XVIII

1.8K 220 80
                                    

Rokujo gruñó y remató el balón con mayor fuerza. Su poca cordura estaba colgando al borde de un hilo, y el que nadie le estuviese prestando atención no ayudaba en nada. A lo lejos, logró escuchar como alguien le reclamaba para que dejase de ser tan rudo, pedido que obviamente ignoró mientras volvía a tomar velocidad para un nuevo saque.

Si había algo que le molestase mas que ser ignorado, era que le pidieran que se calmara.

De pronto, sintió como era golpeado nuevamente por la vida. Los rechazos, las risas, las burlas... no sabia por qué, pero el simple echo haber visto como el mocoso en silla de ruedas sonreía con sus nuevos amigos, logró que su humor empeorase de un segundo al otro. Y ni hablar de cuando lo vio besarse junto al capitán del Shiratorizawa. ¿En qué momento habían empezado a salir ellos dos?

Una nueva oleada de rabia azotó su cuerpo ¿Por qué todo era tan injusto?

En su mente, el mismo era el único quien verdaderamente era la victima. Su confianza y seguridad estaban echas pedazos. Se había equivocado tantas veces en tan poco tiempo, todas sus decisiones le habían llevado a la situación que ahora le tocaba vivir.

Pero ¿Qué otra cosa se suponía que debía hacer? Se había pasado toda su vida intentando actuar como el chico bueno, a la espera de que algún milagro le ocurriese. Pero la vida no es un cuento de hadas, y habían veces en las que se debía pisar un par de cabezas si con eso lograbas alcanzar el éxito.

Un nuevo reclamo, esta vez por parte del entrenador Ukai, logró que volviese a la realidad. Ahora definitivamente tendría que calmarse, si no quería ser enviado a casa antes de tiempo.

Sintió como la pesada mano de Kageyama golpeaba sin ningún titubeo la zona alta de su espalda, haciéndole picar mientras un tono rojizo se le acentuó en las mejillas.

- ¿Qué te sucede amigo? Te ves mucho mas estresado que siempre.

Rokujo pasó una mano por su pelo mientras pensaba que responder. Al instante, una idea acabó por hacer eco en su cabeza.

- Es que... recién, antes de entrar, pude ver a Hinata- Rokujo ocultó su satisfacción al ver como cada musculo en el cuerpo del azabache se tensaba ante la mención- al parecer, ahora es amigo de los chicos del Shiratorizawa.

- Ya veo. Pero eso que tiene que ver?- Kageyama estaba usando un tono de voz normal, pero si lo mirabas de cerca cualquiera podría notar la enorme vena que le estaba empezando a salir por la frustración.

- Oh, ese no es el problema. En realidad, me alegra que después de todo el vuelva a tener con quien hablar- otra mentira mas- pero me preocupa que algún día el se sienta resentido por no poder jugar y decida contarles sobre nuestros movimientos especiales o alguna estrategia.

Kageyama se las pensó dos veces antes de volver a hablar. En su mente, no creía posible que eso fuese a pasar, pero dadas a como se estuvieron dando las cosas en ese ultimo tiempo, no podría esperar menos de ese pequeño desgraciado.

- Deberíamos contarles al resto de los chicos, solo por si acaso- su voz sonó fría y dura, sin rastros de humor.

Rokujo esbozó una media sonrisa antes de continuar.

- Si tu lo dices...

Luego de acabar con el entrenamiento y tener una larga charla con sus compañeros, Rokujo se aclaró la garganta, dándose unos segundos para disfrutar de las expresiones de enfado que los chicos le dejaban ver.

Al principio, reinó el silencio. Después Tsukishima gruñó para sus adentros, Nishinoya maldijo en voz alta mientras Asahi le tapaba la boca, Tanaka y Ennoshita se miraron sin saber que hacer, Narita negó con la cabeza, Kinoshita susurró algo inaudible y Yamaguchi... solo se limitó a mirar el piso.

A Merced del Destino <UshiHina> <Haikyuu> Donde viven las historias. Descúbrelo ahora