El tráfico a esta hora era una pesadilla. La cuidad estaba en todo su apogeo a estas horas de la tarde en la que todo el mundo sale de sus trabajos para volver a casa y el ánimo entre la fila interminable de coches que se formaba en el centro es un caos.
Quito las noticias que predicen lluvias y frío para el fin de semana y pongo algo relajante. Pero mi mente no quiere darme un respiro y rápidamente se sumerge en el trabajo. Hay un diseño que se me está atascando y empiezo a estar de mal humor.
Sabía que este proyecto era una mala idea desde que lo acepté. Claro que hubiese sido de otro modo si la clienta no fuese sido otra que Mia Grey.
Mis diseños son principalmente de ropa interior. En ese campo soy la mejor.
He hecho algunos pinitos con algunos vestidos de fiesta, ropa deportiva y casual, pero jamás, jamás, un vestido de novia.
Todo iba bien mientras diseñaba su lencería para la noche de bodas hasta que entre sus exagerados halagos por mi trabajo y su efusiva ilusión por la perfección de su maravillosa boda me pidió que le diseñara un vestido de novia. Y hubiese dicho que no, si mi madre que estaba delante en ese momento no hubiese formado tal revuelo igualando al torbellino de Mia Grey en emoción y entusiasmo.
No sé qué bicho me picó. No sé si fue el cansancio ya de un largo día, las pocas ganas que tenía de seguir oyendo los alocados gritos de Mia y mi madre que al final, acepté.
¿En serio la gente se sigue casando a estas alturas?
Vestidos blancos, flores, tarta nupcial... príncipe azul.
Aprieto los labios contrariada.
Mi madre sigue esperanzada en que encuentre algún hombre que me ame y me cuide para el resto de mi vida.
Y a mí también me encantaria, pero he visto con mis propios ojos que eso no existe. De modo que a lo único que me aferro es a seguir ascendiendo en mi carrera profesional y disfrutar de la vida.
Mi teléfono suena cortando la música y descuelgo con una sonrisa cuando veo el nombre en la pantalla.-Hola, muñequita -digo animada a mi mejor amiga.
-Ana, mi día ha sido una puta mierda -lloriquea.
-Oh, mi pobre Kate. Se lo que nos vendría bien. Te espero en el Lewis dentro de veinte minutos con dos martinis.
-Oh...que bien me conoces. Pero hoy es jueves y está cerrado.
Chasqueo la lengua.-Vamos al Fifty, no es gran cosa pero está cerca -dice.
-Ok, pues no vemos allí. Hasta ahora, puti. -Tiro un sonoro beso haciéndola reír y cuelgo.
Bien. Esto empieza a moverse.El pub está bastante lleno de gente. Banderas de equipos de fútbol, fotos de jugadores, medallas y trofeos. Es el típico pub de tíos.
No se me hace difícil ver la cabellera rubia y brillante de mi mejor amiga sentada en la barra flirteando con unos chicos.
Bueno, dos esculturas creadas por manos expertas.
¡Vaya dos monumentos!
Me echo un rápido vistazo y me alegro de estar bastante presentable con un vestido entallado hasta medio muslo, de color negro y manga larga muy favorecedor. Llevo unas botas planas de Channel de piel envejecida de color negro. Estoy bien maquillada y perfectamente peinada.
¡Estupendo!
Los dos son guapísimos, pero uno de ellos, es una obra de arte.
Tiene el pelo cobrizo, piel clara, una preciosa cara muy masculina con una nariz perfectamente perfilada y una sonrisa que hace temblar el suelo. Y un cuerpo de metro ochenta y algo que no tiene desperdicio.
Dios, lo que le haría yo a esa boca tan apetecible. Y mientras lo pienso él me mira. Me muerdo el labio dedicándole una tímida sonrisa y sus ojos bailan sin contención. Me da un buen repaso sin ningún pudor y yo me luzco andando hacia él.
Me acerco sin dejar de mirarle y me pongo detrás de Kate para hablarle por encima de su hombro.-Bu -digo.
Ella brinca y se gira envolviéndome en un abrazo fuerte.
El otro chico que está con ella me mira con una sexy sonrisa. Es rubio, tiene los ojos verdes y un cuerpo fuerte y definido, pero nada que ver con su amigo.
Ni de lejos.
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Corazones abiertos.
FanfictionAnastasia Steele es la diseñadora de ropa interior más famosa del mundo. Jamás podría haber esperado el reto profesional en el que se vio envuelta al aceptar diseñar el vestido de novia de Mia Grey. Pero menos aún para conocer por casualidad al herm...