Siento sus labios sobre los míos y abro los ojos de golpe despertando de mi sueño. Su bonita cara y su mirada de puro amor es lo primero que veo y me dedica una sonrisa.
- ¿Sabes que llevar a tu hijo dentro es agotador? Déjame dormir -protesto enterando la cara en la almohada y Christian se ríe.
-Es mediodía, nena. -Abro los ojos de golpe y le miro totalmente despierta y despabilada-. Si aún sigues teniendo sueño después de comer, podrás hacerlo en el jet.
- ¿Jet? -Asiente -. ¿Adónde vamos?
-Nos vamos a Napa -dice acariciándome el pelo. En ese momento me doy cuenta de algo. Del ajetreo que se oye afuera de nuestra habitación-. Venga, nena, nuestro nuevo hogar nos espera.
-Pe...Pero...
-Ya está todo organizado. Los detalles que nos falten podemos terminarlos desde allí.
Sonrío y me siento en la cama y Christian me ayuda a levantarme.-Vámonos, entonces -digo cuando me yergo a su lado, completamente desnuda y él pone la mano en mi vientre y lo acaricia con cariño y la mirada perdida en él.
-Se nota ya un poco -dice con la voz preñada de emoción. Sube la mano hasta mi pecho y lo acaricia-. Y estas, están más... -me sobresalto cuando Phoebe nos interrumpe.
- Papá, pue...oh, Dios mío -Se lleva la mano a los ojos-. Lo siento, lo siento.
-Eso te pasa por no llamar antes de entrar -se burla Christian.
-Ay... -lloriquea-. Ahora tendré pesadillas.
Me río. Cojo mi bata y me la pongo.-No se va oye -dice Christian fingiendo enfadarse y Phoebe le saca la lengua y se quita la mano de los ojos.
-No. No me voy -le responde con insolencia-. Buenos días, mami. -Viene hacia mí y me da un abrazo que yo le correspondo rápidamente y le beso la cabeza.
-Buenos días, preciosa.
-En la casa de Napa no tengo televisión en mi habitación. ¿Me puedo llevar esta? -me pregunta.
-Bueno, papá quiere mantener esta casa para cuando vengamos a ver a los abuelos, de manera que no te lleves muchas cosas porque cuando vengamos no las tendrás. Vas a elegirte una nueva habitación y podrás poner lo que quieras.
Sonríe ampliamente y sale pitando por la puerta.-Parece que ha recobrando un poco de vitalidad -dice Christian en mi oído.
-El buen clima le Napa le va a venir genial -le digo y me giro entre sus brazos-. Has tenido una idea maravillosa, cariño.
Él suspira abrazándome aún más pero con cuidado de no aplastar a nuestro pequeño
y me besa los labios.-Vamos a ser muy felices allí.
-¡Venga! ¡Vamos, vamos! -nos grita Phoebe por el pasillo.
Nos reímos.-Me daré prisa -digo y me dirijo hacia el baño con una enorme sonrisa.
Napa no nos recibe esta vez con un frío otoñal. Por sus calles se respira el olor al fuego de las candelas hogareñas y algo dulce que te abre el apetito. Christian se incorpora al tráfico con el imponente todoterreno cuando el semáforo se pone en verde. Alarga la mano hacia mi rodilla y me da un suave apretón. Cuándo le miro sus ojos brillan felices y me dedica una sonrisa de adoración.
-¿Contenta? -me pregunta. Alargo mi mano y la poso encima de la suya entrelazando nuestros dedos.
-Mucho -suspiro la palabra cargada de felicidad.
Miro hacia atrás y veo a Phoebe mirar por la ventanilla, sumergida en la música que escucha a través de su auriculares y tamborilea los dedos en su rodilla.
Me pilla mirándola y me sonríe con esa sonrisa tan preciosa suya unos segundos antes de volver a mirar por la ventanilla.
Me giro para volver a mirar hacia el frente y veo nuestra casa. Y la vista me deja sin respiración. Aprieto más la mano de Christian y sonrío emocionada.
Las vistas de la gran masía con el sol anaranjado detrás son impresionantes.
A medida que nos vamos acercando se ve más impresionante. Los rayos del sol tardío envuelven la casa de calidez, los frondosos árboles que la rodean le dan un toque muy acogedor y el olor que se respira a flores de media noche lo convierten en un lugar mágico.-No lo recordaba así -digo en voz baja.
La verja de hierro negra se abre y recorremos el camino empedrado hasta el gran porche, con la gran puerta de madera maciza y a un lado una bonita vidriera.
Phoebe baja del coche rápidamente y entra en la casa como una bala.
¿Qué bicho le ha picado?
Yo bajo a mi ritmo, pero antes de darme cuenta Christian me rodea los hombros con su brazo y me besa la cabeza.
Ambos nos quedamos mirando la fachada de nuestro nuevo hogar durante unos segundos.-Me encanta ese porche. Podemos ponerle dos cómodas butacas y pasar las tardes sentados, leyendo, hablando o simplemente disfrutando de esta magnífica vista -dice Christian y cuando le miro sus ojos brillan sobre mí como dos estrellas.
-Me encantaría -le digo bajito y me alzo para besarle los labios.
Tira de mí y me insta a subir las escaleras y cuando llegamos arriba se gira y me mira de nuevo.-Tenía en mente que la próxima vez que volviéramos aquí lo haríamos como marido y mujer, que cruzaría el umbral contigo en brazos. -Sonrío emocionada-. Pero no todo sale como uno quiere. Por eso he tenido que replantear mis jugadas -dice acariciándome el pelo y se inclina para besarme los labios.
-Bueno, es que has tardado mucho en pedírmelo -me burlo y él sonríe.
Vuelve a rodearme y me insta a andar hacia dentro, y de ahí al patio donde brillan muchas luces. Nos acercamos unos pasos más y me llevo la mano a la boca cuando veo lo que han montado. Una carpa de color blanco tapa casi todo el césped que hay a un lado de la piscina. Hay pequeñas luces y rosas; blancas y rosas por todos lados colocadas estratégicamente. Hay una enorme mesa redonda presidida por un árbol de luz del que caen ramas de luces.-Tienes razón, Ana, he tardado en pedírtelo. He tardado mucho en encontrarte, pero ahora estás aquí y jamás permitiré que me dejes.
Le miro y se me llenan los ojos de lágrimas cuando le veo arrodillado en el suelo sujetando entre sus manos una cajita abierta y en su interior, brilla el diamante redondo más bonito que haya visto jamás en mi vida. Christian saca la alianza de oro blanco y extiende la otra mano pidiendo la mía y yo se la entrego.
-Anastasia Steele, amor de mi vida, ¿quieres casarte conmigo?
Le miro con los ojos llenos de lágrimas y empiezo a asentir con la cabeza.-Sí, cariño, claro que sí -digo sin aliento y me lanzo a sus brazos cuando me pone el anillo. Cuando alzo la vista para volver a mirar el jardín toda nuestra familia está allí reunida.
-Así se hace, campeón -dice Elliot y palmea el hombro de Christian -. Ven aquí, brujilla -me envuelve en sus brazos y me besa la mejilla -. Ya que no me ha dado tiempo de llevarte a las Vegas y celebrar por todo lo alto tu despedida de soltero, por lo menos nos tomaremos una birra mientras la novia se arregla.
Los miro incrédula.-Déjate de birras, Elliot -gruñe Mia-. Christian también tiene que cambiarse y...
Desconecto de su discusión y me abrazo a Christian quien me mira como si no hubiese nada más en la tierra más que yo.- ¿Esto es real? ¿Nos vamos a casar aquí? -pregunto incrédula y él sonríe y me besa los labios.
-Aquí y ahora mismo. Espero que te guste. Lo hemos organizado Phoebe y yo. Rosas blancas y rosas, tarta de fresa y alianzas de oro blanco.
Me río un poco presa de los nervios y vuelvo a mirar a mi alrededor.
Mi madre habla animada con los padres de Christian y Phoebe ríe con algo que le dice Carrik. Mia y Kate bracean señalando a los camareros algo sobre el lugar. Y Ethan y Elliot se ríen de alguna broma entre ellos seguro. Cuando vuelvo a mirar a Christian me alzo y me beso.-Es absolutamente perfecta, cariño.
-No puedo esperar a que seas mi esposa, Ana.
Le abrazo con fuerza.-Yo tampoco puedo esperar más. Hagámoslo ya.
Envuelve mi mejilla en su mano y nos quedamos mirándonos absortos en el uno en el otro mientras nuestra familia viene y va a nuestro alrededor.-Me haces muy feliz, Ana.
-Y tú a mí, Christian.
Fin.

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Corazones abiertos.
FanfictionAnastasia Steele es la diseñadora de ropa interior más famosa del mundo. Jamás podría haber esperado el reto profesional en el que se vio envuelta al aceptar diseñar el vestido de novia de Mia Grey. Pero menos aún para conocer por casualidad al herm...