Capitulo 9

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Candy despertó de madrugada, vio que el reloj marcaba las 5:00 am. En realidad no había dormido nada, no había podido conciliar el sueño, demasiadas emociones para un solo día. En la noche escuchó cuando dejaron un sobre debajo de la puerta de su habitación... Albert.

Leyó su carta, llena de sentimientos encontrados. Quería reunirse con él pero le faltaba el valor y las fuerzas, definitivamente tenían mucho que conversar. Sabía que era un hecho inevitable, a menos que se pasara todo el día encerrada en su cuarto... pero eso no iba a impedir que Albert la buscara alli.

Se levantó como pudo de la cama, y decidió comenzar la mañana dándose una ducha relajante. Pensó que lo mejor era ir a montar a caballo y de esta forma poder pensar mejor.... que más iba a pensar?. La verdad necesitaba dar respuestas a todas sus inquietudes.

La madrugada estaba realmente templada, pero el amanecer era precioso, las luces del alba despuntaban de manera armoniosa, dando paso, poco a poco a un sol resplandeciente.

Estaba ya en las caballerizas con su traje de montar compuesto por pantalón y botas altas negras, camisa color crudo y una chaqueta de montar del color de sus botas, a juego con un foulard de colores pastel tejido en lana de angora. Había recogido su cabello en un moño alto, del cual caía en grandes cascadas sus rizos rubios, la verdad había aprendido unas cuantas técnicas para dominar su rebelde-cabello, lo cual le aportaba una sedosidad y brillo, además adquirió un nuevo cepillo de cerdas naturales carísimo, pero valió cada centavo. Se colocó un poco de maquillaje en los ojos para disimular sus grandes surcos oscuros debajo de sus ojos color esmeralda, y un poco de sombra clara, para la hinchazón. Delineó sus labios con un color rojo frambuesa que estaba muy de moda. A pesar de todo, comenzaba a sentirse mejor.

Ubicó el equipo de montar, y lo colocó en el lomo del caballo, cuando se encontraba atando firmemente las hebillas al caballo, escuchó sus pasos, su aroma era inconfundible...

- Buenos días Candy, despierta tan temprano?

- Buenos días Albert – contestó sin voltearse.

Pasaron unos minutos que parecieron eternos... hasta que por fin Candy corrió a refugiarse en los brazos de Albert. Se negó a derramar una lágrima, pero lo abrazaba como si no hubiese un mañana. Sentía sus brazos protectores rodeándola, inspirándole la paz y tranquilidad que tanto anhelaba y que solo conseguía cuando él estaba a su lado.

Él le dio un beso en la frente y en tono jocoso, expresó:

- Candy me sacas el aireeeee!

Ella se libró –un poco del abrazo- y él le dijo:

- Te parece si cabalgamos un rato, vamos a la cabaña quieres?

Asintió con la cabeza y misteriosamente apareció un mozo de la caballeriza, quien le había ensillado un caballo, acercándoselo disimuladamente a Albert. Candy abrió los ojos como platos, estaba sorprendida.

- Gracias Roy, buenos días – le dijo Albert.

Albert estaba radiante, nunca lo había visto vestido con un traje de montar, conformado por pantalón de color crudo, botas color camel, camisa de lino blanca y chaqueta del mismo color de las botas, había recortado un poco el largo de su cabellera rubia, desde la última vez que lo vio, cuando la acompañó al hogar de Pony. Exudaba un aire aristocrático, jamás percibido antes. Se veía más fuerte, más hombre; seguramente el haber asumido el rol de patriarca de la familia Andrew lo había cambiado.

Diossss -pensó Candy, -realmente es el Tío Abuelo William???.

La cabalgata fue tranquila. Se encontraban a principios de la primavera, el pasto y las flores comenzaban a despuntar con su variopinto de colores. Lakewood era un lugar especial para ambos.

Candy, mi historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora