-Capítulo 3:

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Caminaba con tranquilidad por los pasillos entre las estanterías de la biblioteca, al parecer mis amigas no lo eran tanto después de todo, después del ridículo que hice en clase ayer ya no se querían juntar conmigo. Aunque tampoco fue tan ridículo, sólo que prefirieron no juntarse con la pringada de la clase nunca más para no mancharse las manos.

Sigo sin saber aún por qué les hacía tanta gracia este asunto, si ellos estuvieran en el lugar de Harry o en el mío se lo replantearían, en su lugar, era su muñeca de juegos. Esta nueva situación era extraña para mí, nunca había sido la 'rarita' de la clase ni de ningún lugar nunca, y no era muy divertido ocupar ese lugar. Siempre tuve pocas amistades, no soy la más agraciada físicamente, no he sacado notas de infarto pero he ido tirando, alguna burla de vez en cuando o cosas así que bajaban mi autoestima. Pero nunca esto. Tenía la sensación de que la biblioteca iba a ser mi nueva amiga hasta que acabase la carrera unos años más tarde, no me gustaba nada esto. Y sólo acababa de empezar.

(...)

Mi paso era rápido, apresurado para poder llegar al coche lo antes posible, sentía una mirada sobre mí todo el rato y era bastante incómodo, porque no había nadie alrededor mía cuando miraba. Saqué las llaves del coche con tanto nerviosismo que se me cayeron al suelo, levanto mi mirada y doy un respingo al ver a un desconocido delante de mis narices con una sonrisa... extravagante.

-Hola. -Dijo con total normalidad-

-Hola... ¿nos conocemos? -Hablé algo confundida-

-No, claro que no, pero vamos a la misma universidad y te he visto varias veces de lejos, me pareces interesante. -Su actitud era despreocupada, sencilla-

-¿Interesante? ¿Yo? -Reí sin gracia- ¿Has bebido o te has dado un golpe en la cabeza?

-Soltó una pequeña carcajada- No, pero si te soy sincero, una copa o dos sí me bebía contigo.

-Miré al suelo avergonzada, vaya que iba al grano- Pues lo siento pero no puedo tomarme nada ahora. O más bien no lo siento, es que sinceramente lo único que quiero ahora es dormir un poco.

-¿Hay algo que te esté quitando el sueño, Alix? -Su tono fue misterioso-

-¿Cómo sabes mi nombre? -Fruncí el ceño-

-Ya te lo dije, la universidad. Por cierto, soy Ben Selley. -Estrechamos las manos-

-Alix Moore. -Dije con inseguridad, lo más seguro es que haya preguntado alguna cosilla sobre mí para intentar sorprenderme y así poder llevarme a la cama después de emborracharme-

-Encantado Alix, entonces si no es hoy, ¿cuándo será?

-¿Nunca?

-Volvió a reír- Anda no seas así, vamos.

-Está bien, podemos ir a dar una vuelta por ahí, pero mañana. -No me arriesgaría a que le echase algo a mi bebida-

-Perfecto, mañana paso por ti. -Me ofrece una sonrisa de suficiencia, dejando claro que había conseguido lo que quería-

-Si no sabes mi dirección.

-Claro, porque me la tienes que decir. -Su simpleza no dejaba de hacerme sentir incómoda-

Me tomé unos segundos para procesar todo esto, no le iba a dar mi dirección a un desconocido, uno muy atractivo y que por cierto, me resultaba peculiarmente familiar de alguna forma. Cabello castaño claro, subido en una cresta, ojos verdes claros, piel blanca, barba de dos días, alto, labios finos y unos leves hoyuelos en las mejillas. No tenía ni idea de quién era pero atribuía esta familiaridad a que sí lo había visto indirectamente en la universidad y me lo había guardado en el subconsciente.

-No le voy a dar mi dirección a un desconocido. -Hablé tajantemente-

-Una sonrisa de lado apareció en sus labios- No hace falta que lo hagas, siempre puedes venirte conmigo ahora. Deja tu mochila en el coche y nos vamos a comer a donde tú quieras, yo invito.

Mi cerebro estuvo debatiendo las posibilidades, pero qué diablos, no sabía qué había en la nevera y de todas formas no tenía ganas de cocinar, a parte, este chico tampoco me inspiraba desconfianza o algo así.

-Tú ganas esta vez Ben. -Me rendí con un suspiro ganándome una mirada de aprobación de su parte-

(...)

Dos horas más tarde por fin me encuentro aparcando en frente de la fraternidad. Se podría decir que he pasado un buen rato con ese tal Ben. Al parecer Lexie-Una de mis ex-amigas-es una amiga suya porque comparten no sé qué clases y le habló de mí. En fin, no me quiero comer mucho la cabeza con este chico, lo más probable es que sólo buscase sexo y yo no se lo iba a dar, en cuanto viese que lo rechazaba unas cuantas veces me dejaría en paz. Cuando voy a abrir la puerta de mi habitación, me doy cuenta de que esta ya está abierta y mi corazón da un palpito. Mi mano va rápidamente hacia mi movil, por si había que llamar a la policía o algo así, yo no sabía de estas cosas. La abro de par en par de un manotazo y me encuentro con todo el cuarto patas arriba. Los libros de mi estantería en el suelo y descolocados, la alfombra del suelo que puse yo como adorno arrugada, las sábanas de la cama echas un revoltijo sobre el colchón, las cosas de mi escritorio desordenadas... A ver, yo no era una maniática del orden y tampoco de la limpieza, pero cuando me fui juraría que no dejé nada de esto así.

La rabia subía por mis venas, miré la cerradura y no la habían forzado, habían utilizado una llave, la de dirección seguramente que era la que se utilizaba en caso de que la original se perdiese. Ahora tendría que ir a la universidad a quejarme y a ver qué había pasado. Y no sólo eso, ¡mi ropa no estaba! ¡Ni rastro había de ella! Malditos salidos, pervertidos, enfermos, fetichistas... ¡Esto ha sido obra de Larry Mayman y de su grupito de matones, señoras y señores! Tardé un cuarto de hora en llegar al edificio principal, no estaba muy lejos de las residencias pero sí lo era para mí en este momento, ¿¡cómo habían conseguido robar la llave de mi habitación!?

-Perdone señorita, necesito hablar con el director. -Exigí a la primera profesora que me encontré, esta no me daba a mí clases-

-¿Quién es usted?

-Soy la alumna de psicología de tercer año, Alix Moore. -Odiaba cuando tenías que decirle tu historial a los profesores para que te permitieran hablar- Quiero hablar con el director porque han entrado en mi habitación mientras yo no estaba y lo han destrozado todo, también han robado mi ropa.

Al día siguiente había prendas mías repartidas por toda la universidad, inclusive la interior. Maldito Larry...

-Día 3:
Hoy tampoco he obtenido ningún resultado de mi paciente, se niega a hablar o a mirarme.
He intentado que eso no me intimide y le he hablado igualmente sobre mí.
Cualquier cosa vale, aunque sean tonterías poco a poco se va formando un vínculo, espero que pronto confíe en mí.
Necesito saber qué le ocurre.

Hasta morir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora