Capítulo 6 - Recuerdos impregnados; segunda parte.

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El sonido de algo siendo craquelado de manera constante y precisa llamaba la atención de las tres personas que se encontraban ahí. Mientras se amontonaban unos contra otros intentando robar o cuidar su trozo de zanahoria, los conejitos comían a prisa.

Lan SiZhui y Lan JingYi estaban sentados sobre el pastizal mientras les daban zanahorias en trozos rectangulares a los conejos. Personalmente habían ido a la cocina a cortarlos, siendo tan tiernos y pequeños tenían miedo de que se lastimaran si las zanahorias eran muy grandes o duras.

Lan WangJi, por su parte, estaba parado detrás de ellos, observando desde su altura la dulce interacción de los niños con los animalitos.

Cuando Wei WuXian le llevó los conejos no se imaginó que años después tendría una legión entera de ellos y que, además, serían también cuidados por el niño que él protegió y otro que parecía ser el hermano menor del mismo.

Los conejitos se habían convertido, de alguna manera, en las mascotas de la secta. Todos sabían dónde encontrarlos, a veces iban a jugar con ellos y si Hanguang-Jun se encontraba fuera entonces irían a alimentarlos.

Claro está, todo lo hacían con extremo cuidado pues tenían claro que sí algo les pasaba a los conejos del Segundo Jade de Gusu Lan entonces habría problemas. Y graves.

Aun cuando la mayoría de los conejos estaban hechos bolas alrededor de los dos niños, había un par que no se alejó en ningún momento de Lan WangJi.

Los dos conejos más viejos y especiales estaban sobre las botas del Jade.

A diferencia de los demás, esos dos machos tan blancos como las túnicas Lan sólo se dejaban tocar por Lan WangJi. Si alguien más lo intentaba entonces se irían saltando lo más rápido posible.

Eran los que Wei WuXian le había regalado.

Y nunca se despegaban del otro.

Lan WangJi se sintió un poco envidioso.



—... Te traje un presente.

La voz de Wei WuXian llegó fuerte y clara desde lo más hondo de sus recuerdos.

Después de sacarlo de sus casillas, burlarse de él y casi hacerle perder la compostura, Wei WuXian movía las cejas ansioso por escuchar la respuesta de Lan WangJi.

Obviamente, ésta llegó corta y sin rodeos: —No.

Lan WangJi estaba por demás seguro de que esa era una nueva broma para molestarlo así que ni siquiera se dignó a mirarlo aun cuando su corazón había empezado a martillar con fuerza contra su pecho.

—¿Estás seguro? —el tono de advertencia en la voz de Wei WuXian fue lo que lo hizo mirarlo, aunque Lan WangJi se puso en alerta, por si acaso.

Cuando dos preciosos conejos salieron de las mangas de Wei WuXian Lan WangJi estuvo a punto de sonreír al verlos. Intentó no hacer notar su interés pero por dentro de emocionó muchísimo.

Estaba seguro de que si su hermano lo veía en ese momento se habría reído por su expresión.

—Sabes, es bastante extraño este lugar. No hay faisanes pero está lleno de conejos salvajes. Ni siquiera les tienen miedo a las personas. ¿Qué piensas? ¿No crees que son gordos? ¿Los quieres?

Sí, los conejos estaban gordos pero Lan WangJi pensó que aun así lucían tan tiernos y apapachables. ¿Si los quería? Claro, siempre le habían gustado esos animalitos. Tristemente en el Receso de las Nubes estaban prohibidos los animales.

Recuerdos impregnados del primer amor | v.1 | Lan MeiLingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora