CAPÍTULO 4

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Depresión Comunitaria.

POV Ranma.

-Akane—la llamé, sintiendo una alegría más que inmensa cuando posó sus castaños ojos sobre los míos. Tres meses sin verlos y ahora están ahí, delante de mío.

Tofú viene detrás de mí. Llegué al hospital rápidamente después de que Tofú llamara a mi móvil para decirme que Akane había despertado. No desperté a la familia porque eran las cinco y media de la mañana cuando salí corriendo hacia la clínica, pero sí les dejé un recado.

Mi primera idea fue entrar, pero por delicadeza decidí tocar. ¿Quién sabe? Algún doctor podría estar checándola. Tenía unas ganas de verla tan intensas, que el corazón martillaba contra mi pecho más de emoción que por la frenética carrera al venir. No tardó mucho en salir de la habitación el doctor Tofú, serio.

-Ranma, debo decirte algo...

-Después.

-¡No, Ranma...!

No lo escuché, solamente entré y la vi sentada observándome con sorpresa. Me acerqué a su cama y agarré la misma mano que siempre sostenía cuando velaba sus sueños por las tardes sin faltar un solo día.

-¿Estás bien?—le pregunté, inclinándome para estar a la altura de su cabeza.

Sé que cuando ella tuvo su accidente no estábamos en los mejores términos. Tras la boda arreglada, habíamos terminado como amigos y nada más. Discutíamos más que de costumbre y esa rutina me estaba cansando realmente. Pero, al menos por el pasado, pensé encontrar en sus ojos una mínima señal de alegría cuando me viera; semejante a ese brillo que la iluminó cuando me observó entrar por la ventana del consultorio del doctor, al fracturarse ella su pierna.

En vez de eso, encontré una duda inmensa en sus ojos, una confusión que jamás hubiera imaginado en la segura Akane Tendo. Después, un dolor e inseguridad... no estaba entendiendo nada de sus reacciones. Sopesando, terminó por hablar.

-¿Quién eres?

No era broma. Simplemente supe que no era broma; porque su mirada tan intensa reflejaba esa pregunta en cada una de sus expresiones. Sentí un dolor en mi pecho, y un asombro demasiado fuerte como para impedirme hacer la más estúpida de las preguntas que, sin embargo, debía ser mencionada:

-¿No me recuerdas, Akane?

Sus ojos brillaban por lágrimas formándose ¿Será, acaso, que sentía tristeza por mí o por ella? No lo sabía a ciencia cierta. Simplemente apretó más mi mano, que de por sí ya le había dejado los dedos morados, y respondió.

-No.

Fue suficiente. Debía controlarme o aquí mismo estallaría la rabia que comenzaba a consumirme. Un dolor demasiado complejo e intenso como para comprenderlo yo mismo al primer momento. Escuché que ella respingó y solo entonces pude percatarme de que apretaba demasiado su mano. Sin mirarla en ningún momento a los ojos, la solté.

-Hablemos afuera Ranma, por favor—el doctor Tofú colocó una mano sobre mi hombro para darme ánimo mientras lo seguía como zombi afuera de la recámara.

-Volvemos en seguida—dijo a Akane, antes de cerrar la puerta y llevarme al otro lado del pasillo para que nadie escuchara.

Mi mirada estaba perdida en algún punto lejano que no reconocía y además, había entrado a un estado de inconsciencia. Exactamente el mismo de Jusenkyo, cuando la creí muerta. La situación no era muy diferente en esta ocasión.

-Ranma ¿Me estás escuchando?

Alcé la mirada. La verdad, ni estaba enterado de que teníamos una conversación. Negué, a lo que él suspiró.

Ranma 1/2: La Última VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora