En el Receso de las Nubes un suceso sin precedentes estaba ocurriendo.
Lan WangJi blandió a Bichen antes de atacar. Aún sin energía espiritual el brillo azulino de la hoja casi traslúcida dejó a todos sin aliento. Con un movimiento certero se arrojó hacia el frente pero el ataque fue repelido sin mayor esfuerzo.
Lan XiChen viró con rapidez alejándose de su hermano y el sonido de las hojas chocando causó un fuerte estruendo en el lugar.
La mirada de los Jades se encontró durante unos segundos, Lan WangJi no mostraba emoción alguna y un escalofrío recorrió el cuerpo de muchos cuando se dieron cuenta que el rostro de Lan XiChen tampoco tenía su usual sonrisa.
Cuando las estocadas fueron en aumento de manera más violenta y constante, los discípulos de la secta Lan no podían hacer algo más que mirar con la boca abierta a los dos orgullos de Gusu enfrentarse.
Era un espectáculo digno de admirar y contar por la eternidad, no todos los días se podía ver algo como aquello.
Entre todos los presentes Lan SiZhui observaba en silencio a su padre y a su tío moverse con una mortal y perfecta elegancia.
A su lado, el silencio pasaba a segundo plano.
Lan JingYi vitoreaba como loco sin importarle las reglas y el regaño que más tarde le pondría el mismo hombre al que estaba apoyando. Apretujaba la espada de madera que tenía en las manos y se movía de un lado a otro como si fuera él quien estaba en combate.
—JingYi, te van a regañar —le advirtió Lan SiZhui a su amigo. Estaba preocupado que obtuviera una sanción pero al chico en cuestión poco le importaba.
—¡Es Hanguang-Jun el que está peleando! —Lan JingYi realmente deseó volver unas semanas atrás, justo en el momento en el que en la ciudad dos jóvenes le habían preguntado si alguna vez había visto a los Jades combatir para restregarles en la cara que sí lo había hecho.
—Sí, pero esta semana no te han castigado y el Maestro Lan está...
—Copiaré las reglas cien veces si es necesario, SiZhui —declaró sin despegar la mirada de la batalla y segundos después una tercera voz hizo que el cuerpo entero se le erizara.
—Recuerda tus palabras —la voz de Lan Qiren jamás se había escuchado tan desesperanzadora para Lan JingYi como en ese momento. Deseó no haber dicho aquello pero pensando que ya estaba con el agua hasta el cuello decidió no preocuparse más hasta que terminara la pelea.
Lan SiZhui bajó la mirada a la espada de madera en su mano y después la desvió hacia aquella que en algún momento de su vida usaría en combate.
La espada real de Lan SiZhui era en verdad hermosa. Aún si no se asemejaba tanto a la frialdad mortal de Bichen o a la viveza de Shuoyue, a Lan SiZhui en verdad le encantaba y además contrastaba de gran manera con las de sus otros compañeros.
Mientras todos se habían enfocado en relacionar sus armas con tonos fríos, Lan SiZhui no pudo sacarse la idea de entremezclar el diseño de un sol y una nube en la empuñadura de la espada. De la misma manera los colores blancos, negro y rojo terminaron mezclados de tal forma que la hacían lucir como un arma celestial, elegante y sofisticada.
Aun cuando frente a él se estaba desarrollando un combate y a su lado alguien parecía desfallecer por la emoción, Lan SiZhui se perdió en el evocación del día en el que esa espada fue puesta en sus manos por su padre.
Hace casi dos años, formados en dos filas, los Juniors caminaban a paso firme y continuo por los corredores de los Recesos de las Nubes. Todos, sin excepción, estaban emocionados y habían esperado ese momento por bastante tiempo: la entrega de las espadas con las que combatirían en el futuro.
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Recuerdos impregnados del primer amor | v.1 | Lan MeiLing
FantasyVer. 1 | Sin editar. "...Para el trigésimo tercer azote, los discípulos de la secta Lan sostenían ya los brazos de Lan WangJi. Los ropajes blancos colgaban hechos jirones y se tintaban de un rojo tan intenso como las granadas cuando son aplastadas...