CAPÍTULO 11

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¿Y la Familia?

POV Normal.

-¡Ya llegamos!—anunció Ranma, abriendo de golpe la puerta haciéndose a un lado para dejar pasar a su prometida. Se quitó los zapatos y adentró a la casa directo hacia la cocina—Kasumi ¿Hay algo que pueda comer?

-Sí, agarra uno de esos pastelitos si quieres—contestó la susodicha, apuntándolos con el cuchillo que usaba para picar frutas.

-¡Gracias!

Kasumi escuchó a su hermana menor subir los escalones apurada y cerrar la puerta de su alcoba. Ranma, con el platito lleno de pastelitos en su mano, salió de la cocina sin decir ni pío.

Con delicadeza, Kasumi dejaba caer la filosa navaja del cuchillo sobre la fruta para cortarla de la manera precisa. No obstante, los movimientos eran mecánicos, ella no ponía ni el más mínimo interés en ello. Sus pensamientos estaban muy lejos del postre que intentaba preparar.

El rostro siempre sonriente de la mayor Tendo cambió a uno entristecido por la desdicha que el destino puso a su hermana más pequeña. Algunas lágrimas detuvieron su labor y la hicieron apoyarse en la mesita para poder llorar a gusto, como hacia todas las tardes en que estaba sola, evitando así incomodar a alguien o que se percatasen de su llanto.

Kasumi aceptaba que era, desde muy pequeña, la que mantenía unida a su familia por medio de la figura maternal que desempeñaba. Había madurado rápidamente para reemplazar a su difunta madre en las cuestiones hogareñas y antes de percatarse, era la nueva ama de casa; y la que educaba con su padre a sus hermanas menores de la mejor manera posible.

No demoró la gran cosa en darse cuenta de cuál era su verdadero propósito. Nada tenía que ver con mantener la casa limpia, hacer la comida o aconsejar; aquello era cuestión obligatoria pero más superficial. Era ella el pilar que sostuviera con una sonrisa optimista a toda la familia en los momentos de mayor desgracia. Sería su persona la encargada de unir a sus hermanas y mantener a su padre, ayudarles en las ocasiones que esto demandara y mantener la fortaleza para salir adelante en las situaciones más demandantes.

Ése era el papel que la difunta señora Tendo desempeñó en vida, heredado a su hija mayor, y que en esos momentos se estaba convirtiendo en una verdadera tortura. Kasumi amaba a su familia, de una o de otra manera, en definitiva haría lo que fuese necesario para ayudarlos.

Empero, el dolor y la desesperación que sentía debía ocultarlo. Ésa era su cruz. Soun Tendo estaba demasiado deprimido y Nabiki increíblemente exasperada como para que ella, la mayor, la Gran Señora de la casa, se mostrara con esas mismas actitudes. Debía ser la fuerte, la optimista, la que mirase al futuro con una sonrisa cargada de fe y reanimara a su familia para guiarla en esta difícil situación.

Solo que ya se estaba cansando. Tantos días de ver a su hermanita Akane con la misma mirada confusa y desolada. Las semanas contemplando a un Ranma sin ánimos y entristecido. El lúgubre ambiente que se colaba con el viento a cada hora en la casa Tendo ¡Todo eso era insoportable!

Y se esforzaba. Dios podía dar fe a cuánto se esforzaba por seguir empeñada en esa esperanza de que Akane se recuperara y a la vez su propia familia saliera del dolor en el que había caído. Pero era difícil. Demasiado difícil, porque ella sentía lo mismo.

Se asomó por la ventana de la cocina, no había nadie cerca. Así, se dejó caer en una de las sillas y ocultó la cabeza en los dos brazos, recargados sobre la mesa, y lloró. Sollozó con todas sus fuerzas desahogando el coraje, la impotencia, la rabia, el espantoso dolor y la incertidumbre. Todas las emociones entremezcladas y lavadas lágrima con lágrima.

Ranma 1/2: La Última VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora