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Decir que estaba nerviosa era muy poco para como realmente estaba y es que, si se suponía no teníamos nada, era solo sexo, el hecho de que me diga que iremos a ver a sus padres me dejó fuera de lugar.

Luego de unas cinco horas de camino y ya con el atardecer tras nosotros llegamos a nuestro destino; una tienda de mascotas enorme en medio de la nada. Ambos entramos por la puerta delantera y una anciana nos recibió de muy buena gana con un perrito peludo y café en brazos.

–Oh, Holly mira, el desgraciado de tu padre se acordó de ti– Le dijo la señora al caniche que movía alegremente su cola demostrando así la alegría de ver una vez más a su dueño.

–Muchas gracias por cuidar de él mientras estaba fuera. Sé que me odias por enviar al pobre para acá pero sabías que no tenía tiempo para cuidarlo y quién mejor que tú para cuidarlo– Mientras le hablaba cogió a la bola de pelos en sus brazos y este no podía estar más feliz, pasando su lengua por toda la cara del chico amargura que parecía hoy más que un limón, una linda y adorable manzana, pues sus mejillas estaban rojas de tanto sonreirle al revoltoso en sus brazos.

–Y se puede saber quién es la chica que está contigo?– Momento de vergüenza. Muy bien Yiren, tú solo sonríe y sé cortéz

–Hola, mucho gusto, yo soy Yiren...–

–Es la chica que te comenté, la que quería adoptar– Habló por mí y volvió a centrar su atención en Holly, quien estaba esta vez en el suelo jugando sobre las piernas de él

–Ah, ya lo recuerdo.– Le dijo para luego girarse en mi dirección –Hola querida, YoonGi me ha hablado de tí. Dice que últimamente estabas pasando por mucho estrés y necesitabas compañía.– Puto YoonGi, te voy a matar.

La señora al notar mi rostro de confusión continúo hablando– Tranquila, aquí vas a encontrar tu mascota ideal, sino míralo a él, normalmente es un chico frío pero con Holly a su alrededor se vuelve todo un blandengue. Aún recuerdo como si fuera hoy la noche que llegó con ese cachorrito, todo mojado por la lluvia y de mal humor porque lo había encontrado abandonado en las calles y todo golpeado y que debido a la hora, todas las veterinarias estaban cerradas o no podían atenderle. Encontró este lugar de pura casualidad y al ver que todas las luces estaban prendidas llegó para que le ayudara. La súplica en sus ojos me hizo correr a despertar a mi nieto para que atendiera al pequeño y no me arrepiento de haber tomado esa decisión. Las lágrimas de felicidad que abandonaron sus ojos cuando le dijimos que todo estaba bien y que en unos días podía llevárselo a casa no tuvieron comparación con nada y desde ese día ha sido un verdadero dolor en el culo. Se preocupa más por la salud de Holly que por la suya propia. Además, ese chico de cara amargada solo sabe ser feliz si su revoltoso está cerca.–

Y si que eran ciertas las palabras de la señora, este Min YoonGi no tenía nada que ver con el Min YoonGi que conocí hasta ahora. El aura que desprendía era de total felicidad, ahí tirado en el suelo, con el can sobre él jugando y siendo feliz parecía un niño que le traen una mascota como regalo de navidad que tanto había pedido a sus padres; y me encantó. Verlo de esa manera hizo que mi corazón retumbara en mi pecho.

Luego de ver esa escena hasta a mí me daban ganas de tener uno, así que le pedí a la dueña del lugar que me mostrara los perritos, nada iba a perder con mirar, aunque realmente esperaba poder llevarme uno a casa.

Ambas caminamos por un pasillo que llevaba a un gran patio donde estaban los cachorros. Me sorprendió la gran variedad de razas y tamaños. Si hubiese sido por mí, me los habría llevado a todos pero como no se podía pensé en que tipo podía tener en mi departamento, llegando a la conclusión de que solo podía optar por uno, lo más pequeño posible.

Mientras miraba por los alrededores del local una diminuta bola de pelos blanca entro a mi campo de visión y puedo asegurar que fue amor a primera vista. Ella estaba ahí, sentada al fondo esperando por atención, mirándome fijamente con esos dos ojitos negros que resaltaban entre su pelaje níveo.

–Me lo llevo, tiene que ser mío– Le dije con ella en brazos.

KyungHe, que era como se llamaba la señora, sonrió en grande y me guió hacia la parte delantera del local donde estaban ambos, dueño y mascota, tirados en el suelo durmiendo mientras YoonGi abrazaba a Holly como si la vida se le fuera en ello.

–Hacia tiempo no veía esta escena y debo decir que lo extrañaba–

–O sea que es algo normal en ellos dormir así?–

–Esos dos se aman demasiado, no pueden vivir el uno sin el otro así que ese tipo de muestras de afecto son lo más normal entre ambos– Una risita salió de mis labios y es que ver una cosa así no era de todos los días. Jamás pensé que ese tipo frío fuera a ser tan amoroso con su chucho y me encantaba, ver esa nueva faceta suya fue algo que adoré y sin que se diera cuenta le hice una foto, un recuerdo del día en el que conocí el lado cálido de Min YoonGi.

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