-Capítulo 10:

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Me despido del director y de los hombres de mantenimiento con una reservada sonrisa, ya tengo una nueva cerradura de la cual sólo yo y el conserje tenemos la llave. En el fondo sé muy bien que es muy fácil hacer copias de una llave o forzar la puerta, más fácil de lo que parece, por eso no me siento del todo segura aun cambiando la cerradura, sobre todo porque el recuerdo del puñetazo que ese desconocido me dio es fresco al igual que la marca que dejó es reciente todavía. Limpié la nota del cabecero de la cama para que nadie la viera, no voy a llamar a la policía ni nada por el estilo porque no creo que sirva de nada, sé por experiencia que la única policía útil en este mundo que de verdad resuelve casos y es eficiente es la de las series de televisión, las veo con frecuencia. No voy a meter las narices donde no me llaman pues no quiero problemas aunque no negaré que la curiosidad no esté presente. Ben estuvo hace unos minutos conmigo viendo si estaba bien, de hecho no lo estoy, pero tampoco iba a decirle que estoy asustada por si el extraño de anoche vuelve para rematar la faena. Se preocupa por mí y eso no lo dudo pero ya hace mucho que no confío en nadie plenamente y menos en chicos a los que conozco de hace unas semanas, no voy a contarle todo lo que me pasa pero sí los pequeños detalles.

Cojo mi viejo abrigo -El cual pide a gritos ser relevado, está muy usado-, el bolso con las cosas y salgo a la búsqueda de un nuevo trabajo, cada día tengo menos esperanza en encontrar uno pero al menos debo intentarlo para tener la conciencia tranquila. El frío me golpea en la cara y noto la contusión de mi mejilla arder con el contraste del exterior, me la he tapado con maquillaje pero eso no significa que también tape el dolor. Cuando llego a la ciudad me arriesgo a gastar el poco dinero suelto que me queda para comprar un café, tengo mucho frío porque este maldito abrigo ya no calienta de lo viejo que es. Me siento en una mesa apartada del resto y espero a que un camarero me atienda, eso ocurre en menos de cinco minutos, ordeno un café con leche y ya que voy a gastar mi dinero lo hago bien terminando mis monedas pidiendo un donuts de azúcar. Es la mejor comida que probaré hoy y seguramente en toda la semana, qué digo, en todo el mes. Le pido la cuenta cuando me trae lo que he pedido para así no perder tiempo más tarde y me dice que ya ha sido pagada por un caballero, miro hacia donde me señala y en la barra observo cómo Zayn caza mi mirada, sonrío por su amabilidad y él me guiña el ojo. Lo ha vuelto a hacer, y mi pulso se ha vuelto a acelerar como la última vez.

-Hola preciosa. -Me saluda sentándose en la silla que hay en frente de mí, pues es una mesa de dos y no hay asientos a mis lados-

-Hola, gracias por invitarme, es muy considerado por tu parte. -Le agradezco con una resplandeciente sonrisa-

-No hay de qué, todo por ver esa sonrisa de nuevo. -Siento vergüenza por su cumplido ya que no estoy acostumbrada y menos de chicos tan guapos como él, más no me sonrojo, no soy así-

-Vaya, no tenías que hacerlo de todos modos. ¿Qué te trae por aquí? -Pregunto empezando a beber el café a pequeños sorbos-

-Tengo que irme a trabajar en menos de quince minutos, ¿y tú qué haces aquí? ¿No se supone que deberías estar estudiando, chica universitaria? -Pregunta con una pizca de humor, su sonrisa no desaparecía-

-Buscando trabajo, al parecer tu padre no estaba tan contento conmigo como tu dijiste y los estudios pueden esperar. -Camuflo mi desilusión tomando un bocado del donuts-

-¿Cómo? Tú le llamaste diciendo que no estabas interesada en el trabajo, que habías encontrado algo mejor. -Enarca una ceja, está preguntando más que afirmando-

-No, eso no es imposible, yo estuve esperando su llamada estos días. No he llamado a nadie. -Me excuso frenética-

-Yo pensé que te negaste a trabajar allí porque no te caí bien y decidiste huir. Por eso no te he llamado, sé cuándo es mejor rendirse. -Sonríe con algo de tristeza mirando a un lado y me parece un gesto muy adorable-

Hasta morir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora