientes, furiosa consigo misma.

—No fue tu culpa — le dijo poniendo una mano en su rodilla.

—Yo creo que sí, después de todo, no estaría aquí de no ser por Rommel, Ailani, los hombres de las cuevas, Greiton, Pertia y tú, todos salvaron mi vida en algún punto y siempre dejé que fuera así, aprendí a controlar mi magia y mis poderes como diosa, pero de qué sirvió, si al final lograron matarme — lanzó su collar a los restos de la casa y se sentó en el pasto, frustrada y triste.

Teban se levantó y caminó hasta la casa, tomó el collar y regresó a sentarse a su lado, guardó silencio unos momentos, pensando en lo que diría. Sabía por lo que la chica había pasado, mas no se imaginaba lo que sentía.

—Sí, quizá tengas razón, pero en tu camino aquí también ayudaste a otros — le dijo al cabo de un rato.

—¿A quién? — respondió de mala gana.

—A mi hermana, a mí, al reino — comenzó —. Tu profecía dijo que salvarías a Carpoge y que reinarías, el cómo no estuvo claro, pero el punto es que tú debías estar aquí, hoy. Olvida eso de que todos te salvaron, lo hicieron por amor y porque sabían que tu vida valía más, que tu presencia en este juego sería crucial.

—Ni siquiera pude defenderme de Greiton...Nékros tenía razón, los humanos son egoístas — murmuró, abrazando sus piernas y haciéndose pequeña, sintiéndose un poco segura.

—Ese no era Greiton — le dijo.

—¿De qué hablas?

—Greiton fue enviado a Carba, una prisión en el mar de almas, Eren lo puso ahí como guardia o algo así — explicó.

No lo comprendió, toda la situación le parecía extraña. Suponía que el príncipe tenía razón y su propósito en la tierra era más importante, su destino era llegar al castillo y vencer a la oscuridad, los medios o circunstancias en las que se lograra no importaba pues el día había llegado.

Miró las tumbas de su madre y abuela, volteo a mirar el mar y por último a Teban, nada había sido casualidad, toda su vida, al menos hasta este punto, había estado planeado con suma delicadeza, hasta el último detalle. Si nada era al azar eso significaba que ella vencería a la oscuridad, era su destino y su obligación con el reino y su familia. Los Quires esperaban su señal, todos ya estaban listos para el gran momento de la batalla final.

—Hay que irnos, el eclipse no esperará por nosotros — dijo poniéndose de pie y caminando hasta el rio.

Su gran aventura había comenzado ahí el día que encontró a Rommel, y ese sería el lugar donde iniciaría otra gran aventura. Tomó la mano de Teban y fijó el castillo en su mente.

—Metafere — dijo con seguridad.

Cuando volvió a abrir los ojos, ya estaban en el estudio de Melek, el anciano no se asustó al verlos aparecer de la nada, así que cerró la puerta rápidamente.

—Me alegró que estén aquí, príncipe Teban, vi a su hermana ser llevada por los guardias al calabozo — le dijo apresuradamente.

— ¿Qué? — dijeron ambos.

— Fue orden de tu padre.

—Teban, saca a tu hermana del calabozo y sácala del castillo, yo me encargo del rey y de la oscuridad — dijo, para este punto, lo único que ella quería era mantener al príncipe lejos de la torre.

Él asintió y salió corriendo en dirección a los calabozos.

—No olvides lo que te dije, Thysthy — recordó Melek.

—Cómo podría — le respondió.

Corrió hasta la torre norte y para su buena suerte, el camino estaba libre, aunque también le resultó extraño. Al llegar, vio a Eren dibujar un símbolo extraño con varias estrellas, se pegó a la fría pared y murmuró.

—Eláte se me.

Los Quires, la profundidad del bosque Mebe, la escucharon. Tomaron sus armas y corrieron a través del bosque aullando y emitiendo gritos de guerra, llamando a otras criaturas a pelear a su lado.

El rey escuchó como el bosque despertaba y las criaturas se avecinaban.

—Asegúrate de que ninguna criatura se acerque, espero eso sí puedas hacerlo, Eren — ordenó el rey.

De mala gana, Eren saltó del balcón transformándose en águila. El rey daba vueltas por la habitación a la espera de que el eclipse comenzara, en ese momento Thysthy entró.

—Rey Heruces, aun no es tarde para detener esto — dijo mientras se acercaba.

—Eres más dura de matar de lo que pensé — respondió, retrocediendo.

—Por favor majestad, ya sé lo que Nékros le prometió, pero...

—¡Tú no sabes nada! — interrumpió.

—Lo que hará, no es lo ella hubiese querido — volvió a hablar.

—¡Cállate!

El rey tomó su espada y se preparaba para atacarla.

—Gladio — dijo Thysthy, haciendo que la espada de Rommel apareciera en su mano.

La sujetó con fuerza, tal y como Greiton le enseñó; el rey se abalanzó a ella sosteniendo su espada en lo alto, ella bloqueó el ataque y lo alejó de una patada. Si peleaba con él, tal vez el eclipse pasaría y él no tendría oportunidad de entrar en el círculo.

Mientras tanto, Teban llegaba al calabozo y vio a su hermana en la primera celda. Se acercó rápidamente y se alegró al verla intacta con su vestido de la noche anterior.

—¡Teban! — dijo Kadys con alegría.

—Te voy a sacar de aquí — dijo buscando las llaves.

—No lo creo.

Un guardia apareció a su espalda y con su daga en mano intentó apuñalar al príncipe, pero la daga, al entrar en contacto con el cuerpo del príncipe, se rompió, como si fuera de madera y hubiera chocado con acero. Los tres se asombraron por eso, pero sin dejar que el tiempo pasara, el príncipe golpeó con fuerza al guardia y este se tambaleó hacia atrás, de inmediato se repuso y envistió al príncipe hasta que cayeron en el frío piso del calabozo.

Teban se defendía de los golpes mientras pensaba en cómo zafarse, pero fue Kadys quien a través de los barrotes de su celda jaló al guardia de su capa, alejándolo lo suficiente de su hermano para que él pudiera comenzar a golpearlo. Sabiendo que no podría pelear más con él, Teban se levantó y corrió hasta el muro, tomó una de las antorchas apagadas y golpeó fuertemente al guardia en la cabeza. Calló abruptamente al suelo y no se movió, Teban tomó las llaves y abrió la celda de su hermana, quien de inmediato lo abrazó

—Me alegro de que estés bien, tenemos que irnos — jaló su brazo hasta la salida.

—No, Thysthy está en la torre norte, debo ayudarla — dijo soltándose de su agarre.

—No, Teban, no puedes ir.

—¿Por qué?

—Es lo que él quiere.

Thysthy y la profecía | #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora