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Mars recibió un mensaje esa tarde, la iglesia de su barrio estaba recibiendo donativos para organizar un bazar de cosas de segundo mano y poder renovar algunos de los objetos del comedor social que manejaban

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Mars recibió un mensaje esa tarde, la iglesia de su barrio estaba recibiendo donativos para organizar un bazar de cosas de segundo mano y poder renovar algunos de los objetos del comedor social que manejaban. Inmediatamente se puso a pensar que él no tenía muchas cosas para regalar, pero que probablemente si revisaba en su armario encontraría un par de camisas y quizás algunos zapatos que había comprado en la universidad y que ahora casi no usaba porque le quedaban incómodos.

Estaba pensando en eso, cuando Emilia se asomó en sobre su hombro, con el mismo sigilo de siempre y echó un vistazo a su celular.

—Será mejor que no te descubra otra vez mirando mis mensajes Emilia, si no quieres hacerme enojar —le advirtió, pensando en cómo una chica común y simpática podía ocultar bajo su perfecto trabajo de ortodoncia a una chismosa empedernida. Ella se rio, llevándose una mano al pecho por la sorpresa.

—Oh, jefe, es hora del almuerzo, nos preguntábamos si podíamos salir ahora —dijo, ignorando de manera magistral la llamada de atención. Mars podía haberle hecho un comentario al respecto, pero sobre aviso no había engaño y estaba seguro de que ella lo había escuchado alto y fuerte.

—Pueden salir —dijo con simpleza. La chica se apresuró a irse como alma que llevaba el diablo, tomando sin reservas la oportunidad de huir de aquella situación tan inconveniente para ella.

Mars suspiró y salió al pasillo, preguntándose si debía salir a almorzar o comprar algo simple en la cafetería. El lugar estaba casi vacío, así que podías comer con tranquilidad y te atendían rápido, la parte mala era que te arriesgabas a morir intoxicado.

Al final, recordó que Mikoto le había hablado sobre un restaurante y pensó que era momento de preguntar sobre el sitio. Era hora de probar que tan buenas eran sus recomendaciones.

Cuando le escribió al chico pidiéndole la dirección este se mostró increíblemente complacido por el hecho de que lo hubiera tomado en cuenta, lo cual le dio una idea del tipo de dinámica que solía tener con el resto del mundo. Cada vez que Mars le preguntaba algo, el se ponía muchísima presión encima y parecía realmente ansioso por agradarle, así que cuando sentía que estaba siendo de utilidad saltaba de felicidad. Era bastante lindo, pero también un rasgo problemático para quien lo poseyera.

Al llegar al lugar, de inmediato se puso tenso al notar que Emilia estaba ahí junto con sus dos amigas, esas con las que Mars había salido. Por un momento se planteó el marcharse se ahí, cuando alguien le llamó desde las mesas del fondo, haciéndole señas para que fuese a sentarse a su lado. Se trataba de la jefa de recursos humanos, una señora muy agradable, quien en ese momento desayunaba con su secretaria.

Mars sonrió, ella también era un poco chismosa, pero ya que lo había llamado no sería correcto dejarla ahí, además, quería probar la comida del lugar.

—Buenos días —dijo, tomando asiento delante de la mujer, quien le devolvió el saludo y llamó al mesero para que le tomara la orden, aunque era obvio que ya había pedido porque solo tenía un menú.

El instante más hermoso de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora