Martirio

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Hermione abrió los ojos, acababa de tener un sueño donde tenía una hija de nombre Rose, era una bruja pelirroja. Pero ella estaba sentada en los rieles de la estación de King's Cross, la niña lloraba mucho y parecía estar gritando algo.

No pudo analizar su sueño debido al terrible dolor que sintió en el vientre. Una punzada terrible que duró por al menos un minuto y luego desapareció. Respiró hondo, se levantó de la cama, sentía la inmensa necesidad de hacer del baño. A paso lento ingresó y al apenas sentarse sintió otra ráfaga de dolor y vio la sangre caer en el inodoro.

Entonces supo lo que era eso — Contracciones.

Empezó a respirar hondo, necesitaba calmarse y conseguir llamar a Draco, él sabría que hacer. Sin embargo, no podía moverse e ir a pedirle ayuda, aquel dolor que empezaba en su útero iba a extendiéndose por su columna vertebral y enviándola a cada rincón de su ser, el dolor estaba en rompiéndola. Se negó a pujar por mucho que ese fuera el alivio que su cuerpo pedía, no podía hacerlo, eso la convertiría en la asesina de su hija, la quería en sus brazos.

— Me niego, no lo haré — Susurró agitada. El dolor fue menguando hasta desaparecer, se levantó del inodoro y fue testigo de la sangre que corría entre sus piernas que terminó por manchar su camisón blanco de gasa.

Estaba tomando un abrigo para salir el dolor regresó, empezó a inhalar y exhalar repetidas veces, el dolor no la convencería de pujar. Se sentó en la silla más cercana y se aferró a ella. ¿Por qué? Era la pregunta que se repetía. ¿acaso esta era una maldición?

No pudo soportar más, se arrastró al baño, cerró la puerta tras de sí. estaba temblando, el sudor estaba en su cuerpo y el dolor le recordaba que debía expulsar lo que tenía dentro. Ni siquiera podía hacer uso de su magia su mente estaba nublada por el dolor. Soltó un grito desgarrador que le hizo doler la garganta, como si se partiese, más no era igual a lo que su cuerpo estaba sintiendo.

— ¡Por favor no! — Gritó. Cayó en el piso del suelo sin poder contenerse —¡Merlín! ¡Dios! ¡Quien sea, ayúdeme!

Sintió un terrible tirón en el útero y no pudo negarse a hacer lo que necesitaba para aliviarse, su corazón parecía estar en sus oídos y teniéndolo así empezó a pujar. Tensó el abdomen y solo se permitió dejar de hacerlo para respirar. terminó clavando sus uñas en las palmas por la fuerza que hacía, respiró profundo cuando el dolor desapareció por al menos 10 segundos, para luego regresar con más fuerza, tuvo que tensar hasta los dedos de los pies para ayudarse a pujar, los dientes le rechinaban por la fuerza que estaba imprimiendo.

— ¡Granger! — La puerta de su baño empezó a sonar por los golpes. — Ábreme.

Hermione abrió la boca para hablarle a Draco, pero salió un quejido doloroso de sus labios. El dolor volvió a desaparecer y entonces sintió algo caliente y húmedo entre sus piernas, su cuerpo dejó de tensarse y se relajó, al parecer había terminado todo, ¿pero a qué precio?

Draco abrió la puerta y la encontró llorando desconsoladamente mientras sostenía un pequeño y deforme cuerpo en la palma de su mano. Todo era de color rosa intenso.

— Soy la peor mujer de este mundo — Le dijo mientras se desplomaba en el suelo para llorar. ¿Cómo pudo hacer algo así? ¿Cómo pudo dejarse dominar por el dolor?

Él no resistió verla así, la tomó en brazos y abrazó sin importarle que fuera a mancharse de sangre, lo sustancial ahora era consolar el corazón de la joven bruja. Hermione lloraba y gritaba en sus brazos, como alguna vez él lo hizo en brazos de su madre al enterarse que Astoria se provocaba el aborto cada vez que quedaba embarazada él, le acarició el cabello y susurró palabras esperanzadoras. 

Malfoy, no sabes lo que se siente ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora