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Mientras el partido volvía a transcurrir con normalidad, Hinata esperaba fuera del gimnasio, escondido en una de las esquinas donde el personal de limpieza organizaba sus suministros, a la espera de que el último set terminase.

Parecería una tarea sencilla, salvo por el hecho de que hacía tanto frío que el pequeño juraba sentir que hasta los huesos se le congelaban. Hinata apretaba y sobaba sus manos en un humilde intento por calentarlas y, claramente, fallando de lejos.

Mientras el tiempo pasaba, cada vez se le hacía mejor la idea de abandonar al trío del Shiratorizawa e irse a su casa para dormir y jugar videojuegos con Kenma hasta que su madre le regañase por pasar tanto tiempo frente a una pantalla. Pero luego, recordaba todo lo que Tendou le había indicado, y volvía a obligarse a quedarse en su lugar a la espera de que sus nuevos "héroes" le fueran a rescatar.

Decir que Shōyō se sentía estupido era pequeño comparado a como realmente se encontraba. Antes de ingresar al gimnasio para reanudar el partido, los chicos le habían ofrecido que entrase junto a ellos, pero en lugar de usar su cerebro y aceptar, prefirió esperar fuera congelándose.

No es que Hinata fuese un amante del frío o de torturarse con bajas temperaturas. Lo que había sucedido realmente, era que sabía que, si ingresaba al lugar, tendría que enfrentarse cara a cara a sus viejos compañeros de equipo, y eso era algo que Shōyō no estaría dispuesto a vivir jamás. Aunque ahora comenzaba a arrepentirse.

A lo lejos, casi como un susurro, podía escuchar el rechinar de las zapatillas chocar contra el suelo y el silbato del árbitro marcar otro punto para algún equipo. Debía admitir que ahora, a pesar de todo y de no querer verle la cara a ninguno de los miembros de su ex equipo, le gustaría estar allí, aunque solo fuese para ser un espectador.

¿Cuánto tiempo había pasado ya? ¿diez? no, era muy poco ¿veinte minutos? tal vez. Ya había perdido la cuenta de los puntos de cada equipo.

Al principio, Hinata se limitaba a escuchar, y con ello se podía dar cuenta de si alguien había logrado anotar, permitiéndole armar su propia tabla de puntos imaginaria para saber cuánto le quedaba al partido. Pero, mientras el tiempo pasaba, el clima se ponía cada vez más frío, ocasionando que su atención se fuese a otro lado en vez de concentrarse en los sonidos.

Hinata se estaba por rendir y decirle a sus acompañantes que dejaría el asunto pendiente para otro día, cuando un sonido más parecido al mismísimo canto de los ángeles llamó su atención.

- ¡Muchas gracias por el juego!- gritaron todos los competidores antes de recoger sus cosas y salir por la puerta.

Tendou, como era de imaginarse, salió disparado en búsqueda de Hinata, quien le recibió con la mayor sonrisa que vio en su vida.

- Lo siento, tratamos de acelerar el partido lo máximo posible, pero los otros nos la pusieron difícil y acabó tardando más de lo que esperábamos- habló Ushijima, mientras se iba acercando con Semi a su lado.

- Tranquilo, está bien. Ni siquiera hacía tanto frío como esperaba- mintió, con la esperanza de que no se notaran los leves escalofríos que le recorrían todo su sistema.

- Si, claro. Para la próxima, trata de avisarle a tu cuerpo si piensas decir algo así- se burló Semi mientras ponía una media sonrisa en su rostro- tan solo mírate, tus labios están morados y tu cuerpo parece recién salido de un terremoto.

A Merced del Destino <UshiHina> <Haikyuu> Donde viven las historias. Descúbrelo ahora