Capítulo 3 - Lecciones; segunda parte.

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Lan SiZhui sintió su corazoncito a punto de explotar de la tristeza. Se agarró con fuerza de la túnica de Lan WangJi y con la misma fuerza gritó casi a desgarro.

—¡No! N-no quiero, no... Yo... ¡Aaaah!

Los Jades estaban paralizados, ni siquiera Lan XiChen tenía las fuerzas para sonreír y Lan WangJi sólo podía acariciar con suavidad la cabecita del pequeño.

Habían pasado dos meses desde que la tormenta comenzó: la muerte de Wei WuXian, el castigo de Lan WangJi, la recuperación de Lan SiZhui y su posterior adopción.

Realmente era poco el tiempo pero se sentía como años enteros y eternos.

Lan SiZhui soltó los ropajes y se arrojó sobre la pierna de Lan WangJi, la rodeó con los brazos y piernas mientras negaba con la cabeza y lloraba.

¿Qué debía hacer en ese momento cuando el niño casi parecía ahogarse en llanto?

Lanzó un suspiro y se inclinó para apartarlo y llevarlo a la cama. Lan WangJi tuvo que admitir para sus adentros que hacer aquel simple movimiento había tomado casi toda su fuerza. Sentó a Lan SiZhui y deslizó la mano por su espalda, de arriba a abajo, suavemente, para tratar de acompasar la respiración del pequeño.

—Lan Yuan...

—¡Noooo!

Lan SiZhui estaba resuelto a no escuchar nada, se tapó los oídos con las palmas de las manos y siguió negando con la cabeza.

Lan WangJi volteó a ver a su hermano Y éste último casi se ríe por la escena, era como ver a dos niños chiquitos: uno lloraba y el otro pedía ayuda.

Sin embargo, no lo ayudó: —Les daré un momento y esperaré afuera.

Al Jade casi se le cae el mentón el piso, su hermano nunca había denegado su ayuda a nadie, mucho menos a él. Se armó de valor, pero sintió que ni siquiera como el poderoso Hanguang-Jun se había enfrentado a algo de semejante envergadura.

—A-Yuan.

El pequeño hipó y se talló los ojitos para mirarlo. Las lágrimas eran tan gruesas que hacía parecer que le habían empapado el rostro con agua. Lan SiZhui tenía los ojos rojos e hinchados, sorbía ruidosamente y seguía sin dejar de negar.

—A-Yuan no quiere irse —respondió con la voz en un hilo y Lan WangJi casi siente que su mallugado corazón vuelve a ser aplastado.

La verdad era que, aun cuando disfrutaba el tiempo que pasaba al lado de Lan SiZhui, Lan WangJi seguía sin recuperarse y todo el esfuerzo que había hecho para cuidarlo no lo dejaban sanar del todo. Además, Lan XiChen y él habían acordado mantenerlo en el Jingshi sólo hasta que se recuperara de la fiebre y los estragos que pudo haber causado en el niño. Después de eso y de haberse adaptado a las normas básicas de la secta Gusu Lan sería momento de que Lan SiZhui se integrara a los demás niños que estaban iniciando ya su formación.

Agregando que no sabían con precisión la edad del pequeño, no podía seguir retrasando su educación aun cuando Lan WangJi se había encargado de instruirlo a lo básico y el niño había demostrado ser alguien muy inteligente.

El momento de irse había llegado

¿Cómo debía explicarle todo aquello?

Se mantuvo en silencio hasta que Lan SiZhui se calmó un poco. Ya no lloraba a lamentos estruendosos pero las lágrimas aún seguían saliendo y el pecho se le inflaba con brusquedad por la desesperación al intentar jalar aire.

—A-Yuan debes ir con tío, no te va a pasar nada malo.

—¿Vas a ir también?

—No.

Recuerdos impregnados del primer amor | v.1 | Lan MeiLingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora