CAPÍTULO 19

641 50 0
                                    


Confesión.

POV de Akane.

Ver el cielo era sin duda alguna un espectáculo hermoso al atardecer, sobre todo cuando estás sentada encima del techo donde el viento cálido te quita el calor y puedes alejarte de todo y todos. Al menos, eso era lo que yo pensaba, mientras me recargaba cómodamente pensando en todo lo que había estado pasando en estos meses.

Cambios muy bruscos. Demasiado bruscos. Giros de 180 grados que, gracias a una misteriosa fuerza sobrehumana, no me pudieron tumbar. Viéndolo en retrospectiva, si ni quiera yo estoy segura de cómo he podido mantenerme fuerte y firme en convicciones que me parecía naturales aun cuando no las conocía. Porque no las recordaba.

Hacia una semana que debía hacerle una fuerte confesión a Ranma. No era una mala noticia, al menos no desde mi punto de vista. Es más, creo que él ya se ha percatado de esto, o un poco. Es más perspicaz que antes. Y me alegro por ello. Parece comprender las situaciones sentimentales que le rodean con mucha más facilidad que antes.

Antes.... Sí. Ha cambiado demasiado. He cambiado demasiado. Todos cambiamos a un ritmo acelerado debido a la gran cantidad de pruebas que nos pusieron a superar una tras otra en un lapso de tiempo menor. La maduración, usualmente se da de manera paulatina, por medio de un grande y largo proceso. Nosotros debimos dar el enorme salto de la adolescencia a la adultez sin paradas o deslices previos, como todos los demás.

Fue aterrador, gratificante hasta cierto punto darte cuenta que en realidad, no nos percatamos de cómo modificamos drásticamente nuestras maneras de pensar y obrar. Sabíamos que estábamos mal y fue esa nuestra motivación. No me arrepiento. No sé él. Aunque, pensándolo bien, dudo mucho que lo haga.

Veo a Ranma siempre sonriente y mucho más tierno. El cambio en él se me hace más radical que conmigo. Ya no tengo miedo de lo que pueda pasar en el futuro de diez años, o en el día de mañana. Simplemente sé que no estoy sola y que soy lo suficientemente fuerte para afrontar todo reto que nos den.

Y me siento orgullosa de eso.

Escuché el ruido de una ventana abrirse, después, el crujido de las repisas del tejado cuando el peso de un cuerpo humano se apoyó sobre ellas. Sonreía en mis adentros, procurando no sonrojarme. Sabía que me estaba observando desde hacía tiempo, pero no pensaba que saldría.

No me alteré en lo más mínimo cuando se apoyó sobre mi hombro para sentarse a mi lado, ni cuando pasó su brazo por mis hombros en un cómodo abrazo.

-¿Qué tanto piensas?—susurró, no había necesidad de hablar más alto. El silencio era tan cómodo que no lo queríamos romper.

-Cosas...

-Akane...

-Cosas, Ranma.

Hizo un puchero que me hizo reír.

-Debo decirte algo. —y aquí viene.

-¿Sí?

Estaba algo nerviosa, y no sabía por qué. No era como si fuera a decirle que era el fin del mundo ni nada parecido. Respiré hondo, calmando mi mente y hablé:

-Recordé.

Sentí que se tensaba algo. No comprendía en absoluto esa reacción por su parte, pero tampoco quería ponerme a pensar de más y sacar conclusiones tontas.

-¿Qué recordaste?—preguntó.

Por un momento, cerré mis ojos, y me dejé llevar por todas esas sensaciones. Ese cúmulo de eventos que hemos vivido. Si lo pienso de esa manera, me cuesta a veces creer que olvidé absolutamente todo. Y de no ser por la desesperación, frustración y confusión que recuerdo, no lo creería como lo hago.

Noté a Ranma tenso y nervioso. Seguro pensaba que había recordado algo malo. En realidad no recordé algo malo, sino todo lo "malo" por llamarlo de alguna forma.

-Todo—respondí como si la palabra fuera simple, pero en verdad, encerraba demasiadas cosas y significados.

Sus azules ojos se abrieron de par en par, conteniendo sorpresa. La verdad, me esperaba esa reacción, entre tantas otras posibles. La mano que ligeramente rozaba mis dedos atrapó toda mi mano en un apretón muy fuerte, que me empezó a lastimar. No me quejé para no romper el momento. Él estaba asimilándolo todo y, conociéndolo, tardaría un poco más.

Parpadeó dos, tres... a la sexta vez me vio con ojos entre confusos y soñadores. La expresión me pareció indescifrable. No temía miedo, en el fondo, sabía que lo peor que podía pasarme, ya me había ocurrido. ¿Qué podía perder ahora? Nada.

-¿Todo?—como lo esperaba, no podía asimilar.

Asentí, sabiendo que sobraban palabras.

-¿Desde cuándo?

Bien... no esperaba realmente su pregunta. Ciertamente era ahora más astuto.

-El martes—le dije, en voz baja y sin verlo—Por la noche tuve extraños sueños, eran en realidad recuerdos. Cuando desperté comencé a hojear nuevamente los álbumes y di con una fotografía particular...

-¿Puedo saber cuál?

Lo miré con una sonrisa.

-La que me diste en un marco, por navidades ¿Recuerdas?

Asintió lentamente.

-Todo vino a mi mente en ese momento. Fue rápido, y algo doloroso, como si se me clavara una estaca en la mente.

-Así que ese fue el motivo de tu dolor de cabeza...

-Sí.

Silencio absoluto.

-¿Por qué me lo dices hasta ahora?

-Al principio no le di mucha importancia. Pero creo que debes saberlo, después de todo, hay una enorme diferencia entre saber y no saber nada ¿verdad?

No dijo nada más.

En cambio, lentamente con algo de timidez paso su brazo por mi espalda, hasta posar su mano en mi cintura. Me recargué sobre su pecho mientras me envolvía en un abrazo tierno, de repente, posesivo. Cerré mis dos ojos, dejándome guiar por las sensaciones en mi interior.

Ranma 1/2: La Última VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora