—Hermano...
Por primera vez desde que Lan WangJi fue castigado, Lan XiChen pegó a su rostro una genuina sonrisa, ¿Y es que cómo no sonreír desde el corazón cuando su hermano pequeño se acercaba a él como un niño con ojitos esperanzados? Nadie más que él tenía el privilegio de notar esos pequeños cambios en Lan WangJi.
Puso una mano sobre su hombro al notar que el Jade quería preguntar qué había pasado adentro, así que le dio una simple pero significativa respuesta:
—Estoy seguro que el blanco se le verá bien a Lan Yuan, WangJi.
Lan WangJi miró por unos segundos a su hermano, después desvió la mirada hacia las puertas de la Sala de descanso de Lan Qiren y lo volvió a mirar. Lan XiChen asintió cómo respuesta y Lan WangJi le hizo una profunda reverencia a su hermano como agradecimiento. El Primer Jade de Gusu Lan de sintió sobrecogido, pocas veces Lan WangJi se mostraba tan efusivo.
Cuando Lan XiChen se retiró, el Segundo Jade se quedó a la espera de volver a hablar con su tío, sin embargo, eso no pasó. Lan Qiren no accedió a hablar pero tampoco le impuso un castigo por haber incumplido las reglas, algo impensable en otra situación pero en ese momento para Lan Qiren su sobrino ya había sufrido castigo suficiente para toda una vida.
Aun así, como agradecimiento y como autodisciplina, Lan WangJi pasó arrodillado un día y una noche frente a la Sala Ancestral de la Secta Lan. No despegó ni un solo instante las rodillas del piso aun cuando la nieve cayó y Gusu se puso tan helado que dolían los huesos.
Lan XiChen al enterarse de ello negó para sus adentros y se acercó a dónde estaba Lan WangJi para mirarlo de lejos. Sabía que nada sacaría en ir a hablar con él pues siempre había sido un niño muy terco con respecto a sus propósitos.
Decidió que mejor le ayudaría de otra manera y se encaminó al Pabellón de Enfermería con Liebing en la mano. Si Lan WangJi había decidido convertirse en padre con tal determinación entonces él sería un tío igual de determinado.
Desde temprano en la mañana, inclusive antes de que su hermano despertara, había mandado a confeccionar las túnicas Lan para Lan Yuan y había estado tocando para él para calmar las pesadillas que el pequeño tenía. Lan XiChen debía admitir que quizá estaba bastante emocionado con convertirse en tío pues ya tenía una que otra idea rondando su mente.
Se quedó hasta el toque de queda con Lan Yuan y al volver a su residencia pasó una vez más con su hermano.
Lan WangJi estaba tan entrado en sus pensamientos que en ninguno de los dos momentos en los que Lan XiChen se acercó lo notó. Aun cuando había mucho rondando en su mente que no podía centrarse en nada que no fueran las piernas agarrotadas y el ardor que poco a poco empezaba a calarle el pecho y la espalda.
Los efectos de los tónicos habían pasado y el dolor comenzaba a invadirle el cuerpo. Para cuando el autocastigo terminó, Lan WangJi apenas y podía mantenerse de pie. Llegó al Jingshi casi arrastrándose y se sorprendió al ver a su hermano sentado al lado de Lan Yuan.
—Lo he traído hace apenas unas horas. Los médicos me han dicho que no deberá tardar en despertar, quizá en las próximas horas lo haga. Imaginé que preferirías que estuviera cerca de ti.
—Mn, gracias.
—Descansa un momento, WangJi. Terminaré con esto... —apuntó a los paños húmedos con los que limpiaba la frente de Lan Yuan—, y en un momento iré contigo.
Lan WangJi deseó estar de pie para calmar la sensación de rigidez en las piernas así que en lugar de hacerle caso a su hermano se acerca al pequeño A-Yuan.
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Recuerdos impregnados del primer amor | v.1 | Lan MeiLing
FantasyVer. 1 | Sin editar. "...Para el trigésimo tercer azote, los discípulos de la secta Lan sostenían ya los brazos de Lan WangJi. Los ropajes blancos colgaban hechos jirones y se tintaban de un rojo tan intenso como las granadas cuando son aplastadas...