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Abril 19.

Tan rápido como asqueroso. Habían pasado 5 años desde que mi pequeño se fue. Ahora tenía 18 años. No había cambiado mucho en los últimos años, era exactamente igual que hace un lustro. Dibujaba a TaeTae en mi tiempo libre, pensaba en él cuando no tenía nada que hacer, soñaba constantemente con él.

Llegué hasta ese punto que me hacia la idea de...comenzar a olvidarlo. Yo me jure a mí mismo que jamás lo haría, que jamás lo olvidaría, pero llegue a entender que me hacía daño su recuerdo.

Intenté salir con alguien más, salí con un par de chicas, incluso salí con mi amigo JiMin, pero no duramos más de seis meses porque sentía que, de alguna manera, traicionaba a mi TaeTae. Me dije una y mil veces que mi pequeño debía quedar atrás y yo debía pasar de página. Jamás lo logré.

Hasta que un día, mientras recorría el mismo sitio como parte de mi rutina...lo vi. Estaba por cruzar la calle y...él paso justo a mi lado. Por un momento, pensé que era mi imaginación porque lo perdí entre la multitud, pase media hora en busca de él.

Me rendí tras escuchar la campana de mi institución que indicaban que las puertas se habían cerrado, creía que alucinaba porque no haría sido la primera vez que me pasaba y lo confundía con alguien. Aunque era estúpido, porque no sabía ni como lucía tras varios años desde su partida.

Fui a la escuela, tuve que saltar la barda para que mi reputación de Alumno Perfecto no decayera. Corrí a mi salón y me senté, me coloqué la capucha de mi sudadera y me puse mis audífonos, ignoré todo lo que sucedía a mí alrededor y las palabras de los profesores inútiles.

Así por todo el horario académico, estuve decaído y mis amigos lo notaron. Trataron de animarme, pero fue inútil. Y a la hora de la salida, fui hasta la estación del metro, todo lo que quería hacer en esos momentos era encerrarme en mi cuarto y dormir el resto del día, me sentía demacrado y muy exhausto. Por la noche tuve cientos de pesadillas que solo dormí por dos horas.

El metro finalmente llegó, luego de casi diez minutos, puntual como siempre. Estaba por subir, cuando sentí una presencia a mi lado y escuché...su voz.

— ¿JungKook-hyung? —

Voltee a ver y...era él. Mi mundo se destruyó, pero volvió a reconstruirse en un microsegundo. La vida me regreso y mi corazón, que creía muerto, volvió a latir con fuerza.

Mi mente se quedó en blanco, las puertas del metro se cerraron y, de un momento a otro, me encontraba con él entre mis brazos, lo abrace como quería hacerlo desde hace muchos años. Mi pequeño, mi TaeTae estaba otra vez conmigo.

El metro se había ido. Pero no me importo, ya nada me importaba más que ese chiquillo pelinegro.

—M-me alegra verlo o-otra vez...Lo extrañe hyung...—

Sentí mi camisa empaparse, pero tampoco me importo, él estaba conmigo. Estaba de vuelta conmigo, estaba entre mis brazos...Bajé mi mirada hacía él cuando sentí sus manos en mi pecho, tocaba el collar que me dio la última vez y que jamás me he separado de él ni por un mísero instante.

—A-aún lo tienes...—él me susurró.

Le tome del mentón e hice que me mirara, quería ver su rostro más tiempo y me moría por sentirlo otra vez, al verlo con detalle me di cuenta de que todavía se reposaba ese dije en su pecho, como esa vez...

Sonreí entre lágrimas y besé su frente.

—Te tengo otra vez conmigo, mi pequeño. —

Mi mundo

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Mi mundo...

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