Capitulo 8

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La fría habitación del hospital me estaba volviendo loco, pero pensar que Candy se estaba recuperando con éxito, renovaba mi alegría.

Desde que despertó no me he separado de ella en ningún momento. No ha hablado de lo que pasó, tampoco he querido preguntarle. Quiero respetar su espacio y su tiempo. No soy tan idiota como para no entender lo que pasó con Terry, además está aún muy débil, estuvo demasiado tiempo bajo la nevada inclemente. Además, en sus sueños siempre estaba inquieta y a veces lloraba, ella no se percataba, pero cuando tenía esas pesadillas tomaba sus manos y las acariciaba, hasta que se calmaba.

Siento que algo en ella ha cambiado, aun cuando sigue siendo la alegre Candy, su mirada ya no es la misma, no es cálida. A veces, cuando estamos disfrutando del sol en el jardín del hospital, pierde su mirada y se queda pensativa. Ayer tomó mi mano, pensé que se iba a largar a llorar –como era su costumbre-, y me dijo.

- Gracias Albert.

- De qué Candy?

- Por estar a mi lado...

No tengo a donde ir Candy, puedo quedarme contigo siempre, te lo prometo. Me miró de una forma extraña, y sentí un pequeño escalofrió....

- No prometas nunca Albert.

- Candy no me digas eso.

- Albert, en serio, no prometas algo, no sabes cuándo puedas no cumplir, y eso duele....

- Vamos Candy, entremos se está haciendo tarde y está bajando la temperatura, no podemos arriesgarnos que tengas una recaída.

El Dr. Robinson revisaba a Candy en las mañanas y por las tardes, y se sentía muy satisfecho con su progreso y recuperación.

- Candy, este fin de semana te daré el alta médica.

- Gracias Dr. Por todas sus atenciones y cuidados.

Debes agradecerle a este caballero, su dedicación a ti ha sido la clave de tu recuperación.

- Si Dr. Albert es especial para mí, nuestra amistad es más que eso.... Somos como hermanos.

El Dr. Robinson vio la expresión en mi rostro, no pude ocultarlo, escuchar a Candy decir que me quería como un hermano, me rebasaba totalmente.

Luego que el doctor nos dejó solos, le pregunté.

- Que harás ahora Candy, qué tienes pensado?

- Albert, puedes abrazarme.... por favor... y sin más la abracé. Siento que mi respiración se agita, en cambio ella me abraza fuerte y comienza a llorar....

Sin despegarse de mí, como si no quisiera enfrentarse con mi mirada, me dice:

- Debo buscar mi camino Albert, necesito recuperarme de mis heridas, deseo irme lejos... necesito entender... he dedicado mi vida a darlo todo por los demás y no recibir nada a cambio... sé que la vida no es justa, tengo un largo camino que recorrer.... Albert, debo reencontrarme.

- Te entiendo Candy. –aun seguíamos abrazados- le di un beso en la cabeza y luego otro en su mejilla. Limpié sus lágrimas con mis pulgares.

- Necesito poner distancia de todo y de todos, puedes entenderme?

- Claro, te entiendo. Que harás con tu familia?

- Has visto a alguien de mi familia aquí? Alguien se ha interesado?, Archie donde esta?

Tenía razón, pero no podía decirle que Archibald había partido a Londres, a estudiar economía y finanzas en la Universidad de Oxford y que su estado emocional con Annie habia cambiado. No me correspondía hacerlo. Seguro había una carta en Las Magnolias, esperando ser leída.

- Albert, tengo el corazón roto, a ti no puedo engañarte.

- Lo sé, pequeña, pero me preocupo por ti.

- Necesito seguir mi camino, -sola.

Y el tan esperado fin de semana llegó. Le dieron el alta médica, Candy se veía preciosa... me permitió llevarla hasta el Hogar de Pony, luego se iría con rumbo desconocido, juré que cumpliría mi promesa de no buscarla, desconozco el camino que tomará, y seguro que ni la Srta. Pony ni la hermana María, tampoco lo sabrían. Candy era muy determinada y cuando se proponía algo, lo cumplía. Era una mujer segura de sí misma, posiblemente ni ella sabía su potencial. Es necesario que ella consiga su felicidad, que esté recuperada, sanada de las heridas que corroen su alma, centrada en su vida y en su futuro... su ausencia iba a dolerme en el alma. Ya la extraño, me hace falta, la necesito, pero debo respetar su decisión, es lo mejor para ella.... Y para mí. Es un tremendo peso asumir su ausencia, y la incertidumbre de no saber dónde está. Igual yo partiría a África, también a buscar mi destino y prepararme para aceptar la gran carga de ser el patriarca de la familia Andrew. No obstante yo al contrario de ella, sé cuál es mi destino, está marcado y no puedo huir de él.

Atrás quedarían los recuerdos de nuestra estadía y convivencia en "Las Magnolias", allí donde se reforzaron nuestros lazos, donde recuperé la memoria, luego de aquel incidente en Europa, son los mejores momentos de mi vida, lo que viví y sentí a su lado, es único e irrepetible. Solo el amor que Candy tenia hacia Terry me aterrizaba a la realidad, y si era feliz con él, yo también.... no sería yo el que torcería su destino, aceptaba esa unión.

Días después que me retiré del hogar de Pony, recibí una carta de Candy, dirigida al Tío Abuelo William.

"Querido Tío Abuelo:

Le escribo estas pocas líneas, para agradecerle todo lo que ha hecho por mí en estos últimos años. Renuncié al cargo de enfermera en el Hospital Santa Ana de Chicago, he decidido tomar otros rumbos, aun no tengo claro lo que haré. Pero necesito distanciarme de todo y de todos.

Pronto tendrá noticias mías.

CW.

Saber que al menos le escribiría al Tío Abuelo, me dejaba más tranquilo. George se encargaría de hacerme llegar sus cartas. Sabía que no sería lo mismo, pero al menos podría saber de ella.

Espero también que pueda entender las razones que me llevan a no revelarle mi verdadera identidad, y que algún día pueda perdonarme.

Candy, mi historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora