Sube la marea, y los cielos
truenan avisperos descorazonados.
Y las abejas destellan
el aire con su néctar,
mientras se despliega
el destino con su tinta,
que acorrala a los carceleros.Y con alambres de espinas,
cuyo veneno se deshace
del cabello de nenúfares frescos,
retumban los celos
poseyendo al humo
por dentro, mientras
el aire juega con su pelo.
Y su pelo fresco
resulta ser deseo
de corazones secos,
que tienen por besos
los ojos de sus versos.Y galopa el esqueleto,
como un jinete, pidiendo
auxilio, mientras se consume
cuando hierve a ultrajadas
de besos arrebatados.
Así suplica un "te quiero".
para ser el afortunado.
Pero sus amapolas,
con su olor a desdén
de considerarlo objeto,
propiedad de sus versos,
corroen el deseo del mal ajeno.Y con sábanas resquebrajadas,
ocultando los rasgos de envidia,
a medias espaldas de tiempos,
las heridas se fuman los cuellos.
Y los cuellos lamidos
por el delirio del destino,
someten a sus entrañas
de ruinas acribilladas
la fórmula de su propio
veneno de sirena
en el alma que le calienta.Y elevados a caducar en tripas
de murciélagos, que anochecen
con el día, mientras aúllan silencios,
subyace Leviatán de los infiernos.
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LOS SIETE PECADOS CAPITALES. ©Elena Díaz G. (poesía)
PoetryCuidado, cuidado, Dios lo ve. Cave, cave, Dominus vídet. Y en la batalla del infierno con la muerte de pretexto, silba el juicio de lo eterno. Infierno o gloria, esa es la cuestión. Y de los reinos de los cielos, haciéndoles frente a los príncipes d...