CAPÍTULO 3

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Olvidado.

POV Akane.

Sentía que la cabeza iba a matarme de los constantes dolores. Mi cuerpo estaba entumido y pese mis esfuerzos no conseguía levantar ni una sola de mis manos. Todo lo que me rodeaba era negro y cualquier dejo de conocimiento que hubo en mí pareció haber desaparecido. Nadaba en un mar de confusión lleno de preguntas que no tenían respuestas.

¿Quién era?

¿Dónde estaba?

¿Qué me había pasado?

¿Qué eran esas voces alrededor mío?

Alguien tocó mi mano.

-Te pondrás bien, yo lo sé—decía un chico, con voz rota de dolor—Pero que sea pronto... te extraño... mucho... ¿sabes? Siento que... siento que... lamento no haberte dicho lo que sentía... antes... y es...

¿De qué hablaba? Su mano estaba encima de la mía, quise moverla, pero no pude ¡Algo me detenía! ¿Qué? Desesperada, era como me encontraba. La cabeza me dolía aún más y si el dolor no disminuía juro que no seré consciente de mis actos.

-Te quiero...

¿Quién era el que hablaba? Su voz sonaba dulce, pero a la vez dolida. Era un hombre, de eso no cabía duda. Ante las palabras que él menciono el corazón latió a una velocidad impresionante, y una agradable sensación de mariposas volando en mi estómago inundó todo mi ser. Pero, mi mente no entendía nada. No sabía quién me hablaba y aunque mi cuerpo parecía responder al sentimiento, por mí misma no lo hacía.

Y aun así, una parte de mi mente parecía ansiosa ante esa confesión. Una parte lejana, bastante perdida y casi enterrada, luchaba por salir y decir sepa Dios qué cosas. Era una voz dentro de mi cabeza tan tenue que no era capaz de escuchar con nitidez, susurraba demasiado. Y parecía decir algo como "...y yo a ti..." ¿Qué cosa a ti?

Comencé a desesperarme de verdad. ¡No entendía nada, la cabeza me dolía, y había un chico tierno diciéndome que me quería sin yo conocerlo! Luché más por moverme, todo era inútil. Mis manos no respondían. Pero luché más. Y más.

Al fin uno de mis dedos respondió a mi mandado y se movió. El chico jadeó de sorpresa ¿Por qué? No me importaba, no ahora. El resto de mis dedos también reaccionó y mande a mi mano cerrarse en un puño. Dolió, fue lento, pero lo hizo. Traté con el otro brazo, lo mismo: lento pero obediente.

-¡Doctor!—gritaban.

Y en seguida escuché un centenar de pasos acercarse a mí, rodeándome. Traté de moverme aún más. Alguien abruptamente abrió mi ojo y pasó por él una lámpara de luz cegadora, instintivamente lo cerré y gemí, pues eso había aumentado el dolor de cabeza. Me retorcí, sintiendo los entumidos músculos volver a la vida y contraerse por la sorpresa; de seguro me daría pronto un calambre.

-¡Ha despertado! De verdad lo ha hecho. —dijo alguien, con voz sorprendida. De inmediato llamó a otras personas y sentí más movimiento.

-¿Cómo te sientes, pequeña?—inquirió una voz dulce, femenina, mientras sentía que alguien tocaba mi brazo.

Suspirando, abrí mis ojos. Lo hice de manera lenta para que la luz no me deslumbrara, aun así, lo hizo y eso me hizo cerrarlos, parpadeé varias veces hasta que me acostumbré a esas lámparas fluorescentes. A mi lado estaba una mujer vestida de blanco con una cofia recogiéndole el cabello, era linda y su rostro estaba lleno de dulzura. Por sus ropas recordé que era una enfermera, esas mujeres nobles que ayudaban a los doctores.

Quise devolverle la sonrisa, pero simplemente no pude. También traté de hablar, otra cosa imposible. ¿Qué me pasaba?

-No te esfuerces mucho, niña. —Dijo seria—Estabas gravísima ¡Estás viva y eso es un milagro! Descansa, vamos a hacerte unas tomografías ¿Sabes lo que son?

Ranma 1/2: La Última VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora