Amenaza...

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Al sentir una ráfaga de aire recorrer mi espalda, abro los ojos y me sorprendo al encontrarme con un paisaje hermosamente confuso, estoy bajo un árbol el cielo está oscuro y hay una pulsera junto a mí

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Al sentir una ráfaga de aire recorrer mi espalda, abro los ojos y me sorprendo al encontrarme con un paisaje hermosamente confuso, estoy bajo un árbol el cielo está oscuro y hay una pulsera junto a mí.
Me replanteo lo que hice antes de dormir y llego a la conclusión de que; no sé cómo carajos llegué aquí. Recuerdo haber dormido en la habitación con Liz, sólo eso.
Me acerco y observo la pulsera de cerca, es la típica pulsera de hilo que tiene cuadros con letras coloridas y frases tontas la levantó y leo:

"S-M-I-L-E"

Es bastante linda, ¿No?
¿Lucifer ahora qué hiciste?
Nada sólo salimos a dar una vuelta.
¡Una vuelta! Espera... ¿Tú y quién más?
Cierto, olvidaba que no están acostumbrados a hablar de todos nosotros como uno.

Inhalo y exhalo procesando esta situación e intentó tomar una decisión, cuando una pregunta llega a mi mente:

¿Lucifer fue quién mató a Bardock?
No.
No fui yo, aunque he de admitir qué esa noche fui a reclamarle por ser tan imbécil.
Es verdad pero después volvimos a la enfermería.

Voy a los baños y Lucifer me ayuda a forzar la cerradura. Me escondo ahí hasta que da la hora de desayunar.
Al fin salgo de mi escondite y me encuentro con los chicos en el lugar de siempre.

— ¿Cómo saliste? — me reprocha a Liz.

— Lucifer es experto en forzar cerraduras. — le explico.

Gracias...

— Recuerda lo que te dije. — me reprende Libardo por lo bajo.

—¿Y esa pulsera?—  indaga Joseph señalando mi mano izquierda.

Llevo mi mirada mi muñeca y me encuentro con la pulsera que estaba en el patio.

— Supongo que es un regalo de Lucifer.— comentó restándole importancia.

Libardo me regala una de sus miradas de desaprobación.

Carraspeo. — Iré a la biblioteca un rato.— les aviso y me retiro.

Llegó a la biblioteca y tomo un libro de química y me siento justo al lado de la ventana que da hacia el árbol junto al que desperté esta mañana. Abro el libro y a los pocos minutos de comenzar a leer me invade el sueño.

(...)

Me despierta una especie de sollozo.
Busco de donde proviene un poco confundido y veo una chica castaña la cual llora desconsoladamente y me mira con terror, pocos segundos después entra un chico pelinegro y me comienza a golpear.

— ¡Hijo de perra! ¿Qué le hiciste? — me reclama el pelinegro.

— ¿De qué hablas? — indago sintiendo impotencia al no saber qué es lo que ocurre.

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