Capítulo 1 - Jade derrocado; cuarta parte.

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No había nada más que dolor en su pecho.

El corazón, ya cansado, tronaba lento. Pum... Pum... Pum... El bombardeo de cada corazonada le llegaba a los oídos y le producía una incómoda sensación de ahogo en la garganta. Selló los labios con fuerza, temeroso de que de abrir la boca perdiera el control y el llanto iniciara una frenética marcha. Trató de inspirar hondo pero la barbilla le temblaba y por más que pestañeara las lágrimas no dejaban de nublar su vista.

Se llevó las manos a la boca y a la garganta, apretando en el acto como si así pudiera detener lo que se aproximaba, pero, de nuevo, la voz de Wei WuXian lo derrumbó:

Solía pensar que eras mi alma gemela.

―Aún lo soy.

Ya no resistió.

Yo no pudo hacerlo.

Ya no.

Lan WangJi cayó en picada a las aguas más profundas del miedo, el dolor y la desesperación.

Su llanto rompió con fuerza el silencio del Jingshi. Retumbó dentro de su pecho y le quemó la garganta. Su cuerpo quería desahogar tanto sufrimiento pero el Jade se aferraba a no hacerlo, ocasionando que su cuerpo temblara por el esfuerzo.

Hasta que dejó de luchar.

Se estaba tocando una nueva melodía en el Receso de las Nubes. Una melodía brutal y sin precedentes que llevaba en cada nota un sollozo más desgarrador que el interior.

Lan WangJi se toca el pecho y aprieta, como si buscara sacarse el corazón para que deje de doler. Inhala y exhala el aire con furia pues no lo puede retener. Se está ahogando con sus lágrimas.

Llorar, una acción tan nueva para él que lo está matando.

La desesperación y la soledad son unas sensaciones tan desagradables y asesinas con la que Lan WangJi se está familiarizando. Se talla los ojos con las palmas de las manos con tal fuerza que le arden y como tantas otras veces a lo largo de ese mes se le ennegrece la vista.

Gatea a tientas hasta el compartimiento en el piso del Jingshi y tira de la tablilla sobrepuesta. Dos jarrones blancos, entrelazados por una cuerda contienen el fragante líquido que a Wei WuXian le gustaba beber: Sonrisa del Emperador. Un poco más allá, una cajita de jade se oculta también. Lan WangJi toma las jarras y la cajita con la cinta roja adentro.

Wei Ying. Necesita a Wei Ying. Abraza a Wei Ying. Suelta todo. No, no es Wei Ying.

Las botellas ruedan por el piso derramando el líquido y la cajita azota y se fractura dejando salir la cinta.

—We-Wei Ying...

Lan Zhan se queda viendo el desastre. Las lágrimas salen silenciosas y está hipando. Está perdiendo la cabeza, pero habiendo perdido el corazón antes, ¿Qué más da?

Ve sin pestañear cómo el vino se impregna en la punta de la cinta de Wei WuXian y poco a poco vuelve el rojo aún más intenso. Casi tanto como la sangre. El llanto vuelve, más fuerte, más profundo, más desgarrador. Lo quema otra vez, no le da tregua. Tira de su cabello y se presiona la sien. No se calma, no puede. La angustia lo carcome y se golpea con las palmas las orejas. Para no escuchar la voz de Wei WuXian. Para no escuchar su propio llanto.

¿Qué estoy haciendo? Se pregunta en un minúsculo momento de lucidez. El olor del vino termina de penetrar el Jingshi y se escurre entre las fosas nasales del Jade.

Se acerca a las jarras. Están abiertas y casi derramadas por completo. Le pica el paladar y la garganta pide líquido, fresco y calmante.

Quiere entender por qué le gustaba tanto. Toma las dos jarras, deja caer una, está vacía. Observa la otra por unos segundos. Aún tiene líquido dentro. Le retumba el corazón dentro del pecho, casi explotando.

Recuerdos impregnados del primer amor | v.1 | Lan MeiLingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora