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Noviembre 19.

Entré de nuevo a la habitación, estaba igual que siempre desde hace casi cinco meses, decorada con hermosas cortinas blancas, con una gran cama matrimonial con sabanas suaves y almohadas de pluma. Todas de color hueso. No sé porque, de alguna manera, me traían paz.

Paz que no duro mucho.

— ¡Te lo suplico! ¡JungKook, por favor, déjame ir! —sollozó.

Estaba harto, no me gustaba que gritara. Lo detestaba, porque siempre era la misma mierda. ¿Es que acaso no comprendía que ese era su castigo? Me ha desafiado tantas veces, se ha vuelto tan insolente. Es obvio que merece una lección.

Y me aseguraré de dársela...

Me acerqué hasta donde estaba, al principio simplemente me senté a su lado y acaricié su mejilla rojiza, pero él se apartó y comenzó a gritar otra vez. Me enfurecí, toda la paciencia que estaba dispuesto a darle se esfumo. Lo golpe en el estómago con fuerza y eso hizo que se callara y se retorciera de dolor.

—Jamás te dejare ir, ya deberías saberlo. —

Tome las esposas que traía en mi bolsillo y até sus dos muñecas, ya que solo tenía una cadena en el tobillo que lo ataba a la cama, lo despoje de la bata que traía puesta y comencé a marcar todo su cuerpo con mis dientes.

Él gritaba y pedía que me detuviera, pero no lo iba a hacer. Mi mente estaba en blanco y lo único que podía escuchar era una voz en mi interior que me pedía a gritos que lo hiciera mío otra vez, que me asegurara de dejar mi marca en él, que él no lo olvidara.

Cuando terminé de marcar sus muslos, su pecho y su abdomen, me quité mi pantalón junto a mi bóxer y sin previa preparación, entre en él de una sola estocada. Su interior me apretó deliciosamente, estaba cálido...

— ¡¡Ah!! ¡N-no! —gritó.

Mordí su cuello con fuerza, al punto de sacarle un poco de sangre, pero no me importo. Quería que lo supiera, quería que supiera que estaría marcado por mí. Me movía rápida y fuertemente dentro de él, en busca de mi propio placer. Sentí mi miembro humedecerse con su sangre, pero poco me importo.

No quería detenerme, no. Lo embestí hasta que me corrí dentro de él, luego de casi media hora en la que marqué una y otra vez. Cuando lo besé en sus labios al salir de él, me percaté que Tae se había desmayado.

Aunque estaba orgulloso, cumplí mi cometido y estaba satisfecho. Definitivamente, aquello se repitiera.

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Y así lo hice, cada vez que me sacaba de quicio o me molestaba, lo hacía. Se lo hacía una y otra vez hasta que se desmayaba del dolor. Pero, había veces como aquella vez en las que simplemente quería hacerlo. Aunque no hiciera nada, lo hacía, simplemente por mi placer.

— ¡Por favor, no lo hagas! ¡Ya no, seré bueno! —suplicaba.

Odiaba que me hiciera eso, ¿acaso no lo entendía? El que manda aquí soy yo. Lo volví a abofetear, no me gustaba que se resista a mí.

— ¡Cállate ya! ¡Voy a hacer lo que quiera! —

Separe bruscamente sus piernas y entre en él. TaeHyung grito, se removió bruscamente, en un intento desesperado por quitarme de encima, en vano. Él trató de empujarme, pero su fuerza y las cadenas en sus muñecas lo hacían más difícil.

— ¡N-no! ¡Duele! ¡Déjame ir, por favor! —

Sus lloriqueos me fascinaban, adoraba más sentir su sangre rodear mi miembro. Era demasiado placentero como para ignorarlo.

—Ah, estas tan estrecho bebé. —gruñí satisfecho y aumenté mis embestidas.

— ¡Detente! ¡Te lo ruego, no sigas! —

Lo ignore y aumente los movimientos de mi cadera, a la vez que apretaba su cintura y besaba su cuello, dejé varias marcas rojas en su delicado y suave cuello. Él era totalmente delicioso.

TaeHyung dejo de suplicar, ahora solo jadeaba y respiraba más rápido, ¿por fin lo había entendido? Qué bueno, me aliviaba no escuchar sus mierdas verbales. Jadeaba, pero eso no me gustaba. Quería escucharlo gemir mi nombre como solía hacerlo antes de que me obligara a tomar estas medidas.

Y fue hasta que toque su punto que él chillo y gimió. Se corrió entre nuestros abdómenes, pero yo no, así que seguí y seguí. Cada embestida era más busca que la anterior. Quería llegar en lo más profundo de él.

—Por favor...—susurró.

"Quiero que mi Kookie vuelva. El que me cuida, que me protege, que me ama..." Esas palabras que rondaban en su mente, pero que nunca salieron de su boca.

Me corrí dentro de él, está vez no se desmayó y eso me agrado, porque ahora podría corresponder a mis besos. Después de que devoré su boca, salí con fuerza de su interior, sentí que lo desgarré más, porque él sangraba y lloraba aún más.

Sin embargo, me encanto ver como su sangre se mezclaba con mi semen...

Sin embargo, me encanto ver como su sangre se mezclaba con mi semen

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Abusado...

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