-Capítulo 12:

98 7 1
                                    

Le vigilo para que no haga ningún movimiento hacia mí y no lo hace, entonces doy un paso atrás y él niega con la cabeza con una mueca en su rostro. Alarga su mano para acercarme de nuevo a él pero yo hablo antes de que lo haga.

-No me toques o gritaré. -Mi voz es fría, se acabó el estar asustada-

-Frunce el ceño y su brazo vuelve a su posición normal- Bianca...

Por su expresión y el tono de voz que ha usado deduzco que quiere transmitirme que no me acerque a ella, que es una amenaza pero, ¿cómo puede ser Bianca más peligrosa que el tipo que intentó matarme? Vale, ella se comportó de forma extraña pero eso no justifica que no se merezca una oportunidad para explicarse, lo más seguro es que su preocupación por Harry la llevara a esos extremos, le tiene mucho cariño. En cambio... él me tiró al mar como si fuera cualquier deshecho.

-¿Me has estado siguiendo? -Si me está advirtiendo sobre ella es que ha tenido que presenciar todo el numerito de antes. En efecto, asiente- ¿Desde cuándo? ¿No te bastó con tirarme al mar y ahora quieres terminar con lo que empezaste? Ya entiendo, antes lo hiciste rápido pero ahora que he sobrevivido al primer ataque quieres disfrutar del segundo. Asustándome y acechándome por la calle, espiándome... hasta que te canses de ese juego y remates la faena.

-No. -Un tajante 'no', veo su reacción ante mis palabras, está enfadado y me recuerda al episodio que tuvo lugar en su habitación hace un par de semanas, cuando me dijo que me fuera y luego besó mi frente. Esta vez es en menor grado, su rostro está enrojecido por la ira, pupilas algo dilatadas y el cuerpo tenso-

-Entonces, ¿qué haces aquí? Te has escapado, eso está mal. -Sé que de momento es inofensivo y voy a intentar hacerle entrar en razón- Te tienen que cuidar y vigilar para que tu enfermedad no empeore, ¿lo entiendes?

-Niega con la cabeza como si le hubieran contado un mal chiste y luego sus ojos se vuelven a encontrar con los míos, ahora son demandantes- Sígueme.

-Ni hablar. -Me cruzo de brazos intentando parecer firme, en el fondo estoy hecha un flan-

Gruñe por lo bajo y parece estar pensando en las posibles opciones para que le haga caso, da igual lo que haga porque no me pienso ir con él a ningún sitio. A continuación hacemos un duelo de miradas fulminantes, ambos en silencio esperando que el otro se rinda y acepte las condiciones del rival. Ese 'otro' soy yo por supuesto, pero no por voluntad propia, es mi cuerpo el que me dice que pare. Subo una mano a mi cabeza y cierro los ojos cuando un mareo viene a mí, definitivamente no estoy bien, no estaba recuperada del todo pero igualmente decidí hacer una carrera y ahora pago las consecuencias. Me vengo abajo pero los brazos que me tiraron al mar irónicamente son los que me están sujetando ahora para que no me caiga, para que haya más ironía aún me siento tontamente a salvo entre ellos, y no quiero. La cabeza me viene y va, no puedo mantenerme en pie para mi desgracia y me encuentro muy ida, ni siquiera puedo hablar para decirle que me suelte. Sí, sé que es estúpido que quiera pedir que lo único que me mantiene en pie se aleje pero no quiero que él me toque, normalmente no quiero que me toque nadie pero en especial él. Y sentir que la única persona que te puede mantener a salvo es la misma que te ha intentado matar no es algo agradable.

Veo un poco borroso pero eso no impide que me fije en cómo va vestido para intentar distraerme con algo, me ha cogido en brazos como si fuera un bebé y todo lo que puedo hacer desde mi posición es observar lo que hace conmigo, estoy a su merced. Lleva una camiseta de manga larga negra, gafas de sol que se acaba de poner, un pañuelo oscuro que le tapa la boca y un gorro de lana azul oscuro... no puedo ver qué lleva de cintura para abajo porque no me suelta en ningún momento, tan sólo me pregunto el por qué le encuentro tan endemoniadamente atractivo si es... mi asesino. Seguramente se las habrá quitado para que pudiera fijarme en sus ojos cuando hablamos, para que pudiera ver signos de un posible engaño -El cual no percibí, así que sé que es un buen mentiroso-, pero definitivamente las gafas de sol le quedan muy bien, le dan un aspecto más misterioso y... sexi. Llegado un momento se para y escucho como abre la puerta de un todoterreno gris que hay delante nuestro, a cada que pasa minuto la vista se me nubla más y sé que voy a perder el conocimiento tarde o temprano, más bien temprano. Me deja en el asiento del copiloto, me abrocha el cinturón de seguridad y cierra la puerta para luego subirse él al coche, no puedo evitar dejar caer mi cabeza sobre el cristal de la ventanilla. Deja la suya abierta haciendo que tenga frío, le encanta hacérmelo pasar mal.

Hasta morir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora