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Mars se le quedó mirando

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Mars se le quedó mirando. Mikoto estaba tumbado a su lado, engulléndolo con sus preciosos ojos negros, y sonriendo igual que alguien que se encuentra sumido en uno de sus más hermosos sueños. Sin poder resistirse se inclinó hacia él y lo besó. Mikoto recibió el contacto con un suspiro, inclinándose hacia el hombre, pidiendo más de él. Mars no se negó en lo absoluto.

—Te extrañé —la voz de Mikoto fue suave y sus sentidos la recibieron como una caricia. La visión que ofrecía era irreal, rodeado de sábanas, pero con la piel más que expuesta.

A pesar de sus intenciones iniciales, dejaron la comida enfriándose por segunda vez y terminaron saciando otro tipo de hambre.

—También te extrañé —respondió y luego sus labios se unieron profundamente, desde que el muchacho llegó a la casa no pasaron mucho tiempo separados. Mikoto se inclinó hacia él, sosteniéndole del cuello.

En esos instantes permanecían acurrucados en la cama, a la cual pudieron llegar solo porque Mars tenía mucha fuerza de voluntad.

No habían tenido que decir mucho cuando se vieron a través del portal, sus expresiones anhelantes lo dijeron todo, estaban listos para continuar lo que se había quedado estancado entre ellos. Ninguno de los dos esperaba que las cosas terminaran entre las sábanas tan pronto, pero al parecer sus cuerpos exigieron un cambio de planes.

—¿Tienes hambre? —le preguntó y después de un par de besos y caricias se dirigieron a la cocina. Mars estaba sorprendido por la facilidad que mostró Mikoto para pasar de una relación de amistad a lanzarse sobre él como una bestia hambrienta, pero no se quejaba, había sido una buena sorpresa.

Sin embargo, lo que más llamó su atención fue lo ligero y feliz que se veía en esos momentos.

Cuando estuvieron en la cocina Mars vio su espalda cubierta por un suéter ligero. Su cuello quedaba a la vista y contempló el sitio donde había estado el tatuaje. No pudo evitar alargar la mano y tocarlo. Mikoto se estemeció.

—¿Quieres volver a la habitación? —preguntó. Estaba bromeando, pero Mars tuvo la tentación de decirle que sí. No lo hizo, incluso él era consciente de sus propios límites.

—Lo haría, pero me perdería de tu deliciosa comida —espetó. La sonrisa en los labios de Mikoto fue tan genuina que lo deslumbro—De todas formas ¿Que has estado haciendo estos días? —inquirió cuando los dos ya tenían sus respectivos platos frente a ellos.

—Estuve extrañándote —respondió avergonzado.

Ambos se miraron. Mars sintió por primera vez en mucho tiempo que quería pasar el resto de su vida con alguien, mientras que Mikoto se olvidó de la eternidad que tanto lo asustaba, de la soledad que le asechaba por las noches y de los periodos de tristeza profunda que a veces lo aquejaban.

Aquella mañana, después de dejar ir a Harry de su vida, de darse cuenta que ya no significaba nada para él aparte de un mal sueño, estuvo seguro de que no podía dejar ir a Mars. Él era la persona que amaba, incluso aunque en un futuro ese amor floreciera hermosamente o se marchitara frente a sus ojos, quería estar ahí y saber que había querido al hombre como se lo merecía.

Mars le sonrió.

—Qué casualidad —dijo, recargando el rostro en su mano derecha—. Yo estuve haciendo lo mismo.

FIN

FIN

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Voy a extrañar a estos bebés T-T

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Voy a extrañar a estos bebés T-T

El instante más hermoso de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora