Crecer juntos.

339 62 5
                                    

Había pasado mucho de esa declaración, y Sam se sentía más y más avergonzado con cada año que cumplía. Tenía doce ya y su hermano no paraba de molestarlo con eso.

- Era una cosa de niños, déjame en paz. – Se defendía, escondiendo su sonrojo tras un libro.

Su hermano reía y se marchaba. Lo escuchaba bajar las escaleras y decir que iría al parque con Castiel a su madre. El Sam de ocho años correría con él para ver a Cas, pero poco a poco se había distanciado. Por supuesto que seguían viéndose, cuando Castiel venía a casa o los invitaba a ambos hermanos, pero ya no era tan obvio en su obsesión por pasar todo el tiempo con el morocho.

Pero sus sentimientos no habían cambiado. Miró a la fotografía sobre el escritorio de su hermano. Dean al centro, Cas a la derecha, y Sam a la izquierda. Esa foto era reciente y se la habían tomado para el cumpleaños del rubio. Castiel tenía el cabello más oscuro ahora, sus ojos ya no eran tan redondos como los recordaba y tenía un halo más distante ahora. Nunca fue malo, solo era más serio; y ahora que Sam también había crecido, no hacía más que gustarle más esos cambios pequeños.

Seguía viéndose como un ángel y Sam continuaba sonrojándose cada vez que le decía algo bonito. Pero se consideraba a sí mismo un niño grande, y no podía seguir con su fantasía de casarse con Castiel, era ingenuo y el mayor jamás le había dado muestras de sentir amor. Entendía que en su momento hubiese aceptado su proposición de matrimonio, era un niño y decirle que no a ese pequeño Sam era inaudito.

Esas vacaciones serían más especiales que las de cualquier otro año. Papá había encontrado espacio en su ocupada vida para llevarlos de campamento. Para ese entonces, Cas ya era de la familia y era sabido que estaría invitado a ir con ellos. De alguna forma su padre también se unió a la aventura, y ahora eran seis integrantes para una bonita estadía en el bosque.

Sam preparó su mochila muy temprano y, como acostumbraba de niño, se apoyó en el vidrio de la ventana, esperando a que el auto del padre de Castiel apareciera. John estaba cargando las cosas para esa hora de la mañana, mientras Mary se asegurara de que Dean no solo comiera lo que le gustaba del desayuno.

Por fin, el dichoso automóvil de los Shurley se estacionó frente a la casa. Sammy pensó en salir inmediatamente a saludar, pero eso sería estúpido. Dio media vuelta y se sentó en su lugar en la mesa, mientras Dean caminaba hacia la puerta con mermelada en la cara.

- ¡Hey, Cas! – Exclamó el rubio, sin la vergüenza con la que Sam vivía.

Compartió una mirada cómplice con su madre, quien entendía que ya no era un niño y no era tan fácil desvelar sus sentimientos. Ya no era tierno que corriera a abrazar a Castiel, ahora eso ser vería raro y vergonzoso.

Siempre había querido crecer, ser un niño grande. Ahora que lo era, lamentaba haber perdido ciertos beneficios.

Llegaron a un lugar suficientemente despejado para poner sus tiendas de campaña, hacer una fogata, y bastante cerca del agua como para ir a pescar y nadar. Los chicos de dieciséis años ya podían ayudar a los hombres del grupo, e incluso tenían su propia tienda. En cambio Sam, ayudo a su mamá a organizar la comida.

- ¡Sammy, vamos a dar una vuelta! – Llamó su hermano, con Castiel ya adentrándose en el bosque.

En otros tiempos, Sam hubiese tomado la mano del ángel, con la excusa de que era pequeño y podía extraviarse. Ahora, dejaba que su hermano definiera la distancia entre Cas y él. Se aproximaron a las tibias aguas, con el sol perfectamente colocado en lo alto. Dean corrió, quitándose la camiseta a medio camino, dejando sus zapatos en la orilla y saltó al agua. Pronto, Sam y Castiel le siguieron el juego.

Había un pequeño muelle, al que el morocho subió sin que los hermanos se percataran. Sam dejó de jugar con su hermano y copió al ángel. El mayor estaba acostado sobre su espalda, dejando que sus pies colgaran hacia el agua. El sol le daba de llenó, pero nunca volverían rojiza su piel morena. Sam se sentó a su lado y sonrió tímido cuando Castiel abrió sus ojos hacia él. Esos hermosos retazos de cielos eran más bellos enmarcados en pestañas mojadas.

- ¿Leíste el libro que te recomendé? – Preguntó Cas.

- Si. – Asintió el castaño. – Me gustó mucho.

Quizás algunas de las recomendaciones de Castiel no habían sido las mejores, pero Sammy las leía igualmente, porque era él quien se tomaba el tiempo de hablarle de sus gustos.

- Traje algunos en mi mochila. – Dijo el ojiazul. – Luego podemos leer juntos.

Juntos. Era todo lo que Sam deseaba escuchar.

Volvieron hacia sus padres cuando la tarde se vino encima. Comieron y los adultos se prepararon para dormir.

- ¿Contamos historias de terror? – Dijo Dean, a lo que el par asintió.

A Sam le gustaba el terror, aunque hace no mucho le causaba pánico. Las historias poco a poco se diluyeron en conversaciones generales y Sammy se aburrió. Sin darse cuenta, dejó caer su cabeza en el hombro de Castiel. Estuvo a punto de apartarse, pero el mayor pasó su brazo por detrás de su cintura, acercándolo más para que no cayese. No dijo nada, aunque su corazón latía muy rápido. Cas tampoco detuvo su interesante charla con Dean, no viendo nada de extraño en su cercanía.

Para cuando Sam abrió los ojos, despertado por el sonido del viento rompiendo en el bosque, todos estaban durmiendo. Aclaró su visión y se dio cuenta que estaba sobre el pecho de Castiel. El más alto, con ayuda de su hermano, lo había traído a la tienda, permitiéndole dormir sobre él.

Quiso moverse, pero temió despertar al ángel y volver esto más incómodo aún. Se dejó hacer de aquella calidez y protección, volviendo a cerrar sus ojos. Estaba creciendo y ya no tenía la inocencia suficiente para que Castiel dijese sí a todo lo que pedía. Deseaba dejar de crecer y no permitir que esta cercanía se rompiera, porque sabía muy bien que le perdería tarde o temprano. Serían demasiado grandes para dormir juntos, demasiado adultos para caminar de la mano y que no se perdiera, demasiado maduros para casarse con anillos dulces. 

Anillos dulces.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora