CAPÍTULO 14

541 46 1
                                    


No te vayas, Ranma.

POV de Akane.

Mi mano estaba recargada sobre la pared, yo a dos escalones del suelo. La silueta de Ranma algo difuminaba se notaba en todo el suelo, mientras él seguía de pie y dándome la espalda con la mochila colgando de su hombro. Casi podría jurar que parecía ser de piedra. No se movía en lo más mínimo.

-¿Ranma?—lo llamé de nuevo— ¿Te vas?

Deslizó la mochila por todo su brazo hasta sostenerla con la mano y dejarla suavemente en el piso. Un movimiento lento se notó en su pierna cuando desvió su cuerpo hacia un lado. Y, después, ladeó la cabeza para verme de reojo.

-Akane...

Mi nombre pronunciado en sus labios sonaba extraño. Me llamaba casi como un tono suplicante, apremiante y a la vez doloroso... no entendí realmente lo que trató de transmitirme.

-Aquí estoy—le dije, bajando los dos escalones y posicionándome a menos de un metro de él— ¿Qué ocurre?

Y entonces lo vi, algo que jamás creí ver. Mirándome de frente, pude notar el brillo de sus ojos que era más intenso al normal. El cristal iluminando sus pupilas y deslizándose lentamente hacia sus mejillas. Con timidez, extendí una mano hacia su rostro y sostuve en uno de mis dedos la solitaria lágrima, sintiendo la humedad de aquella salada gota como algo excepcional.

¿Ranma Saotome, el Gran Ranma Saotome, llorando? No me lo creía.

Abrí mi boca para decir algo, nada se me ocurrió. Aunque su expresión era firme y directa, las lágrimas seguían ahí, saliendo una por una lentamente; la mochila en el suelo, su ropa de viajero... simplemente lo entendí todo. Fue como una sensación tremendamente familiar recorriéndome de pies a cabeza y oprimiendo mi pecho.

-¿Te vas a ir, Ranma?—pregunté, la voz saliéndome aguda y temblorosa.

Él no me dijo nada, permaneció ahí de pie como había estado todo este tiempo. Su mirada perdida y viéndome de manera fija, como tratando de analizar cada contorno de mi rostro. El llanto aminoró mientras, lento, se movió hasta acomodarse mejor en una manera que daba la espalda completamente hacia la puerta de la casa.

"No me has respondido" quise decirle, más a mí tampoco me salían las palabras. Lo vi tratando de contestarme, abriendo sus labios sin que de ellos emitiera sonido alguno. La duda nadaba en los mares de sus azules ojos y yo, sumisa, bajé el rostro para no verlos más. Con mis dos manos hechas puños quise controlar los temblores del llanto que, sin querer, se ahogó antes de empezar. No me dejaría llorar delante de él.

Sin esperármelo, una mano de Ranma se acercó hacia mí. Delicadamente colocó sus dedos bajo mi barbilla y me levantó el rostro para que lo viese de frente. Quise apartarme, no pude. Algo en mi interior me lo impidió. Y él, me observó, en un silencio que duró para mí horas.

-Sí—me dijo al fin, su voz sonaba tan queda que apenas le entendí. Aún más suave que un susurro. —Lo necesito.

-¿Por qué?—gemí por lo bajo.

Y bajé nuevamente el rostro.

-Eres un cobarde Ranma.

-¡Idiota!

-¿Cómo pudiste hacer esto?

-¡Desconsiderado!

-¡Pervertido!

Llevé una mano hacia la cabeza y la coloqué sobre mi cien derecha, tratando de que esas voces se callaran de una buena vez. Era una sensación fea el sentir cómo rebotaba ese sonido en mi cerebro. Ranma, que miraba cada uno de mis movimientos, entrecerró sus ojos.

Ranma 1/2: La Última VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora