16.- Declaración de guerra

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16.- Declaración de guerra

Sonó la alarma puntual como siempre.

Era un buen día, sorprendentemente la mañana no era tan helada a pesar de ser diciembre; los pájaros cantaban, la vida era armoniosa.

Solo había un detalle que podría arruinar el día de alguien, por ejemplo, haber llamado a alguien 'amor' el día anterior ¡O peor aún! Dejar en evidencia que era conocedor de los sentimientos que fingía ser ignorante.

Definitivamente no era un buen día para Jiang Cheng.

Además, que realmente no importaba que tuviese un dolor de cabeza de los mil demonios por haberse embriagado, la jornada laboral continuaba. Recién era martes y ya sentía que era la peor semana de su vida.

Mientras fingía que seguía durmiendo ideó un plan: si Lan Xichen era capaz de olvidar todo lo que hacía estando ebrio, iba a actuar igual. El actor no tenía la menor idea de cómo era él al día siguiente de estar borracho, ante él nunca había mostrado esa vergonzosa imagen.

Ignorante de lo que ocurría en esa cabeza, Lan Xichen cumplía con la rutina de siempre, aunque a máxima velocidad. Debía darse la ducha más corta de su vida, vestirse como si se tratara del mismísimo Flash e ir corriendo a ver a su hijo

En su día a día mientras él se aseaba, Jiang Cheng cuidaba de Jingyi y viceversa, pero ahora quería darle unos minutos más de sueño a su representante, pues imaginaba que debía tener resaca o algo por el estilo.

—¿Papá volvió? —preguntó el niño en un susurro al ver a Lan Xichen aparecer en su pieza.

—Claro que volvió, te ama, no nos dejaría —al decir esto acarició la pequeña cabeza del niño, quien asintió mientras abrazaba con fuerza un peluche.

Se encargó de lavar al niño, peinarlo, vestirlo y le preparó su biberón con leche, mientras lo dejaba cómodamente sentado en uno de los sofás del primer piso.

—Quédate aquí sentadito mientras voy a despertar a papá, ¿de acuerdo?

El niño asintió mientras bostezaba, Lan Xichen sonrió al ver al pequeño, amaba esa vida familiar que tenían. Realmente en esos momentos tenía todo con lo que siempre soñó, solo faltaba que Jiang Cheng le correspondiera.

Subió las escaleras y se dirigió a su habitación, ahí entre las sábanas estaba su representante, quien se negaba a levantarse o dar la cara a Xichen, aunque sabía que ya no podía aplazar más el encuentro.

—Buenos días, Jiang Cheng —dijo acercándose a la cama con intención de despertarlo —te traje agua y pastillas para la migraña.

Jiang Cheng por fin se destapó dejando lucir su rostro cansado, ojeroso y un aspecto lamentable; sabía que debía verse horrible. Bebió el agua y las pastillas que le ofrecían, siempre evitando el contacto visual con Xichen.

—Jiang Cheng ¿Recuerdas algo de anoche?

—No... ni siquiera sé cómo llegué —ah, si sus hermanos o su madre lo escucharan, de seguro lo abofeterían por mentiroso.

Observó a Lan Xichen, tenía miedo de ver su ánimo decaer, pero seguía ahí, observándolo con una sonrisa. El mayor se sentó al borde de la cama y acarició el rostro de su representante, causando impresión en él.

—Jiang Cheng, debes cuidarte, no sé qué haría sin ti —mientras decía estás palabras, seguía acariciando suavemente una de las mejillas de su representante.

El más joven solo desvió la mirada ¿Era solo él o Lan Xichen estaba demasiado cercano? Extraño, seguiría observando sus acciones el resto del día, por ahora le daba el beneficio de la duda.

¿Cómo conquistar a un adicto al trabajo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora