Epílogo

1.7K 195 97
                                    

Hinata dio otro suspiro mientras observaba como la cinta transportadora era llenada por cientos de maletas. No es como si estuviese cansado, pero es que la última semana había sido realmente una locura. Con el estudio de los exámenes que deberá tomar para transferirse de preparatoria, las incontables cajas que tuvo que empacar para la mudanza y las idas y vueltas que debió dar alrededor del aeropuerto, sencillamente le tenían sin aliento.

- Shōyō- oyó como le llamaba su madre a unos metros- tengo que ir al baño. Encárgate del equipaje- esa no era exactamente una orden, pero su cuerpo obedeció de todas formas. Si él sentía que ya no podía mas, no quería ni imaginar como lo hacía su madre.

Vio a la mujer empezarse a alejar a paso lento, casi somnoliento. Se sintió hipnotizado por la fuerza que su madre tenía, haciéndole notar lo agradecido que debía estar por tener a una persona como ella en su vida.

Una pequeña caricia sobre su mano logró sacarle del transe, para toparse con la adorable mirada de su hermana.

- Shōyō... mi maleta se está yendo- el comentario le pilló por sorpresa, y rápidamente dirigió sus ojos hacia la enorme maquina frente a él. Hinata no pudo reprimir un grito ahogado que salió de su boca, mientras veía como una pequeña bolsa rosada con unicornios se alejaba de ellos, apresurando las brazadas en su silla lo máximo posible para poder alcanzarla.

Fue un poco complicado, y casi atropelló a una señora que se interpuso en el camino, pero lo acabó consiguiendo.

Acarició la suave tela del bolso y dejó salir una risita al ver el novedoso estampado. Le parecía un poco infantil que su hermana siguiese usando ese tipo de cosas en vez de algo más acorde a su edad, pero después de todo... ¿Quién era él para juzgarla?

En un ágil movimiento, le extendió el equipaje a la pequeña, mientras preparaba su cuerpo para agarrar su propio bolso de mano que había visto acercarse.

Una vez que lo consiguió, acomodó el objeto sobre sus piernas para asegurarse de que no estuviese dañado. Le revisó las manijas y no parecía tener roturas. Los cierres se veían igual y... el llavero estaba en su lugar.

Hinata no se resistió en acariciar los pliegues de la pequeña pelota de voleyball que colgaba de aquella cadena de metal, obligándole a dar otro suspiro. Esta misma tenía escrita con marcador algunas frases de motivación y algún que otro dibujo.

Sintió como su cuerpo se relajaba de repente, volviéndole a hipnotizar, esta vez, por los recuerdos que desbordaron su mente.

Se vió a él mismo una semana atrás, a la espera del sonido de la última campana del día, y del año, que anunciaría el fin de las clases. Su salón entero era una locura, la maestra durmiendo, unos pocos compañeros a un costado de la habitación haciendo sumas para ver si llegaban con la nota adecuada para aprobar la materia, otros jugando y hablando, dos chicos en el fondo que parecían a punto de iniciar una pelea... en fin, era un autentico último día de clases.

- ¡Hinata!- el llamado le pilló por sorpresa, obligándole a dirigir su mirada a la entrada del salón, donde se encontraba un muy sonriente Suga sosteniendo la mano de Daichi. Hinata dio un vistazo rápido hacia la maestra, quien estaba tan postrada como un tronco, lo que le acabó dando la chance para escapar disimuladamente del lugar.

El echo de que sus mayores le hubiesen ido a buscar ya de por si era algo bastante sorprendente, pero, Shōyō definitivamente nunca se hubiese imaginado encontrarse con lo que le esperaba fuera del lugar.

Allí estaban, uno al lado del otro, todo el equipo de volleyball. Algunos estaban con sonrisas enormes y otros algo mas nerviosos. Suga y Daichi estaban un paso mas adelante que todos, mientras que Nishinoya y Asahi sostenían entre ambos un pequeño pastel negro y anaranjado. Por su lado, Kageyama, Tsukishima, Yamaguchi y Yachi tenían entre ellos varios carteles decorados a mano que ponían frases como "Te vamos a extrañar" "Te queremos" "Vuelve a visitarnos"... pero el que definitivamente había logrado hacerle llorar fue el que decía "Sigues volando, incluso sin alas".

A Merced del Destino <UshiHina> <Haikyuu> Donde viven las historias. Descúbrelo ahora