CAPITULO ESPECIAL 3

87 11 7
                                    

Finales de noviembre

Comenzaba a llegar el invierno al hemisferio norte. Gabriel estaba buscando entre uno de sus cajones una bolsa donde tenía las bufandas. Encontró la bolsa blanca con letras que formaban la palabra "Bufandas". Tenia varios pedazos de cinta que había colocado su madre. Cuando pudo abrir la bolsa, arrojó todas las bufandas sobre su cama. Una en especial llamo su atención, una bufanda roja. No le pertenecía, pero sabía perfectamente quien era el dueño. La tomó entre sus manos y se quedó mirándola unos segundos.  Se preguntaba si seguiría oliendo a él, entonces la acercó a su nariz. Un ligero olor a vainilla inundó las fosas nasales de Gabriel, Renato siempre olía a vainilla.

Recordaba como obtuvo esa bufanda, fue un día de agosto del año pasado, aun hacía algo de frío y a Renato no le gustaba andar con el cuello al descubierto. Fue apenas unos días después de que comenzaron a llevarse bien, tenía que pasar por el departamento de su hermana para alimentar y jugar un rato con su mascota: un perro llamado Toby. Renato lo acompañaba porque iban a hacer la tarea juntos. Su hermana hacía un año se había mudado sola, trabajaba y estudiaba a la vez. No se llevaba muy bien con sus padres, Gabriel nunca supo la razón. Solo recuerda de chiquito a su hermana adolescente discutiendo con sus padres. Sin embargo, con él era distinto, los dos se llevaban muy bien. Gabriel recuerda a Renato jugando junto con Toby, y como luego comenzó a molestarlo a él, entonces Gabriel se paró y comenzaron a correr por el departamento, Gabriel persiguiendo a Renato. Cuando Gabriel lo atrapó, lo abrazó y se tiró al sofá. Allí, en el sofá debajo de unas escaleras, se quedaron mirandose a los ojos varios minutos y sonriendo. Gabriel sintió como su corazón se aceleraba por su nuevo amigo, y el calor comenzaba a subirle a las mejillas. Por suerte Renato sugirió salir a comprar unas galletitas para la merienda y de paso sacar a pasear a Toby. Al volver Renato dejó su bufanda sobre el sillón y al irse se olvidó de ella. Gabriel un día la recuperó pero nunca pudo devolversela. Y así como revivió ese recuerdo también revivió otros como la vez en que miraron los álbumes de fotos de cada uno, o cuando Renato charlaba con su madre y esta le contaba anécdotas de Gabriel de pequeño. Gabriel realmente se sentía muy arrepentido de lo que había hecho.  Ojala el destino algun día le permita tener a Renato en frente, pedirle disculpas y que este llegue a perdonarlo.
Gabriel siguió con la bufanda entre sus manos hasta que llegó Franco y juntos fueron al entrenamiento, Gabriel decidió dejar la bufanda en su cama y utilizar otra. Luego del entrenamiento Gabriel y Fran junto con Albert se juntarían a cenar con Pepo. El castaño se había hecho muy amigo de los tres chicos y les gustaba pasar tiempo juntos los cuatro. Fueron al cine y luego se sentaron a comer en un restaurante de sushi. Salvo Pepo ninguno de los otros antes había probado  el sushi. A Gabriel le daba algo de impresión comer pescado crudo.
—Miren —dijo Pepo tomando una pastita verde. —Esto es wasabi, es picante. Dicen que hay que ponerlo para que mate las bacterias del pescado y también el picante hace que puedas sentir más el sabor en tus papilas gustativas —terminó y con los palillos tomó una pieza y la comió.
Los otros chicos estaban intentando utilizar los palillos, con algo de paciencia Gabriel y Albert lograron utilizarlos, por su parte Franco se rindió y comenzó a comer con la mano.
—¡Ah! Pica mucho— se quejó Franco.
—Tampoco para tanto tío, es el picor justo. Esta de puta madre, me gusta —dijo Albert.
—¿A vos que te parece Gabi? —preguntó Pepo.
—Ummm ni me gusta ni me disgusta. La verdad me esperaba no sé más sabor. Osea si tendría que elegir en que gastar no elegiría sushi —dijo el pelinegro.
—A mi me encanta —dijo Pepo llevándose otra pieza a la boca.
—A mi no me gustó. ¿Albert puedes acompañarme a pedir una hamburguesa? —dijo Franco. El español asintió.
Los dos chicos se fueron y se perdieron de la vista de Gabriel y Pepo.
—¿No te parece que esos dos ocultan algo? —dijo Pepo.
—¿Como? No te entiendo, ¿a qué te referís? —dijo Gabriel.
—Creo que hay algo entre ellos —dijo chocando sus dos dedos índices repetidas veces.
—¡¿Que?! Naaa estas loco Pepo, no creo. Son buenos amigos nada más —dijo Gabriel negando. Pepo comenzo a mover su dedo de un lado a otro.
—Estas equivocado Gallicchio. Es solo ver como se miran, como se cuidan el uno al otro, como siempre intentan estar solo los dos juntos... podría nombrar más cosas. Aaaah que lindo es el amor —dijo lo ultimo  apoyando sus codos en la mesa y su rostro sobre sus puños. Gabriel lo miraba desconcertado. —¿No me crees? Podes ir a verlo por vos mismo... —
—¡No voy a ir a espiarlos! —dijo Gabriel.
Gabriel paso los siguientes minutos pensando en lo que había dicho Pepo, y era verdad. Más de una vez Gabriel había entrado a su cuarto y los había hallado a los chicos en posiciones bastante comprometedoras pero nunca se imaginó que eran pareja ni nada.
—Voy al baño —dijo Gabriel y se levantó. Pepo levantó su vaso, lo apunto y sonrió.
Gabriel quería despejar toda duda de lo que pasaba entre esos dos. Se dirige al local que vende hamburguesas del shopping pero no los ve allí dentro. Escucha la voz de Franco por un pasillo que va hacía afuera del shopping. Gabriel decide seguir el sonido. Gabriel recorre el pasillo y cuando sale fuera del shopping estaba bastante oscuro, las luces de la calle apenas iluminaban el lugar. Mira hacía uno de los lados y no ve a nadie, tampoco había nadie en el estacionamiento, voltea hacía el otro lado y los ve. Albert estaba apoyado sobre una ventana de un local que se encontraba cerrado y sobre él dandole un beso estaba Franco. Gabriel abrió grande sus ojos. Estaba algo sorprendido, no porque fueran dos chicos sino porque eran sus mejores amigos. Se sintió algo triste de que ellos no tuvieran la confianza de decírselo. No sabía que hacer, no los quería interrumpir; así que decidió retirarse lo más silenciosamente que pudo. Gabriel no vió una canaleta en el piso y se tropezó cayendo al piso.
—¡¿Gabi?!—dijo Franco.
Los dos chicos estaban mirando a Gabriel muy sorprendidos, algo de miedo les recorrió por el cuerpo.
—Este... mmmm... perdón chicos. No los quería interrumpir —dijo Gabriel algo nervioso. Inmediatamente Franco se separó de Albert.
—¿Interrumpir? ¿Interrumpir que? —dijo Franco nervioso, intentando hacerse el boludo. Albert lo miró algo enojado.
Gabriel se levantó y se acercó a los chicos. Franco estaba bastante inquieto, Gabriel vio que el rubio tenía los ojos húmedos. La imagen de Renato se hizo presente en la mente de Gabriel. No volvería a herir a alguien como lo hirió a el. No volvería a cometer el mismo error dos veces. Gabriel colocó sus manos en el hombro de cada uno de los chicos y sonrió.
—Me alegro de que esteen juntos chicos. Son muy lindos —dijo Gabriel. Albert sonrió, Franco se sorprendió.
—Ves te dije que reaccionaría bien —dijo Albert a Franco.
—¿No te molesta? —preguntó Franco incrédulo. Gabriel lo miró raro.
—¿Por qué tendría que molestarme? Ustedes son felices ¿no?, y eso es lo que importa —dijo Gabriel
—Es que tenía miedo que lo tomaras mal. Como estamos en el mundo del fútbol que esta bastante atrasado en estos temas y los cavernícolas que suelen ser todos. Perdón pero creo que me equivoque con vos —dijo Franco
—No hay problema. Lo unico que me molesta es que no hayan confiado en mi. ¿No se supone que somos mejores amigos? —dijo Gabriel.
—El tenia miedo de contarte —dijo Albert. —Gracias Gabi, por tu apoyo. Igual te pedimos que no digas nada en la academia, en especial frente a Ignacio —
—Ni lo digas, Ignacio es un gorila —dijo rodando los ojos. —No se preocupen su secreto esta a salvo conmigo. Ahora volvamos que Pepo quedó solo.
Y asi los chicos volvieron junto con Pepo, no sin antes buscar la hamburguesa de Franco. Ahora la pareja estaba mucho más libre, y podía ser más cariñosa frente a sus amigos.
—Ojalá algún día tenga alguien que me quiera así —dijo Pepo. —¿Vos Gabi que onda, como te va en el amor? —
—Creo que dejé escapar la oportunidad... tenía a alguien que me amaba un montón, pero lastimé mucho a esa persona. Larga historia, no quiero hablar del tema —dijo Gabriel mirando fijo a su vaso vacío.
—Bueno... entonces cambiando de tema, ¿cuando van a venir a una clase baile conmigo? Dale porfa vengan una vez aunque sea —insistía el castaño.
—Yo nací con dos pies izquierdos —dijo Albert.
—Yo podría ir algún día ¿que ritmos das clases?—dijo Gabriel.
—De todo. Hip-hop, salsa, reggaetón, ahora empecé con tango también. Les va a encantar. Ustedes dos tienen que venir a tango —dijo señalando a la pareja.
—Veremos si convenzo a gruñoncito —dijo Franco dándole un beso en el cachete a su novio. Albert primero rodó, y luego sonrió.
—Bueno tendríamos que retirarnos. Mañana tenemos partido de practica y el domingo un partido por el campeonato —dijo Gabriel.

Al día siguiente, en el partido de practica, Gabriel junto con Albert y Franco formaban un equipo de 11 y se enfrentaban al equipo de Bautista. El partido era bastante reñido pero el equipo de Gabriel era ligeramente superior. Más por la habilidad del ojiverde. Esto molestaba de sobremanera a Bautista. Al comienzo del segundo tiempo Gabriel logró convertir un gol. Al volver a sus posiciones Bautista lo chocó y Gabriel cayó al suelo.
—¡Ey! ¡¿Que te pasa?! —gritó Gabriel. Gabriel se levantó y se acercó hacia Bautista elevando su pecho. Quedaron frente a frente mirándose con fuego en sus ojos. Bautista no respondía.
—Vos cálmate y concéntrate en el partido —dijo Albert tomando a Gabriel y alejándolo de Bautista.
—No le des bola Gabi —dijo Franco.
Continuaron el partido, cada vez que Bautista tenía oportunidad molestaba a Gabi, lo hacía trastabillar, lo empujaba, entre otras acciones. El capital ya les había advertido que los dos iban a quedar en la banca si seguían comportándose así. De a poco la paciencia de Gabriel se iba agotando. Casi al final de la practica, Bautista intentando frenar a Gabriel, lo barre violentamente golpeando el tobillo de Gabriel. Gabriel cae al suelo y se agarra el tobillo del dolor. Bautista sonríe al ver a Gabriel así.
—Oye tio. Calmate. Estamos practicando. ¿Que quieres? ¿Que se lesione? —dijo Albert empujando a Bautista.
Franco ayudó a Gabriel, le tomo del tobillo y comenzó a masajearlo.
—¿Estas bien Gabi? —preguntó el rubio.
—Sisi. Ayudame a levantarme —dijo extendiendo la mano.
Gabriel se levanto y cojeaba un poco. Pero luego se pie se acostumbró y no sintió dolor. Continuaron jugando y al finalizar Gabriel patea la pelota pero al hacerlo se apoya mal en el pie que había sido lastimado. Aprieta los dientes del dolor pero logra patear la pelota y anotar un gol justo antes de que el entrenador de el pitido que significaba el final del entrenamiento. Gabriel disimula su dolor para que nadie se preocupe. Sintió un escalofrió en su espalda, se voltea y ve a Bautista mirándolo muy seriamente.  Gabriel decide ignorarlo y va hacia el vestuario.  Intentaba disimular el dolor cuando caminaba. Su tobillo lo estaba matando.
En el vestuario, cuidadosamente se quita los botines y luego las medias. Al quitar la media de su pie derecho se asombra al ver lo hinchado que tenía el tobillo. Franco lo ve y se preocupa.
—La puta madre Gabriel, mira como tenes el tobillo. Voy a traer hielo —dijo Franco. El rubio busca hielo y lo apoya sobre el tobillo del chico.
—No vas a poder jugar así mañana —dijo Albert.
—¡¿Qué?! No. Esto no es nada, malana se me pasa. No puedo no jugar el partido —
—Gabi, parece más grave. Mirá se esta comenzando a amoratar. Va a ser mejor que no juegues —dijo Franco serio.
—Esta bien. Pero no le digamos al entrenador de esto. Le voy a decir algo mas leve, para que no se preocupe —dijo Gabriel.
Al día siguiente Gabriel solo sentía una leve molestia sobre su tobillo, eso lo puso bastante contento. Seguro sus amigos estaban exagerando, igual como les había prometido a sus amigos le pidió a Ignacio que solo lo metiera si era extremadamente necesario. Como iban perdiendo 1-0, Ignacio no tuvo opción que meterlo a Gabriel. Gabriel como siempre se lució y pudo anotar dos goles con los cuales su equipo tuvo la victoria. Sin embargo al finalizar e ir hacia el vestuario Gabriel notó una ligera molestia en su tobillo, pero decidió ignorarla.
Más tarde Gabriel se duchó y se bañó. Se sentó en la cama y se miró el tobillo, parecía bien. Quizás solo debía descansarlo y ya se sentiría bien en unos días. Sintió a su lado su celular vibrar, tenía una llamada entrante de Pepo.
—Hola...—dijo Gabriel.
—Hola Gabi ¿como estas? ¿Como les fue en el partido? —dijo Pepo
—Hola Pepo. Todo bien. Ganamos, gracias a que el mejor jugador del equipo metió dos goles —dijo Gabriel.
—Ah bueno entonces mandale mis felicitaciones a Bautista jajajaja—dijo Pepo en broma. —Joda. La próxima prometo ir a verlos. Hoy se me complico —
—Dale. No hay drama. Veni cuando puedas —
—¿Como esta tu tobillo?—preguntó Pepo. Gabriel rodó los ojos.
—Este Franco, no puede tener el pico cerrado. Mi tobillo esta bien, están exagerando un poco la situación. En unos días estoy 10 puntos —dijo Gabriel.
—Esta bien. Me alegro. No lo mates a Franquito, el solo se preocupa por vos. Che cambiando de tema, el próximo finde hay algo así como un evento en una plaza. Van a armar un escenario y va a haber gente cantando. ¿Queres ir conmigo? También decile a los chicos —dijo Pepo.
—Dale buenísimo. Me anoto —dijo Gabriel.
—Es una cita entonces —dijo Pepo en broma. —Chau que descanses —dijo y corto.

Gabriel se acostó en su cama y puso música. A su lado estaba la bufanda de Renato, la olió y luego la abrazó. Eso sería lo más cerca que estaría del castaño. Lo recordaba todo muy bien.

I knew you were troubleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora