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Habían pasado más de tres semanas desde el masaje que le dio a JungKook, y desde ese día no había parado de analizar la situación. Al principio creía que era solo atracción física, pero cada vez que pasaba más tiempo se daba cuenta que extrañaba a JungKook los días que no lo veía. Que cada vez esperaba con más ansias los miércoles, viernes y domingos. Que pensaba en él más de lo habitual. Que se sentía tan inspirado y podía estar horas tocando melodías melosas en el violín. O que cada vez amaba más leer historias de amor. O la sonrisa en su rostro era cada vez más brillante. O Que últimamente había empezado a soñar con JungKook.

—¿Qué le pasa? ¿Por qué está sonriendo como tonto? —le preguntó preocupada a JiMin.

—No lo sé, Momo, no lo sé. Pero me asusta, está como en otro mundo.

—¿Y si le golpeamos? Quizá vuelva a la normalidad.

—Me parece buena idea, pero primero intentemos hablar con él.

—Príncipe... ¡príncipe!... ¡PRÍNCIPE!... ya está golpéalo.

Momo obedeció, con sus cuatros dedos le pegó en la nuca y Jin soltó un quejido.

—¿Y eso por qué? –preguntó con un puchero.

—¿Podrías decirnos qué le sucede? Estaba sonriendo mientras miraba la pared ¿no habrá bebido a alguna clase de planta rara?

—¡¿Qué?! Claro que no, JiMin. Sólo estaba pensando.

—Últimamente pone una cara tonta al pensar. Estoy temiendo sobre su salud mental.

—Hey...

—Eh tranquilo, mi príncipe, he dicho tonta, no fea. No hay manera de que usted se vea feo, le envidio tanto –confesó JiMin, haciendo un puchero adorable.

—¿Seguro que no le sucede nada? –preguntó preocupada la japonesa.

—Seguro.

[...]

JungKook recordaba las hermosas facciones de SeokJin. El príncipe era precioso y no lo iba a negar. Cada vez que pasaba más tiempo con él quedaba más cautivado, pero eso era un problema muy grave. Él se negaba a sentir algo más por el príncipe. Él tendría que lastimarlo y sería mejor no desarrollar ningún sentimiento hacia él, aunque en el fondo sabía que era más que tarde, porque al pasar tanto tiempo a su lado se le fue imposible no empezar a sentir algo. Eso sí, JungKook se aseguraba que no era amor, seguramente un sentimiento de amistad.

No obstante, hace un momento atrás estaba pensando en los gruesos labios de Jin. En lo tentadores que eran. En cómo se sentirían probarlos. En cómo sería sentirlos recorrer su piel. Pero se trató de excusar con él mismo, que era por el simple hecho de que los labios de Jin de por si eran magníficos, Incluso hasta el hombre más heterosexual se les quedaría apreciando.

Sin embargo, eso no quitaba el hecho de que estaba pensando en él, cuando tenía en sus brazos a alguien más.

Debería estar pensando en Tae, el cual se encontraba descansado en su pecho desnudo. Debería estar pensando en su amado novio, pero estaba su mente en su contra, haciéndole pensar en el príncipe. En una persona tan diferente a Tae.

Tenía que dejar de pensar en él, sólo debería hacerlo para planear las formas de destruir su corazón. Pero se le hacía tan difícil al recordar la mirada de Jin, sus abrazos, su melosa voz. Mas el recuerdo de su hermano le daba fuerzas para seguir. Se vengaría por su hermano, por su madre. Ellos eran mucho más importantes.

—¿En qué piensas tanto? —preguntó Tae algo adormilado.

—Nada, cariño. Ya es tarde, es mejor que me vaya a mi cuarto.

Traición y venganza ㅡ KookJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora