Danza de sentimientos 9

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Beth casi nunca bebía, no tenía que ver con su padre ex alcohólico o su condición de bailarina que le impedía perder condición, era que simplemente no le gustaba pero Maggie había insistido ir a un bar cercano ahora que había vuelto a su casa.

La rubia había rechazado al principio pero Maggie no entendía que era un no, terminó bebiendo una cerveza tras otra pero aún mantenía cierta control sobre sí misma, Maggie por otro lado había peleado con un hombre en el bar y las hermanas habían preferido salir al estacionamiento para esperar a Glenn el prometido de su hermana mayor.

Beth vio el cielo estrellado y comenzó a bailar feliz por estar en una vida tranquila, era emocionante ver ciudades de todo el mundo pero su hogar siempre iba a ser primero. Escuchó la queja de un hombre, los gritos de Maggie y en lugar de asustarse o ponerse en alerta el licor la había relajado.

Vio como Maggie empujó al hombre que se tambaleaba, sin decir nada levantó una botella que había en el concreto y golpeó con esa al desconocido en la cabeza. Su hermana mayor parpadeó muy sorprendida por la acción de Beth pero ella solo se arrodilló para ver al hombre que parecía dormido y siguió dando algunos giros.

En ese momento una patrulla de policía se detuvo frente a ella con sus luces a toda su capacidad, Maggie supuso que el dueño del bar había llamado a la policía para ayudarlas aunque no parecía hacer falta, vio a Rick y Daryl con la boca abierta por la imagen e intentó dar alguna respuesta coherente sin que algo saliera de su boca.

Beth por otro lado sonrió al caer al suelo porque estaba muy mareada, entonces se percató del oficial Daryl que tenía el rostro escarlata frente a ella con la mano estirada para ayudarle a levantarse —Siempre un caballero con singular uniforme—.

El hombre había quedado impresionado por lo hermosa y mujer que se veía la joven que tenía tantos años sin ver pero que jamás se había removido de su mente y corazón. Con cuidado la ayudó a levantarse mientras ella le contaba cómo había golpeado a un borracho con una botella, el hombre era un busca problemas regular cuando bebía de más así que ver los resultados de la rudeza de su joven amiga le habían sorprendido bastante.

Pero como buen policía subieron a los tres a la patrulla, una vez en la estación luego de ver que ninguno tuviera lesiones serias llamaron a sus familias. El hombre fue a la cárcel pero las hermanas Greene se quedaron en los escritorios de Rick y Daryl bebiendo café hasta que su padre apareciera, o por lo menos Maggie, porque Beth le susurró algo a su viejo amigo antes de quedarse dormida en la silla.

Daryl no tuvo oportunidad de charlar con la bailarina, en su lugar volvió a su casa al terminar el turno y sacó de un cajón todas las postales y cartas que Beth le había enviado todos esos años para revisar la firma:

Bailo para ti todos los días hasta que vaya a reclamar lo que es mío.

Fue como volvió a encontrarse con ella, con el paso de los días las visitas entre ellos eran frecuentes y agradables hasta que hubo rumores: parecía tener una relación amorosa con el oficial graduado con honores Daryl. Ella se convirtió en la dueña de una granja, una farmacia, una tienda y la escuela de danza de su antigua maestra sin importarle lo que los demás dijeran.

Y Beth dejó que esta vez su corazón fuera quien marcara el ritmo, que sus caricias contaran la historia, sus acciones los giros de la danza y el cortejo la nueva pasión en su vida. Daryl como siempre había conseguido aplaudir o disfrutar con cada presentación pero esa vez también decidió participar para que eso que al principio pensaba platónico se hiciera real y se mantuviera así.

Juntos aceptaron crear una familia y el último baile como individuos se llevó en una ceremonia, ella de blanco mientras él de negro. Elegancia, pasos suaves pero llenos de exquisitez, rodeados de público pero solo para ellos dos como había ocurrido en ese auditorio donde todo había comenzado.

Ella lo impulsó a él a ser policía, a cambio él le pidió que fuera la bailarina para el resto del mundo y Beth le entregó sus primeras zapatillas de ballet para poder volver a casa. Cada uno deseando lo mejor al otro y siguiendo con sus vidas deseando que sus caminos se cruzaran.

Ese día el padrino de bodas fue Rick, el primer hombre que Beth amó como la joven que era y del que recibió la primera ilusión. Cuando él puso un beso en su frente, ambos recordaron sus momentos privados en el auditorio muy contentos.

Cuando caminó al altar los violines con la música de fondo se transformaron en los cálidos abrazos de Gareth que dirigía los instrumentos como maestro, el segundo hombre que amó como la mujer que alcanzó a ser y consiguió la confianza junto al equilibrio de una relación estable. El dúo revivió con alegría sus momentos al piano o los pasos en ese piso de madera que fue el inicio.

Y al final, llegó junto a Daryl, el hombre que amaba, con el que aprendía el amor maduro de toda la vida y con el que bailo hasta que los pies le dolían a pesar de que él no era muy bueno pero en la privacidad de su habitación era perfecto. El de negro y ella de blanco como cuando Beth se había disfrazado de ángel para él, el baile privado.

—Bueno, dijiste que si quería mis zapatillas de vuelta tenía que casarme contigo ¿Dónde están ahora? — le reprochó Beth con humor, sus manos en el cuello mientras se balanceaban de un lado a otro.

Daryl la había visto bailar muchas veces pero esta vez era distinto porque la tenía entre sus brazos y era más fuerte el sentimiento que le acompañaba, privilegiado de tener para él esos pasos que le daban vitalidad a la chica.

Él no sonreía a menudo pero con ella en privado solía hacerlo más seguido — ¿Quieres esas viejas zapatillas de vuelta? Mmm creo que si las quieres de vuelta necesito que me des hijos—.

Beth hizo una mueca con fingida molestia —Y luego me dirás que quieres nietos y después que permanezca el resto de tu vida a tu lado... que si las quiero de vuelta necesito darte besos y abrazos... noches de peleas con reconciliación... querrás una familia feliz y cuando llegué el final de nuestros días solo entonces me entregaras esas zapatillas—.

—Tengo suerte que sé que amas demasiado el ballet y esas zapatillas — contestó él con alegría.

Ella se acercó a su esposo y colocó un beso en respuesta, ambos movieron los labios muy felices siguiendo el compás de una música de fondo que ya ninguno reconocía porque enamorados como estaban apenas registraban el resto de la vida a su alrededor. Y Beth se dio cuenta que no llevaba las zapatillas de ballet pero sentía tal hormigueo en el cuerpo y tal fascinación que sin duda quería seguir probando...solo probando.

Y al fin, ya esta el final.Redundancias aparte, podrá pensarse si es cursi, si no lo es. Es su decisión pero quería algo dulzón mientras estamos encerrados.  Espero que ustedes lo disfruten.

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⏰ Última actualización: Apr 05, 2020 ⏰

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TWD y Bethyl relatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora