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Marzo 15.

Siempre fui un niño tranquilo. YoonGi una vez me dijo sus padres le contaron que cuando nací, no había llorado, ni gritado. Cuando tenía hambre o tenían que cambiarme el pañal, no lloraba, solo me quejaba y hacía ruiditos que apenas lograban llamar la atención de mi madre o la niñera que me cuidaba.

YoonGi me dijo que jamás me había visto llorar, nunca, y cuando le pregunte a mi padre, él me lo confirmo. Jamás en estos 7 años que tengo de vida he llorado.

Hasta ese día...

La madre de TaeTae, la señora Kim, cambio las llantas de su carro recientemente. Las antiguas las dejo en su cochera, le comenté a TaeTae que se podía hacer un columpio con una llanta de ese tamaño, y él se lo dijo a su mamá.

Ella, a diferencia de la mía, era una gran madre y concedió a su hijo su deseo. Hizo algunas cosas con una de las llantas y a una de las ramas de los árboles que estaba en el patio de su casa y voilà, un columpio.

Ese día en particular, TaeTae se columpiaba lentamente en el columpio, sin ánimos como solía hacerlo desde que lo colgaron. Su mirada estaba perdida y se veía decaído, me preocupe porque él no es así.

—Hola TaeTae. —saludé como de costumbre.

Inmediatamente levanto su mirada y sonrió... ¿feliz? No, esa sonrisa no era de felicidad, parecía...falsa.

—Ho-hola Kookie-hyung. —

— ¿Qué estás haciendo? —

Mi pequeño mordió levemente su labio, estaba intranquilo y nervioso. Lo conocía demasiado bien.

—No hago nada, hyung...—

—Oh, está bien. —sonreí y él también. La diferencia es que yo sonreía de verdad.

Me senté a su lado, la llanta era lo suficientemente grande como para que los dos cupiéramos ahí. Pasé mi brazo por sus hombros y lo atraje a mí, acaricié su espalda y le dije cosas lindas y cursis. Pensé que eso lo ayudaría.

Luego me di cuenta que mi pequeño tenía la mirada baja para que no me diera cuenta que en realidad estaba triste y lloraba desconsoladamente.

— ¿TaeTae? ¿Qué te pasa, qué tienes? —

—N-no...n-nada Kookie-h-hyung...—mentía.

— ¿Cómo que nada? Dime, por favor. —mi voz se rompía.

No soporto ver a mi pequeño llorar, me rompe el corazón y me destroza el alma. TaeTae no dejo de hacerlo, en cambio, aumento más su llanto. Puso su rostro en mi pecho, mojo mi playera con sus lágrimas. No sabía que hacer...me sentía tan impotente

—A-ah...No TaeTae....n-no llores...p-por favor...—

No tenía idea de qué hacer, no sabía cómo ayudarlo o que decir, nunca antes había tenido la necesidad de consolar a alguien y ahora me moría por no saber qué hacer o cómo hacerlo...

Abrázalo...

Hice caso rápidamente a la voz que apareció en mi cabeza, y lo abracé fuertemente, lo arropé entre mis brazos, pero su llanto aumento. ¿Qué debía hacer? ¿Qué hago para que mi pequeño deje de llorar?

Y entonces, de la impotencia que sentía...mis mejillas se humedecieron...

—Por favor TaeTae...no llores...por favor...no lo hagas...—

Ambos llorábamos, abrazados, TaeTae no parecía querer parar. Por más que lo abrazara, le dijera que todo estaba bien, que no había nada que temer o lamentar. Acaricie su cabello negro, sobe sus mejillas, intente limpiar sus lágrimas. No funcionaba y me hacía sentir peor, más y más gotitas de agua salada recorrían los pómulos de ambos sin parar.

Entonces, la señora Kim y mis padres llegaron.

Mi padre me vio con auténtica sorpresa, confusión y miedo. Era la primera vez que me veía llorar. Mientras que mi madre, al contrario de él, me veía con orgullo y con una extraña sonrisa, por primera vez en mi vida.

La señora Kim se acercó hasta nosotros y nos abrazó a los dos, acaricio la cabeza de TaeTae y la mía, estuvimos así por unos minutos, hasta que sentí un peso encima de mí. Mi pequeño se había quedado dormido repentinamente.

La madre de TaeTae lo tomo en brazos, me dijo que había estado un poco enfermo este último par de días en los que no lo pude ver, me dio las gracias por estar con él y entro de vuelta a su casa.

Voltee a ver a mis padres, mi madre miraba a mi padre con una pequeña sonrisa ladina y él solo apretaba los puños mientras su expresión estaba neutra, aunque podía ver algo de miedo en sus ojos.

—Entra a la casa, JungKook. —

Fue lo último que él dijo antes de irse también. Ni siquiera sabía cómo descubrieron que estaba aquí, pero qué importaba.

Mientras iba tras ellos me puse a reflexionar sobre lo que había pasado. La verdad es que ese sentimiento que tuve cuando llore con TaeTae...me gusto. Aquello que mi corazón sentía, aquella calidez, fue mayor cuando vi esas gotitas saldas en los pómulos de mi pequeño.

 Aquello que mi corazón sentía, aquella calidez, fue mayor cuando vi esas gotitas saldas en los pómulos de mi pequeño

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Mi lágrima...

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