Despedida

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La mañana llegó con la misma sombra fría y triste. La fecha más importante para mí del año y me sentía incapaz de levantarme de la cama. Pero quería desayunar con Proebe porque no la vería hasta pasado mañana.
Me doy una ducha, me visto con unos vaqueros, unas cómodas New Balance beis y un jersey de hilo beis y dorado. Me hago una coleta y me maquillo ocultando mis ojeras y mi pálida piel.
Bip permanece tranquilo esta mañana. La doctora dijo que partir del tercer trimestre las náuseas terminarían.
Me miro la espejo y me veo bien. El maquillaje me ha dado otro aspecto.
Miro el móvil para comprobar la hora y los mensajes de mi equipo que ya están casi todos en Milán me sacan grandes sonrisas y dosis de entusiasmo al decirme lo impresionante que esta todo por allí y que va a ser espectacular. Pero todo mi gozo se viene abajo cuando recorro el pasillo hacia la cocina y escucho la risa de Leila.
Respiro hondo y salgo al salón donde ya no queda ni rastro de las copas y la botella de vino y entro en la cocina.
Gail hace el desayuno y Christian, Proebe y Leila están sentados en la barra del desayuno. Leila le cuenta a Proebe sobre uno de sus viajes a Dubai y Christian lee en silencio el periódico.

-Y fue maravilloso, el hotel tenía una piscina enorme, bueno, y las playas. Te encantaría, Proebe.

-Seguro -dice mi chica sin ninguna emoción.

-Buenos días -digo bien alto. Christian y Proebe se giran rápidamente en sus taburetes y sus expresiones serias se transforman en sonrisas que me hacen sonreír a mí.

-Buenos días, mami -dice Proebe.

-Buenos días, Anastasia -dice Leila mientras voy hacia pitu y le doy un abrazo y un beso en la cabeza.

-Gail ha preparado tortitas para nosotras -dice pitu con una enorme sonrisa.

-Y están deliciosas, señora Jones -dice Leila con alegría pinchando un trozo. La miro incrédula de que este haciendo esa ingesta de calorías a días del desfile. Leila sonríe con ternura a Proebe antes de mirarme de nuevo.

-Lo siento, Anastasia, no debería comerlas -dice empujando su plato hacia adelante y pitu me mira frunciendo el ceño.

-Por mí no lo sientas, Leila, come lo que te dé la gana. Pero recuerda que los diseños ya está hechos. No hay modificaciones.

-Mamá, deberías controlarte -dice Phoebe y Leila la mira incrédula.

-Anoche mientras te atiborrabas de nachos no pensabas en lo que engorda y en lo difícil que es controlarse -gruñe Leila y pitu suspira.

-A mí no me pagan un pastón por mantener la figura -dice pitu volviendo a mirarme y apoya la cabeza en mi pecho.

-Está bien, dejaré de...

- ¿Cuándo te vas, Ana? -pregunta Christian ignorando a Leila.

-Mi avión sale dentro de dos horas. Debo darme prisa -digo pasando la nariz por la cabeza de pitu y se la beso.

-Quiero hablar contigo antes -dice y yo asiento mirando al frente donde Gail está revoloteando.

-Ana, ¿quieres que te prepare el desayuno? -me ofrece tan servicial y dulce como siempre.
Niego con una sonrisa.

-No tengo hambre, Gail -digo separándome de pitu.

-Desayunará, Gail, prepárale un plato de tortitas y un zumo natural. Vamos -ordena mirándome con firmeza. Pitu me da un suave empujón para que vaya con él y Christian coge mi mano al vuelo. Le sigo hecha un manojo de nervios por el pasillo que conduce hasta su estudio y cuando entramos cierra la puerta detrás de mí.
Bum bum. Bum bum. Bum bum.
Los latidos de mi corazón me retumban en los oídos y aturdida por la lujuria tardo en reaccionar y darme cuenta que me está devorando la boca contra la pared.
Se separa de mí dominándome con su mirada dejándome atolondrada. Abro la boca para coger una buena bocanada de aire. Christian se yergue y pone una mano a la altura de mi cara y con la otra me rodea la cintura pegándome a él con firmeza pero sin hacer presión en mi pequeña curvita donde reposa mi pequeño bebé.

Corazones abiertos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora