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Se suponía que en dos días el seductor pelinegro me contactaría para saber mi respuesta pero ya iba una semana y contando sin tener noticias de él. Eso me estresaba de sobremanera y podía verse reflejado en mi pobre desempeño en clases pero hoy no tenía cabeza para pensar en ese tipo arrogante.

Ya estaba más que lista, luego de una última ojeada a mi reflejo salí a la sala donde me esperaba Namjoon listo para irnos.


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–Crees que desde aquí nos verá cuando salga?– Le pregunté a Nam por milésima vez, los nervios me estaban matando.

–Tranquila, Rere, tu hermana nos verá, además, con esa pancarta que te trajiste lo más seguro es que la espantes– Ambos comenzamos a reír debido a la veracidad de su afirmación, creo que me pasé un poco con las luces, el brillo y las letras color neón. Cuando YiEun viera eso lo usaría como método infalible para burlarse de mí, pero en mi favor solo me quedaba decir que estaba súper emocionada de verla una vez más. Habían pasado un par de años desde la última vez que estuvimos juntas y no me quejo; a los 15 años logró que uno de sus escritos llegara a una editorial y desde ese día, no ha parado de recopilar éxitos, aún no era una escritora de renombre pero ya tenía una base sólida que se solidificó cuando le ofrecieron una beca en una muy prestigiosa universidad de literatura en Sidney que la ayudaría con su desempeño como escritora. Cómo hermana mayor me sentía orgullosa de que mi pequeña a tan corta edad supiera lo que quería en la vida y más aún cuando sus metas y aspiraciones empezaban a cumplirse, y de que manera.

Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando su pequeño cuerpecito calló sobre mí, agarrándome cuál coala y al percatarme de lo que estaba pasando un grito de alegría salió de mi boca. Antes de dejarla en el suelo di varias vueltas en el lugar para terminar ambas llorando de la alegría.

El viaje de regreso fue mucho más animado ahora con mi hermanita en él. Me comentó sobre su vuelo, la fiesta de despedida que le hicieron sus compañeros y del chico guapo que iba a su lado en el avión.

Cuando por fin llegamos a su departamento Nam y yo nos dedicamos a pedir comida y aperitivos en lo que YiEun se daba una ducha.

Los tres comimos entre risas y más anécdotas referentes a todo lo que nos había pasado en estos años transcurridos. A pesar de que Nam y Eun no se conocían en persona, más bien habían intercambiado saludos una que otra vez cuando hablaba con ella por videollamada, hicieron click momentáneamente, y no era de extrañar, ambos eran chicos amantes a los libros que indagaban en cualquier tema que les llamara la atención.

–Ya que hoy estás muy cansada por el viaje y tal, dejaremos la fiesta de bienvenida para mañana, te parece bien?– Sugirió Namjoon con un brillo especial en la mirada

–Por mí no hay problemas, me muero de ganas por conocer a los nuevos amigos de mi hermana– Y se que ella se refería a cierto pelinegro que se había convertido en el tema principal de nuestras últimas conversaciones

–Muy bien, entonces mañana paso a las 7 por ustedes, ya te traigo yo la ropa que me digas, así nos ahorramos el que tengas que regresar para poder cambiarte– Esto último lo dijo refiriéndose a mí, que no había llevado nada de ropa puesto que la idea de quedarme a dormir aquí había sido algo de último momento

–Entonces hagamos eso, nos vemos mañana Nam–

–Mm... Nos vemos mañana. Descansen bien– Y eso bastó para que luego de escuchar el sonido de la puerta cerrándose iniciará así oficialmente el interrogatorio más largo de toda mi vida.

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