SOBERBIA-HUMILDAD I

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Sobre la Virgen se crea
el ardor del silencio
y tan adentro las hormigas
resbalan por su pecho
encarnizado de luto.
Y la presión se transforma
en agua que supura,
supura y supura.

Y con el humo de la maleza,
ante la neblina del fuego,
con vehemencia se quiebran
los reflejos del tiempo.
Y sobre su cráter de grandeza
Lucifer se convierte en una bestia,
trabando sus círculos
de cocodrilos con perlas.

Se desatan los carroñeros
aludiendo a su cena,
mientras se fragmentan
las pieles, los corazones
y las penas.
Se desatan, se desatan
con fuerza, y el péndulo
chirría la marea que ayuna
para que la Tierra sea nuestra.

Se fusilan las tormentas.
Los péndulos se desahogan
en el desierto de sirenas
blancas de alma negra.

Con vestigios de prepotencia
la arena traba las fronteras.
Con las rosas en las manos se prenden
las mellas, se deteriora la marea,
y Lucifer está ganando la guerra.

Y las bestias caminan erguidas
con sus cristales quebrados
en las manos, que relatan
la gloria de su historia.

Mientras con locura,
Cristo se retuerce ante
el emperador de la muerte.
Y rugen las serpientes,
retumban los castillos
y los clérigos lloran
por ser presos
de los que quemaron
en la hoguera,
acusando a su soberbia.

Y con su grandeza
se deposita la raza
en las carnes
del pueblo que mata.
Que coloniza, quema,
arrasa y se marcha.

LOS SIETE PECADOS CAPITALES. ©Elena Díaz G. (poesía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora