LAST KISS

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Ya era miercoles, en la academia Franco se levantaba preocupado por Gabriel. Desde que había llegado el lunes no se levantó de la cama; lloraba todo el tiempo. No entendía muy bien que le pasaba al chico pero decidió levantarle un poco el ánimo. Quitó las sabanas y frasadas de Gabriel precipitadamente.
—¡Dale! ¡Arriba! —le dijo con ánimo —Ya esta, ya estuviste un día bajón ahora levántate, te bañas y vamos a clases —dijo muy decidido.
Gabriel le daba la espalda al rubio y miraba la pared de la habitación.
—Dale Gabriel levántate —dijo Franco.
—No quiero —dijo Gabriel cubriéndose la cabeza con una almohada. 
Franco le quitó la almohada y lo tomó de los pies para sacarlo de la cama. Gabriel dejó su cuerpo en peso muerte. Franco intentaba arrastrarlo por el piso.
—Podrias ayudar ¿no? —dijo el rubio.
—Resistencia pacifica —dijo Gabriel. —No estoy de humor, Franco —
—Ya faltaste dos días Gabi. Te van a sancionar. No se que es lo que te esta pasando pero si necesitas hablar voy a estar acá —dijo y le lanzó una toalla. —Ahora anda a bañarte que debes tener un olor a culo —le dijo en broma. Gabriel sonrío apenas.
El pelinegro se levantó con la toalla en sus manos y se dirigió hacia el baño. Tomó una ducha y volvió para vestirse. Fueron a clases junto con Franco y Albert. Ninguno hablaba, todo era silencioso y calmado. Gabriel parecía tranquilo, sin embargo por dentro Tenía un centenar de sentimientos encontrados. Debía aprender a vivir con el hecho de que Renato no lo iba a perdonar nunca y que no quería saber nada de el. No se justificaba, sabía que lo había tratado muy mal cuando estuvieron juntos; pero sus miedos fueron mucho más grandes que el sentimiento hacia el castaño. El miedo al rechazo de su familia, el miedo al no poder dedicarse al fútbol, los insultos , etc; no se veía capaz de soportar todo eso. Era un cobarde. "Con que seamos felices los dos me basta Gabi". Venia a su cabeza algunas frases que Renato le había dicho cuando estaban juntos. Nunca lo presionó ni apuró, realmente lo quería y el lo destruyó completamente. Ojalá supiera quien había difundido ese video, así podría cagar a piñas a quien lo haya hecho y de alguna forma "compensar" sus errores.
Gabriel estaba tan concentrado en sus pensamientos que no se dio cuenta que el profesor lo llamaba hasta que Franco lo pellizcó.
—¡Ay! —se quejó Gabriel.
—Señor Gallicchio preste atención, pase al pizarrón —dijo el hombre serio. Gabriel se levantó de su asiento y pasó al frente.
—Resuelva esa ecuación —dijo el profesor.
Gabriel estaba al horno, no estaba prestando atención a la clase y estaba algo perdido con la matería. Tenía que ponerse al dia. Miró la ecuación, y se le comenzaron a mezclar las letras y los números; comenzó a rascarse la cabeza intentando resolverla. Sintió una mano apoyada en su hombro.
—Acá tenes que pasar esto dividiendo —dijo Albert se había acercado a ayudar a su amigo.
Albert le fue explicando a Gabriel como resolver la ecuacion y obtuvieron el resultado juntos. Gabriel aprendió y estaba agradecido con su amigo.
—Muy bien Baró, Gallicchio debería practicar mas. Tomen asiento —dijo el profesor.
—Gracias —le dijo Gabriel a Albert.
—Por nada —dijo el chico.
Al terminar la clase, van los tres juntos a almorzar. Gabriel seguía algo decaído pero sus amigos le levantaban un poco el ánimo. Franco hacía bobadas para intentar hacer sonreír a Gabriel pero como vio que no estaba funcionando decidió parar.
—Ya sé —dijo el rubio muy decidido. —Esta tarde hay un grupo de chicos que va a jugar béisbol, me invitaron a jugar ¿queres ir Gabi? Un buen partido de béisbol te va a hacer bien —dijo Franco entusiasmado. —Dale dale deci que si por fa. Vos jugabas de chiquito, se que te gusta —
—Si digo que si, ¿paras de zarandearme? —dijo Gabriel.
—Si —dijo Franco.
—Entonces si vamos —dijo Gabriel sin muchos animos.
—Siempre te salís con la tuya —dijo Albert. Franco se tomó la cabeza y sonrió.
—Van a ver que la vamos a pasar bien —dijo el chico.

Por otro lado en el hotel, Renato desde el lunes no salía de su habitación. Solo tuvo contacto con Stef que le había llevado un sandwichito para que no tuviera su estomago vacío. La chica le había preguntado a su hermano si quería hablar pero el castaño se había negado. Agustín había intentado hablar con el. Le había golpeado la puerta, Renato lo ignoró. "No me voy a mover de acá hasta que salgas" le dijo el pelinegro. Renato se la pasó pensando. No tenía mucho que hacer allí en Barcelona. Necesitaba un abrazo de su mama y que esta le diga que todo iba a estar bien. Se planteó el volverse a Buenos Aires. No le importaba el concurso. Quería priorizarse a él, y se sentía descolocado. Como si ese no fuese su lugar. El miércoles temprano, lo primero que hizo fue preparar su valija. Ordenó y metió todo lo que había traído. Sigilosamente abrió la puerta de su cuarto. Allí tras la puerta estaba Agustín durmiendo sentado, junto a él se encontraba Gastón durmiendo sobre sus hombros. Ambos chicos tenían las manos entrelazadas. A Renato primero le pareció tierna la imagen pero pronto un nudo se posicionó en su garganta. Los ojos se le humedecieron.
Tomó su valija y bajó por el ascensor, intentando no despertar a su primo y a su ahora ex novio. En el lobby del hotel, busco en su celular vuelos hacía Argentina. Vio que el próximo era a las 8 de la noche. Compraría el boleto en el momento. Ahora quería evitar a toda costa que lo vean, por lo que le envió unos mensajes a Pepo preguntándole si podía pasar el día con él. La respuesta del chico fue afirmativa, entonces Renato dejó su valija en recepción y salió del hotel.
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I knew you were troubleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora