CAPITULO 31

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Abrió los ojos de golpe y dio una gran bocanada de aire, estaba acostada y se sentía mojada y con frío. Se levantó y esas sensaciones desaparecieron, vio a su alrededor y no vio nada más que un cielo nocturno con miles de estrellas que resplandecían con fuerza, miró hacia sus pies y se dio cuenta de dos cosas: que no tenía zapatos, y de que estaba de pie sobre agua, vio los peses nadar por debajo y se preguntó, por qué no se hundía.

Se sintió perdida, todo lucia igual para cualquier lado que mirara, pero a pesar de eso, no tenía miedo. Eligió un punto y dio un paso en esa dirección, cuando lo hizo, el agua resplandeció justo donde puso su pie, un brillo blanco. Dio otro paso y el brillo apareció de nuevo, al ver que no ocurría nada más, siguió avanzando en esa dirección y el brillo seguía apareciendo.

Caminó por un largo rato, y no llegaba a ningún lado, comenzaba a cansarse pero no se iba a rendir tan fácilmente. Hasta que llegó un punto en el que se sintió demasiado cansada y ya no podía seguir caminando, así que se sentó y al hacerlo sintió como el agua la cubría poco a poco, se levantó lo más rápido que pudo y siguió caminando. Cuando sintió que las piernas le fallaban, vio algo brillar en el agua, en lo que parecía ser el fondo, parecía un objeto pequeño, pero no sabía que tan profundo estaría.

Se inclinó un poco y calló al agua. Nadó para subir y mantenerse a flote pero no lo lograba, algo la seguía atrayendo al fondo, volvió a ver el objeto y éste brilló aún más, entonces lo comprendió: debía ir por él. Nadó al fondo, pero no sintió ahogarse, siguió y al estar a un par de metros de él, comenzó a faltarle el aire.

Pateo y pateo con fuerza para impulsarse, estiró su mano y lo tomó, sintió desmayarse cuando fue expulsada del agua con fuerza. Respiró y tosió varias veces, cuando su respiración se normalizó, se levantó y vio que a pesar de haber estado en el agua hace unos minutos, estaba completamente seca. Abrió su mano y al fin pudo apreciar mejor el objeto, era pequeño, cabía perfectamente en su mano, con forma de un ave pequeña, y a pesar de haberla visto brillar como si estuviera hecha de algún metal precioso, ahora era de piedra. La reconoció como una paloma, y por más que lo intentó, no supo qué significaba.

— ¿Tan tonta eres que no sabes lo que significa?

Volteó y se quedó en shock. Era ella, pero con el cabello y ojos color negro en su totalidad, sus brazos era negros desde la punta de los dedos hasta sus codos, como si estuvieran quemados, con líneas de color rojo cual fuego.

— ¿Quién eres? — preguntó con miedo.

—Soy tú, niña tonta, bueno... — la miro de arriba abajo con asco — una mejor versión de ti.

— ¿Estoy muerta? — preguntó.

—Eso quisieras — dijo entre risas.

— ¿Entonces dónde estoy?

—Esa mortal no te explicó nada, este es el camino de estrellas — dijo y desapareció.

— ¿Qué?

—Eso que tienes ahí, es tu corazón — volvió a hablar, apareciendo detrás de ella.

Miró la roca y no entendió cómo eso podía ser su corazón. Al ver su cara de confusión, la otra Thysthy le arrebató la piedra y volvió a hablar.

—Solo hay una persona que te puede explicar esto, pero ahora estás casi muerta, y ya no hay nada más que hacer — se burló, dejando caer el objeto.

Thysthy se lanzó y lo atrapó antes de que cayera, lo abrazó contra su pecho y suspiró con alivio.

—Vamos, sé que quieres ver a tus madres, así que, entrega el corazón y Nékros vendrá por ti para llevarte con ellas...ya no volverás a la tierra, ¡adiós sufrimiento! — exclamó su copia con fingida alegría.

Thysthy y la profecía | #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora