Habiendo buscando y no encontrado nada Lan WangJi llegó a Gusu al anochecer. Decenas de veces había pasado el mismo proceso, ir, buscar, pelear y regresar sin haber encontrado algo que se vinculara con Wei WuXian.
Era tarde y el clima era muy agresivo, la mayoría de los discípulos que aún merodeaban llevaban una capa gruesa sobre los hombros para apaciguar el frío. Lan WangJi por su parte caminaba como si el verano estuviera en su punto cumbre. Se quedó parado en el sendero que llevaba al Jingshi y en lugar de seguir avanzando se alejó hacia otro lugar que se había convertido en un punto de referencia en el cual calmar sus emociones: la Primavera Fría.
El vapor helado danzaba sobre la superficie del agua y las ondas de la misma eran tranquilas y constantes. El Jade se quedó un momento viendo como fluía todo en armonía antes de acomodar el guqin sobre las rocas frías. Asimismo descansó a Bichen al lado y comenzó a desvestirse.
Se deshizo del cinturón sin prisa y capa por capa fue retirando la tela que resguardaba su cuerpo hasta quedar completamente desnudo.
La pálida piel de jade brilló acompañada con la luz de la luna. El cuerpo del Segundo Maestro de Gusu se alzaba con gallardía revelando la ardua disciplina en cada musculo marcado de su anatomía.
Era angustiosamente impresionante el precioso contraste de los cabellos negros que fluían sobre su espalda y la blancura de su piel. Tal como ver el Yin y el Yang convivir en armonía en el cuerpo de un mortal que parecía ser un dios.
Cuando se deslizó dentro, el agua fue besando cada pedazo de su cuerpo, desde las piernas pálidas hasta el sexo cubierto por una fina capa de vellos oscuros.
El Jade se hizo la larga melena de lado, revelándole a la noche las marcas que le surcaban la espalda y se adentró aún más, ocultando su cuerpo bajo el agua.
Se detuvo unos segundos ahí, escuchando el lento correr del agua y el viento aullar afuera. Pensó en la mujer que volvía de la muerte por su hijo y en la tristeza compartida de no poder estar con esa persona anhelada.
Así como la negruzca melena flotaba sobre el agua las tiras de la cinta de regulación se mecían de aquí para allá sin descanso hasta pegarse sobre el pecho del Jade. Lan WangJi tomó los extremos y cuando el agua se resbaló entre los dedos la cinta se quedó pegada a su palma.
Fue entonces cuando recordó aquello que se escondía dentro de su cinturón y se volvió hasta donde estaba su ropa doblada.
Agarró el cinturón, haciendo tintinear la pieza de jade que colgaba de él y después de revisar una vez el miedo se lo comió de golpe.
La cinta de Wei WuXian no estaba.
El aliento se le atascó en la garganta y los latidos del corazón le tronaron en los oídos. Se dijo a sí mismo que debía apaciguarse y buscar con calma pero después de varios minutos en los que movía y movía las manos de forma desesperada entre las capas de ropa no pudo más que sentir un fuerte frío recorrerlo por completo.
No, no, no. La cinta no.
Tragó sonoramente, cerró la boca y respiró con pesadez por la nariz en un inútil intento por tranquilizarse y alejar el miedo.
Salió a prisa del agua y se vistió de inmediato, no sin antes revisar todo por milésima vez. Incluso destapó el guqin y lo movió de aquí a allá aun cuando sabía que era estúpido y que no estaría ahí, pues recordaba con claridad dónde la había puesto antes de salir.
A cada paso que daba camino al Jingshi la desesperación iba en aumento y el corazón le latía desbocado, casi a punto de perforarle el pecho.
La humedad de su cuerpo junto con el helado clima de Gusu pasó a segundo plano cuando casi destrozó su residencia y no encontró nada.
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Recuerdos impregnados del primer amor | v.1 | Lan MeiLing
FantasyVer. 1 | Sin editar. "...Para el trigésimo tercer azote, los discípulos de la secta Lan sostenían ya los brazos de Lan WangJi. Los ropajes blancos colgaban hechos jirones y se tintaban de un rojo tan intenso como las granadas cuando son aplastadas...